domingo, 30 de agosto de 2020

ADICTA A TUS TRAVESURAS.

Mi novio es un delicioso y travieso seductor que consigue mantenerme en un estado de feliz excitación en cuanto se lo propone.
Una mirada cómplice, una sonrisa, un guiño, cualquier pequeño gesto hace que mis sentidos se alteren sabiendo que en su inquieta mente alguna "maldad" se está preparando.
Y sabe que no puedo negarle nada.
Sabe que me encantan sus juegos y su manera de llevarme a gozar de una manera tan increíble que me hace sentir como nunca antes me había sentido. Mi cuerpo se estremece con solo pensarlo, y mi mente comienza a saborear esa sensación de saberse deseada reconociendo ser una viciosa y juguetona pecadora que goza sin pudores de su ardiente feminidad.
Me tiene enamorada, feliz y excitada. Libre y conscientemente enganchada a disfrutar entre sus brazos.
Aunque otras veces me incita a cumplir sus "ordenes" en la distancia. Como esta tarde, enviándome un mensaje en el que pedía que mis manos jugaran bajo mi vestido, que acariciara el pequeño tanga de encaje que acabo de confesarle que llevo. El juego continuaba con el encargo de escribir una pequeñas líneas contándole con todo lujo de detalles las sensaciones antes y después de ese lujurioso juego.
No era el momento apropiado, pero solo pensar en ello logró que el calor comenzara a recorrer mi cuerpo. Cuando por fin pude tener un instante de soledad y mis manos llegaron a ese delicado encaje, ya pude descubrir una cálida humedad empapándolo.
Mis dedos comenzaron a moverse al mismo tiempo que en mi cabeza imaginaba que eran sus dedos los que buscaban abrirse paso bajo mi tanga. Notaba gotas de sudor bajando por mi espalda, y otras bañaban mi escote, y ya no pude parar. Otro maravilloso orgasmo acompañada por mi demonio particular que consigue que me tiemblen las piernas y que en mi cara se dibuje una pícara sonrisa de placer.
Y ahora toca la segunda parte del juego. Ahora es el momento de disfrutar poniendo en palabras tan lujurioso momento:
"Por fin a solas después de comer, en esa merecida pausa tan reconfortante en la que libero mi mente y mi cuerpo de obligaciones y tareas pendientes.
Dispuesta a cumplir el sugerente encargo de mi perverso demonio. Tras tanto tiempo pensado en ello, esperando llegar a la soledad de mi cuarto, el encaje de mi tanga reclama las caricias de mis dedos.
En mi mente son los suyos, y ese contacto mágico convierte la ligera humedad en una ardiente sensación que hace que no pueda seguir pensando.
Mis manos actúan con precisión agarrando con fuerza mis nalgas sin dejar de moverse acelerada y decididamente sobre esa empapada tela con la urgencia provocada por la infrenable excitación.
Me empapo por momentos y el ritmo va creciendo hasta que, sin mucha demora, llega la liberadora explosión. 
Saboreo unos instantes de calma sobre la cama antes de volver a la rutina habitual, no sin antes quitarme el tanga y comprobar el estado en que ha quedado. Y no puedo evitar sonreír pensando lo mucho que le gustaría a mi travieso Milord tenerlas ahora mismo en su mano sabiendo que él es el culpable de su estado. Y esa imagen consigue que todo mi cuerpo vuelva a estremecerse..."

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

martes, 25 de agosto de 2020

UNA TARDE DE VERANO.

Desnudos, sudorosos y excitados sobre las sábanas revueltas de una cama que rezuma olor a sexo salvaje.
Sin poder dejar de acariciarnos. Sin poder frenar los incesantes temblores que recorren nuestros ardientes cuerpos, gozando de esa sensación de sentirse deliciosamente agotados.
El sopor acaba por apoderarse de ambos. Pero antes nuestros cuerpos se enredan y las manos buscan cálidos rincones donde agarrarse con fuerza.
Una siesta reparadora que hará que cuando despertemos, el deseo nos convertirá en dos poderosos imanes que se atraen buscando volver a poseerse sobre la cama de esa habitación que nuestra pasión ha transformado en el santuario secreto donde damos rienda suelta a nuestra lujuria.
Una cálida siesta tras la cual nuestras bocas volverán a querer llenarse con ese sagrado elixir que golosamente nos entregamos poseídos por las insaciables ganas de sentirnos el uno parte del otro.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

viernes, 21 de agosto de 2020

CUANDO ÉRAMOS LIBRES...

