martes, 26 de abril de 2022

FASCINADA CÓMPLICE.

Lo reconozco. La primera vez que ocurrió tuve una extraña sensación y llegó a pasar por mi cabeza la idea de estar ante una situación un poco rara. Pero mi innata curiosidad, y sobre todo, la confianza y tranquilidad que él me había transmitido con su forma de tratarme desde el primer momento, me hizo no pensar y darle una oportunidad a aquel novedoso juego.
Llegué a su casa y me recibió tan encantador y delicado como de costumbre. Mimos, abrazos, besos, y esas caricias suyas con las que recorría mi cuerpo con esa mezcla de ternura y perversión. Una combinación tan seductora con la que lograba encenderme con asombrosa rapidez volviéndome una mimosa adicta a su apasionada manera de enredarme entre sus brazos.
Con toda mi piel erizada, me llevó casi flotando a la habitación. Sobre la cama, un sugerente y corto camisón negro de tirantes prácticamente transparente, unas mínimas braguitas blancas y unos zapatos de tacón de aguja. Un inesperado regalo que elevó aún más mi excitación. Pero cuando se colocó tras de mí y me pidió permiso para vestirme susurrando cerca de mi nuca, una sombra de incertidumbre me hizo estremecer.
Nunca me habían dicho algo así. Siempre se ofrecían a desnudarme, y la idea de querer vestirme me sorprendió y me llevó a pensar en un fetichismo extraño haciendo que en mi mente apareciese la duda. Unos segundos de bloqueo sin saber que decir que él percibió y respetó diciendo que todo estaba bien sin parar de besarme en el cuello y sin dejar de abrazarme y acariciarme.
Y me dejé llevar. Con un poquito de rubor y temor, la morbosa curiosidad, la delicada manera de guiarme, lograron que mi cuerpo se relajara y mi mente se abriera.
Sorprendentemente para mí, resultó ser una ardiente y excitante forma de alborota mis sentidos. Primero me desnudo por completo para luego ponerme con ternura los zapatos entre mimos y miradas que parecían acariciar mi piel. Después, con extremada lentitud, fue subiendo las pequeñas braguitas asegurándose que quedaran bien ajustadas por todos lados mientras suspiraba y se relamía disfrutando al recorrerlas y notar como se empapaban.
Cuando la sedosa tela del camisón cubrió mi pecho rozando mis pezones, todo mi cuerpo temblaba sin reparos, y mis suspiros acompañaban a los suyos. Él seguía mirándome como si fuera la primera vez que me veía, como si mi cuerpo tuviera magia, y me sentí especial, poderosa, deseada e incluso indecente y perversa. Y él continuaba dando vueltas a mi alrededor clavando sus ojos en todo mi cuerpo con descaro sin tocarme, pero tan cerca que podía sentir su cálida y acelerada respiración erizando todos los poros de mi piel. Me pedía que gozara, que me mostrara y presumiera orgullosa de mi deslumbrante condición de traviesa y adorable mujer sensual.
Y así, a pesar de las dudas iniciales, me convertí en su cómplice, en una complaciente esclava que se derrite dejando que su amado y travieso señor Legna la vista y la transforme en una ardiente e insaciable criatura que confiesa sentirse afortunada por coincidir en esta vida con un ser tan maravilloso y seductor.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

 

martes, 5 de abril de 2022

QUE EL AMANECER NOS DESPIERTE.

Te espero desnudo en la cama recordando nuestro último encuentro, calentando las sábanas para ti.
Llegas puntual. Directa a la habitación con esa pícara sonrisa y ese brillo en la mirada que hace que no puedas disimular las ganas de acurrucarte entre mis brazos.
Te quitas la ropa poco a poco, relamiéndote mientras me vas regalando el delicioso espectáculo de tu cuerpo, sin dejar de mirarme, saboreando el momento, gozando al ver el deseo en mis ojos que son incapaces de dejar de recorrerte.
Completamente desnuda, te metes en la cama cubriéndome con tu cálido y erizado cuerpo haciéndome suspirar cuando tu boca se apodera de la mía con apasionada lujuria, logrando que me sienta el más afortunado de los mortales.
Me vuelvo loco viendo como cada centímetro de tu piel se estremece con el roce de mis dedos mostrando sin pudor el placer que te va invadiendo y ya no puedo parar. Mis manos se pierden por los encendidos recovecos de tu ardiente anatomía convirtiendo tus gemidos en jadeos intensos entre los que escucho tus súplicas pidiendo que no pare, ofreciéndote a ser poseída.
Disfruto golosamente sintiendo, oliendo y oyendo como explotas y te abrazo con fuerza acompañándote en un frenético y acompasado ritmo que nos lleva a gemir y temblar totalmente entregados al placer hasta vaciarnos el uno en el otro para terminar fundidos y exhaustos antes de que la calma nos haga entrelazarnos esperando que el amanecer nos despierte para volver a amarnos.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados