lunes, 25 de junio de 2018

OTRO DÍA EN LA OFICINA. (CUARTA PARTE)

Nunca pude olvidar aquella noche, y menos durante los últimos días de clase antes del verano. Y aunque Marta seguía manteniendo la distancia, yo no podía evitar estremecerme cuando la veía... hasta podía sentir su olor y su sabor, sobre todo en aquellas solitarias noches adolescentes...
El curso terminó. Supe que ella se había marchado a Londres como todos los veranos, mis padres decidieron mudarse para estar cerca de mí en la Universidad. La recordaba, seguía pensando en su cálida piel, pero la vida seguía y el tiempo fue dejando aquella mágica noche en un maravilloso capítulo que siempre estaría presente, pero nuestros caminos se habían separado... hasta ahora...
Así que tocaba dejar el ensoñamiento y los recuerdos y volver a la realidad del trabajo. Durante el resto de la semana, Marta fue reuniéndose uno a uno con los demás miembros del equipo, y todos salían de la reunión diciendo que les había hecho prometer no dar detalles, que así todos tendríamos la oportunidad de no ir con prejuicios ni con nada preparado de antemano. Al final, el viernes por la tarde ya habían pasado todos, menos Luisa y yo, y no quedaba otra que esperar ese momento a solas con ella, y seguir dando vueltas a la incertidumbre de saber que pasaría cuando estuviéramos frente a frente... yo había descubierto su identidad, pero... y ella?, me habría reconocido?, o simplemente, el tiempo había hecho lo inevitable logrando que ni siquiera se acordase de mí?, y empezaba a pensar que para ella, lo más probable fuese que aquella noche no había supuesto un recuerdo tan deliciosamente tierno e intenso.
El sábado llegó, y las tareas pendientes de la casa fueron ocupando la mañana. Después de comer, buscaba un poco de relax en el sofá cuando llegó un mensaje de Luisa diciendo que tenía invitaciones para la inauguración de un club privado con temática BDSM, que me recogía a las nueve para cenar algo antes. Una tentadora oferta para un sábado que se estaba volviendo demasiado tranquilo.
Además, no sabía decirle no a Luisa. Habíamos coincidido en otros equipos comerciales y se había creado entre nosotros una amistad especial. Nadie sabía de nuestra relación, pocos entenderían que dos personas que se compenetraban tan bien no estuvieran viviendo juntos, pero la realidad era que los dos estábamos muy bien sin etiquetas ni compromisos, y disfrutábamos sinceramente de maravillosos momentos donde las horas volaban sin darnos cuenta.
Luisa es una mujer de esas que ahora llaman "curvis", con unos kilos de más y que rezuma sensualidad por todos los poros de su cuerpo. Siempre elegante y llamativa, siempre con una encantadora sonrisa y una mirada llena de luz... Pero su mayor atractivo era su mente curiosa y perversa, su alegría contagiosa, su ausencia de complejos y prejuicios...
Habíamos descubierto rápidamente nuestra espectacular conexión, y la política de las empresas de evitar las relaciones entre compañeros nos llevó a una historia secreta en la que la única regla inquebrantable era seguir gozando de todo aquello que hiciera vibrar nuestras mentes y nuestros cuerpos.
Siempre manteniendo los tres principios básicos de cualquier tipo de relación, comunicación, sinceridad y respeto, iban pasando los meses y ya habíamos dejado de contarlos. Su sensualidad y su apasionada forma de disfrutar del sexo eran el complemento perfecto para aquellas larguísimas charlas con las que yo gozaba tanto o más como cuando recorría la sabrosa piel que cubría sus voluptuosas curvas.
Con el tiempo, me fue contando su pasión por el Sado, por su estética, por los juegos y roles que le daban al sexo un punto de perversión y compenetración basado en la plena confianza. Siguió guiándome por aquel desconocido mundo para mí, y aunque ninguno de los dos llegábamos a extremos muy duros, encontramos un lugar nuevo donde experimentar nuevas sensaciones.
Así que un nuevo club cerca era el plan ideal para una noche de sábado, la escusa perfecta para acabar pasando la noche juntos y despertarnos el domingo desnudos, enredados, oliendo a sexo... el guion adecuado para dos almas solitarias que sabían gozar de la excitante y lujuriosa compañía del otro...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 14 de junio de 2018