 Nos presentaron una noche de verano cuando aún no existía la pandemia, y se podía salir de copas sin restricciones horarias, y no sabíamos nada de mascarillas. 
Así que fue fácil quedarse embobado mirando su deslumbrante sonrisa. Y ya no pude dejar de mirarla mientras parloteaba nervioso.
Y salimos a la calle a fumar. Tampoco estaba prohibido, y no teníamos que soportar la mirada acusadora de los inquisidores del humo que ahora "vigilan" las calles.
Entre calada y calada, ella no dejaba de sonreír sin apartar la mirada. Casi como dos náufragos de la noche que llevan demasiado tiempo soportando una frustrante soledad y que no quieren dejar de disfrutar de la magia de mirarse.
Supe al instante que tenía que robarle un beso y probar esos labios rojos, que no podía esperar, no fuera a acabarse el mundo al siguiente amanecer y quedarme sin haber saboreado el néctar de esa boca tan deseablemente apetecible.
Tiré el cigarrillo, rodeé su cintura con mi mano para atraerla con decisión y apretarla contra mi cuerpo. Busqué sus labios y ella no rechazó los míos, y nos pegamos sintiendo el calor de nuestras bocas mientras mi mano buscaba la redondez de aquellas nalgas perfectamente marcadas bajo su ajustado pantalón. 
La sentí estremecerse y suspirar haciéndome temblar, y en aquel momento comprendí que quería seguir agarrado a ese culo y devorando esos labios por el resto de mi vida.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

martes, 4 de agosto de 2020

INCENDIO

Tus firmes manos recorren cada curva de mi cuerpo despertando huracanes que avanzan aceleradamente por mi piel hasta penetrar por mis poros provocando un salvaje e incontrolable incendio que se apodera de todo mi ser.
Con gemidos y suspiros intento frenar la lujuria, pero tus caricias comienzan a bordear los limites de mi pantalón. Y ya no sé si son tus mágicos dedos, o esa pasión con la que me miras sin dejar de relamerte, lo que aumenta el calor que empapa de sudor mi ropa.
No quiero que pares. Quiero que sigas con esa deliciosa tortura que me conduce a una desenfrenada locura, y deseo que me quites la ropa y que empieces de nuevo a recorrerme, pero esta vez con esos labios y esa lengua traviesa que me hace estremecer mientras jadeo sumida en el éxtasis de entregarme a regalarte el elixir que explota entre mis piernas.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados 
 
 
 
 

sábado, 1 de agosto de 2020

LA CABAÑA DE LA MOLINERA. (EPÍLOGO)



