viernes, 11 de noviembre de 2016

NOCHE DE LUNA LLENA


Y de nuevo, la rubia que quería ser castaña, lo volvió a hacer...
Volvió a dejar al canoso enmascarado intrigado para que su mente inquieta empezase a dar vueltas buscando respuestas bajo los reflejos de la luna llena, esos reflejos plateados que le recordaban sus raíces de lobo y hervían su sangre...
Bajo ellos, sólo podía respirar profundo y dejar que todos sus instintos se despertaran haciendo que su piel se estremeciera y necesitara el sabor cálido de un cuello de mujer donde clavar los afilados colmillos que brotaban de sus encías y llevaban al viejo lobo negro a salir de nuevo a la caza de una hembra en celo que saciara su hambre.
Las sombras de la noche y la negra capa con capucha le ayudaron a pasar desapercibido en su búsqueda por las desiertas calles para ir recorriendo su territorio de caza olisqueándo el aire. Aparecieron varias candidatas apeteciblemente sabrosas que podrían haber sido un goloso manjar en otro momento, pero en su cabeza rebotaban una y otra vez las palabras de aquella sorprendente mujer que conseguía hacerle dudar como nadie lograba hacerlo.... Aunque eso ocurría cuando era humano, no cuando quien mandaba era el lobo... Al menos, eso pasaba hasta ahora...
Hoy el lobo tenía hambre y sed, pero no parecía conformarse con muñequitas fáciles de dominar. Hoy sus ganas tenían rostro y nombre, y eso le llevó de forma inconsciente al edifico donde ella vivía. La magia de la luna llena hizo el resto para que acabase en su balcón, y de allí al salón donde su caperucita de bragas rojas le esperaba apoyada en la gran mesa de madera enroscada en un transparente mantón de flecos que resaltaban todas sus femeninas curvas.
Estaba radiante, y sonreía de una forma tan insinuante que el hambriento lobo se permitió tomarse un instante para relamerse ante la lujuriosa imagen de mujer que se ofrecía tan perversamente entregada e inocente...
Las bragas rojas destacaban sobre la blanca piel después de que el mantón cayese al suelo casi a cámara lenta, y ya no hubo freno posible que parase a la bestia. Saltó sobre aquél palpitante cuello con el deseo de hacerla suya y volar juntos al paraíso privado donde sus cuerpos se volvían uno, donde la caperucita de bragas rojas devoraba cada noche al canoso enmascarado hasta que lograba hacer salir al viejo lobo negro para que este rejuveneciera alimentándose con el jugoso elixir del deseo de su hembra.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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4 comentarios:

  1. COLOSAL.Pese a ser un tema cientos de veces utilizado,consigues mantener encandilado al público.Y es que...en los detalles reside EL INTERÉS. Tú sabes sacarle mucho partido.

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