OTRO DÍA EN LA OFICINA. (TERCERA PARTE)

Después de aquel episodio, mi manera de mirarla en clase cambió radicalmente. Incluso algún compañero se había dado cuenta y se aprovechó de ello para reírse a mi costa sin que yo supiera muy bien que decir... Pero ella seguía manteniendo las distancias, seguía con aquel gesto suyo de enfado con el mundo.
Tenía muy grabada la imagen de su tatuaje, y el recuerdo de aquel sincero y cálido abrazo perturbaba mis hormonas adolescentes.
Pasaron las semanas y todo volvía a la rutina de las clases y los entrenamientos, y aunque yo pasaba habitualmente por delante de su portal con la esperanza de encontrarla, no hubo más contacto que el compartido en las clases en las que coincidíamos.
Sobra decir que seguía manteniendo el secreto de lo ocurrido aquel día.
Llegué a pensar que ella estaría tratando de borrar de su mente todo aquello, que el verme no hacía más que recordárselo, y que por eso evitaba cualquier tipo de contacto. Y así, cuando ya quedaban pocas semanas para terminar el curso, ya me había hecho a la idea de quedarme con el bonito recuerdo de su suave cuerpo pegado al mío, cuando una tarde, volviendo como de costumbre del entrenamiento, al pasar delante de su portal, la oí llamarme...
Me hizo entrar en el portal y me abrazó. El olor de su cuello y de su pelo me hizo temblar, y medio en una nube, escuché sus palabras cerca de mi oído agradeciendo mi silencio, diciendo que no se había olvidado de su promesa de contarme la historia del tatuaje... Intentando controlar mi nerviosa excitación, me aparte un poco para decirle que no tenía que hacerlo si no quería, pero ella insistió, dijo que quería hacerlo, que estaba sola en casa, que su madre trabajaba esa noche y que estaríamos mejor en casa sin vecinas cotillas poniendo la oreja...
No me dio tiempo a contestar. Comenzó a subir las escaleras y la seguí con el corazón latiendo a mil por hora. Pensé en preguntar si su padre también trabajaba por la noche, pero recordé que era hija de madre soltera (otra de las cosas que la convertían en "gente rara" señalada por aquella época oscura en la que crecíamos). Así que entré en su casa tras ella y me senté a su lado en un viejo sofá, y ella me miraba y sonreía, y ahora no estaba con cara de "bicho raro", ahora era toda luz... y yo todo nervios...
Por si fuera poco, Marta se bajó la cremallera de su cazadora de cuero para quitársela con pasmosa naturalidad y quedarse en sujetador. Aquello era mucho para mi acalorado estado, y mis ojos no sabían si mirar el gran lobo tatuado o aquel pequeño sujetador de encaje negro y transparencias. Ella, sin dejar de mirarme y sonreír, comenzó a hablarme de su hermana mayor que vivía en Londres; me contó que pasaba los veranos con ella, que trabajaba en un estudio de tatuaje y que ella se lo había hecho como regalo para que recordase que siempre sería su loba protectora.
Yo asentía con monosílabos tratando de mostrar atención al tatuaje y a sus palabras, pero los ojos se me iban una y otra vez a su maravilloso pecho. Quería disimular, mostrar tranquilidad, pero era evidente que era la primera vez que una chica se mostraba así ante mí, y ella empezó a sonreír más claramente y se acercó... cogió mi mano y la llevó bajo aquella tela transparente... y comenzó a besarme mientras me iba diciendo entre beso y beso que me relajara, que disfrutara, que me dejase guiar, que ella me enseñaría... Y yo, más asustado que nunca en mi vida, me dejé guiar...
Ella se ocupó de todo, de desnudarse, de desnudarme, de llevar mis manos, mis dedos y mi lengua por todos los rincones de su cuerpo. Fue marcando el ritmo y frenando mi excitación en una clase magistral donde ella, una hermosa diosa guerrera, instruía a un virginal adolescente que aquel día se convertía en hombre...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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domingo, 10 de junio de 2018