Ha pasado casi un año desde mi llegada a la cabaña de la molinera con la intención de desconectar de la vida rutinaria y monótona en la que había estado enredado durante tantos años.
Y ahora que me he atrevido a poner en palabras esos momentos tan sorprendentes en los que me vi envuelto al poco de llegar, siento una gran liberación y la placentera satisfacción de saber que esa decisión fue la más acertada de mi vida.
Aunque al principio todo era lo menos parecido a la calma que buscaba, los días fueron conduciéndome hacia esa deliciosa locura donde descubrí realidades imposibles ni siquiera de imaginar. Conocí mundos y seres sorprendentes en cuya compañía aprendí a aceptar y a disfrutar de formas de vivir y de pensar totalmente diferentes, con valores tan intensos y con tanto respeto y amor que se me hace imposible imaginar la vida lejos de esas condiciones.
Y Xana, esa deslumbrante y apasionada criatura, esa mujer ardiente que ha hecho girar mi mundo por completo volviéndome loco y enamorándome cada amanecer con sus grandes ojos verdes, ha logrado que cada segundo a su lado me sienta el hombre más afortunado de la tierra.
Como ya habréis deducido, tras la noche del ritual que pasó con sus hermanas de bautismo y la abuela loba, Xana se quedó conmigo en la cabaña y sigue ocupándose de sus obligaciones entre los dos mundos, pero ahora sin desaparecer. La sargento Noriega y la doctora Amor pasan de vez en cuando a saludar haciendo el papel de atentas cuñadas alegres por ver a su hermana feliz. Incluso las gentes del pueblo han dejado de observarme con cara de pocos amigos, y las veces que me acerco por allí, casi me tratan como a uno de ellos. Y por supuesto, en mis paseos por el bosque, la mayoría en compañía de Xana, la gran loba gris ya no vigila mis pasos, ahora se acerca a saludar agradecida y confiada.
Unas sensaciones que me han llevado a ese relax y a esa paz que tanto anhelaba y que me hacen gozar de esa bonita sensación que tienes cuando la vida te confirma que has elegido el camino adecuado.
Y todo ello junto a esa insaciable diosa con cuerpo de hembra diseñada para incitar al pecado. Nieta de una loba, ahijada de la diosa Gaia, heredera de un linaje ancestral, enamorada de un simple mortal y que ha elegido compartir parte de su existencia terrenal conmigo.
Y yo envejeceré, y ella seguirá eternamente joven.
Pero eso llegará en su momento. Ahora toca vivir y saborear cada beso de su boca, cada caricia, cada momento entre sus brazos, agradeciendo el maravilloso regalo de tenerla desnuda en mi cama cada noche y poder tocar el cielo con las manos cuando nos entregamos con esa ardiente lujuria que solo las almas libres y apasionadas son capaces de crear.
Todo lo demás, forma parte de otra historia que puede llegar a ser tan asombrosa como esta y que merecerá la pena descubrir juntos y dispuestos a dejarnos sorprender saboreando cada instante.

LA CABAÑA DE LA MOLINERA. (DECIMASÉPTIMA PARTE)



Subimos a la habitación y nos metimos en la cama sin dejar de besarnos y acariciarnos. Pero ella se apartó de repente mordiéndose los labios y con cara de estar haciendo un gran esfuerzo, y tras pedirme que me quedara al otro lado de la cama, dijo que lo sentía, pero que debía seguir escuchándola.
 - Ya habrás entendido quien soy, e imagino que tendrás dudas y preguntas. Es el momento de terminar de aclararlo todo para que puedas decidir libremente. Mañana es un día muy importante, es nuestro cumpleaños, y en la medianoche debemos reunirnos en el altar sagrado del río.
 - ¿Tiene algo que ver con ese linaje antiguo?
 - No exactamente, pero entiendo que te intrigue algo tan desconocido para la inmensa mayoría de los hombres.
 - Me intriga, y además quiero saberlo todo de ti.
 - Somos parte de un linaje casi extinguido de humanos con habilidades físicas y mentales especiales que nos permite convivir en el mundo de los mortales y en el de los seres espirituales. Somos mortales, pero podemos elegir cuando hemos vivido suficiente, y tenemos el don de no envejecer y permanecer con la misma apariencia durante nuestra vida.
 - Eso quiere decir qué no tienes esos treinta y pocos que aparentas...
 - No. En realidad mañana cumpliremos un siglo de vida, y por eso es una fecha un poco más importante.
 - ¡Impresionante!, ¡cien años! Ahora puedo entender la forma de actuar de los vecinos del valle. Situando la historia que me has contado en esa época más lejana, se comprende la realidad que estaban viviendo y su respuesta ante quienes tenían el poder y el control.
 - Claro. Y aunque hubo momentos en los que llegamos a sentir odio, no queda otra que aceptar que para ellos no hubo opciones de actuar de otra manera. Pero volviendo al ritual de mañana, debes saber que tiene que ver con Bega y que tu participación es primordial.
 - Esa parte me tiene muy descolocado. Me resulta complicado imaginar como un tipo normal y corriente puede ayudaros si todas sois tan poderosas y tenéis esas capacidades místicas, espirituales o como quieras llamarlas.
 - Te cuento. Cada cinco años, a través de una ceremonia a la luz de la luna en la gran piedra donde llevaste la caja de madera con nuestras braguitas, usando la sangre de un mortal puro y honesto que haya aceptado libremente entregarla, Bega puede recuperar durante una noche su condición humana, y podemos reunirnos con ella y abrazarla. Podemos disfrutar y celebrar una especie de reencuentro familiar con una abuela que lo entregó todo por nosotras sin pensar en más que en nuestro bienestar.
 - Suena muy bonito y emocionante, pero... ¿yo puro y honesto?, ¿tengo que aceptar entregaros mi sangre?
 - ¡Ja, ja, ja!, ¡tendrías que verte la cara ahora mismo! Tranquilo, esto no es una película de vampiros, ni vamos a descuartizarte para desangrarte y devorarte. Te recuerdo que una de mis hermanas es la doctora, y no necesitamos más que unas cuantas gotas de sangre en el lugar y el momento adecuados. Será igual que si fueras a donar sangre, o como si te tomaran muestras para una analítica.
 - Bueno, eso ya resulta mucho menos inquietante. Pero claro, con todos esos personajes y escenarios de criaturas mágicas y mundos que ni siquiera sabía que podían existir, mi cabeza ya estaba imaginando una película de terror.
 - Pues no tienes que preocuparte, es todo mucho más simple, natural y aséptico. Y en cuanto a lo de puro, no hay ninguna duda que lo eres. Desde el primer momento que la gran loba gris detectó tu presencia, pudo oler y sentir esa cualidad en ti, y te aseguro que es algo que, por desgracia, no siempre logramos encontrar.
 - En fin, no seré yo quien dude del olfato y la intuición de una loba, ni de la mujer que habita en ella después de todo lo que me has contado sobre su poderosa personalidad y su manera de actuar.
 - Haces muy bien. Ella te eligió y luego fuimos acercándonos una a una a ti para poder conocerte e ir preparando el terreno dejándote pistas y señales que despertaran tu curiosidad o te alejaran de este lugar.
 - Lo habéis logrado. Habéis despertado mi curiosidad y muchas sensaciones que pensaba había perdido después de tantos años viviendo en automático. ¿Y si hubiera salido corriendo?, creo entender que si el ritual no se puede celebrar mañana, tendríais que esperar otros cinco años.
 - Así es. En todos estos años, solo hemos podido pasar seis noches con la ella.
 - Entonces no os quedaréis sin abrazarla por mi culpa, además, no podría negarme a nada que tú me pidieras. 
 - No te imaginas lo feliz que me hace oír eso. Tengo que confesar que desde el primer día que te vi en la carretera supe que eras el indicado. Lo que no entraba en mis planes, y que me costó asumir, fue aceptar que esta vez estaba naciendo en mi interior algo nuevo que nunca hasta ahora había sentido por nadie. Por eso traté de apartarme, por eso hice intervenir a mis hermanas para intentar no involucrarme personal y emocionalmente.
 - Me queda una duda. Después del ritual, ¿qué pasó con quienes os ayudaron otras veces?, ¿y qué va a pasar conmigo?
 - Ya te he dicho que esta vez está siendo todo muy diferente. Las otras veces, cada uno siguió su camino y nosotras continuamos con nuestra vida y nuestras ocupaciones, pero nunca hubo implicaciones de otro tipo, ni se despertaron emociones y pasiones como las que tú has hecho brotar en mí. Sigues siendo libre para decidir que hacer, pero yo no voy a negar que las ganas de tenerte entre mis brazos cada noche hacen que desee con todo mi cuerpo y mi alma que te quedes, que deseo sentir tus besos y tus caricias cada amanecer, que por primera vez en mi vida me siento feliz, excitada y enamorada, y sería un delicioso placer apostar por algo duradero junto a ti.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados
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LA CABAÑA DE LA MOLINERA. (DECIMASEXTA PARTE)





Había permanecido inmóvil, pegado a su cálido cuerpo desnudo, escuchando en silencio sus palabras.
Su dulce voz, la intensa y sincera naturalidad con la que había estado contándome la historia, me trasladó a los parajes de aquel mágico bosque logrando que me metiera de lleno en el relato, e incluso había podido participar del dolor y la angustia que aquellas mujeres habían vivido.
Me había contado una parte suya, tan intima y tan profunda, que ahora parecía agotada. Me deslicé con cuidado, y tras arroparla con delicadeza, dejé que durmiera un rato, y tras ponerme un pantalón salí a la entrada de la cabaña con un café y un cigarrillo.
Mirando el hermoso entorno que me rodeaba, me costaba imaginar que aquel paisaje que transmitía tanta paz pudiera haber sido escenario de tan tristes y oscuros acontecimientos. 
Tampoco podía entender el comportamiento de la gente del pueblo. Una manera de actuar imposible de comprender desde la perspectiva de los tiempos actuales sin haber vivido aquella época que parecía más cercana a la Edad Media que al siglo veintiuno.
Al menos, ahora tenía claro quienes eran Xana y sus hermanas de bautismo. También pude entender la naturaleza de aquella presencia que tantas veces había percibido en mis caminatas solitarias, y comprendí esa sensación de sentirme vigilado y protegido. Supe claramente que la gran loba gris nunca había supuesto ningún tipo de amenaza para mí, y que, más allá de su imponente imagen de animal salvaje, en su interior habitaba una poderosa mujer, una bruja capaz de enfrentarse a todo para defender y pelear contra la injusticia aun a riesgo de salir ella misma perjudicada.
Muchas de las preguntas que habían retumbado en mi cabeza durante las últimas semanas acababan de ser respondidas. Pero otras aparecían y de nuevo mi mente comenzaba a dar vueltas. Buscaba entender que papel podía tener un tipo normal y corriente entre aquellos seres de naturaleza espiritual. Y tampoco sabía nada de ese linaje de los Dúnedain del Norte, y visto lo visto, por muchas vueltas que le diera a mi inquieta y curiosa cabeza, manejar información sobre esos desconocidos mundos encantados se escapa a los razonamientos a los que estaba acostumbrado.
Apuraba el cigarrillo deseando que Xana despertara, con ganas de abrazarla de nuevo y saber más. Y un instante después, como si pudiese escuchar mis pensamientos, aquella escultural criatura salía al porche completamente desnuda.
Ahora conocía su naturaleza especial, pero para mí, su presencia ya era digna de la adoración que se merece un ser celestial. Poseía la magia de tener la sensualidad por bandera, la dulzura de la sonrisa de una niña traviesa y esa brillante mirada hechicera capaz de hacerte estremecer sin rozarte.
Me abrazó con fuerza, su boca volvió a devorar la mía y mis manos respondieron agarrando sus perfectas nalgas de diosa. Mi cuerpo temblaba al compás que marcaban sus suspiros y ya no pude pensar en nada que no fuera caer de nuevo en la tentación de su apasionada lujuria y dejarme llevar al delicioso infierno del pecado.
Su boca y su lengua recorrieron mi cuerpo haciéndome gozar para terminar entregado a la locura y poseerla allí mismo, de pie, contra la barandilla del porche, sintiendo que no había otro lugar en el universo donde quisiera estar, y reconociendo que, aún sin saber que quería de mí, le entregaría todo lo que ella me pidiera con tal de poder seguir muriendo de placer pegado a su ardiente piel.
Aquel ser increíble e insaciable era mi dueña y señora, y ver su cara cuando temblaba retorciéndose entre mis brazos se había vuelto mi completa perdición. Seguía hambrienta y yo dispuesto a alimentarla las veces que hiciera falta, y nos entregamos a vaciarnos sin reservas, sin más objetivo que empaparnos y llenarnos el uno del otro gozando intensa y salvajemente de ese deseo carnal que nos hacía terminar exhaustos sintiéndonos cada vez más unidos y más completos.
Luego, aún jadeando, entramos dispuestos a saquear la nevera y reponer fuerzas, y ella, suspirando, mirándome con aquellos grandes ojos verdes, no dejaba de repetir que no estaba previsto que las cosas ocurrieran así, que nunca se había imaginado sentirse tan entregada al deseo, tan excitada y con tantas ganas de gozar de su condición femenina. Decía sentirse sorprendida y feliz por tenerme, y aseguraba que era todo culpa mía por hacerle gozar como nunca nadie lo había hecho.
Yo no daba crédito a las palabras que salían de su boca. Me resultaba imposible creer que alguien pudiera tener aquel cuerpo de diosa en sus manos y no adorarla, recorrerla, besarla, comerla y amarla con toda la pasión y dedicación que se merecía tan adorable criatura.
La abracé, la besé, le dije que me tenía loco, excitado y enamorado, que nunca había conocido a nadie como ella, pero que el mérito no era mío, que el sexo, como tantas otras cosas en la vida, es un juego de dos, que ambos éramos culpables de tan maravillosa locura.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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