OTRO DÍA EN LA OFICINA. (SEGUNDA PARTE)

Las ganas de meterme en la red buscando alguna pista sobre Marta me han hecho irme a casa directamente del trabajo sin hacer la parada habitual en el bar de la esquina. Con la escusa de tener que poner la lavadora, me libré de Luisa y de los otros dos compañeros de cervezas de los lunes para llegar rápido a quitar el traje y la corbata y sentarme frente al ordenador.
Pero tras un rato de búsqueda por las principales redes sociales, poco o casi nada tengo en claro sobre mi nueva jefa. Me levanto a por un café y con la segunda calada del cigarrillo, al volver a posar la vista en la pantalla, un detalle en una foto de lo que parece un día familiar en la playa, llama mi atención...
La imagen es antigua y no tiene muy buena calidad, pero solo necesito ampliarla un poco para reconocer el inconfundible tatuaje que lleva una de las chicas de la fotografía, Y en ese momento lo entendí todo...
Me dejo caer en el sofá apurando el cigarrillo, y mi mente retrocede a la época del instituto...
Durante los cuatro años en el instituto, tuve tres compañeras que se llamaban Marta, "la gafas", "la rubia", y Marta García, "la bicho raro" (el concepto bullying era algo desconocido aún, y los motes formaban parte del día a día, y más cuando coincidían los nombres). Tengo que admitir que a costa de la que ahora aparecía como mi nueva jefa de departamento hacíamos muchas bromas, nos reíamos de su imagen, de su ropa oscura, de su habitual gesto de mal humor como enfadada con el resto del mundo... Era lo que hoy llamarían una friki solitaria que iba siempre a su bola...
Mi relación con ella siempre había sido distante, casi inexistente, hasta el invierno del último curso...
Vivíamos en una pequeña ciudad minera del norte. La niebla, la llovizna y el frío, hacían que durante los meses de invierno, a las nueve de la noche fuera prácticamente noche cerrada, y las calles estuvieran casi desiertas, además de lo mal iluminadas que salían estar. Una de esas tardes, volviendo del entrenamiento con el equipo de baloncesto, al pasar al lado de un oscuro callejón a un par de manzanas de mi calle, un ruido me hizo girar la cabeza... pensé que sería algún animal rebuscando en los cubos de basura, pero cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad, vi la silueta de dos personas forcejeando, y pude distinguir claramente los ahogados sollozos de una mujer.
Mi reacción fue instintiva. Corrí hacia ellos gritando que la soltara, y cuando llegué a su altura, vi a Marta, con la falda y las bragas por los suelos mientras un tipo enorme (o eso me pareció a mí) la apoyaba contra la pared poniéndole un cuchillo en la garganta. Mi aparición coincidió con el momento en el que él se bajaba los pantalones, y yo aproveché la sorpresa para lanzarle la bolsa de deporte que llevaba al hombro... sin pararme a pensar, salté hacia él lanzando una patada a sus costillas (veía muchas películas de Bruce Lee de aquella...). El tipo cayó hacia un lado y yo agarré mi bolsa con una mano mientras le cogía el brazo a una Marta paralizada por el pánico para hacerla salir corriendo de allí.
Corrimos como locos un par de calles hasta encontrar un portal abierto donde escondernos a recuperar el aliento. Allí, tras comprobar que el indeseable tipejo no nos seguía, la ayudé a recomponerse la ropa sin dejar de preguntarle si estaba bien, si le había hecho "algo". Quise llevarla a la policía, o al hospital de la Cruz Roja que había allí cerca, pero ella solo decía entre sollozos y temblores que no había pasado nada, que yo había llegado justo a tiempo, y que nadie debía saber nada de aquello, que terminarían por culparla a ella y sería aún peor. Por desgracia, en aquella época, las cosas funcionaban de una manera tan triste que no pude más que reconocer que tenía razón. Y a pesar de la efervescencia rebelde de los diecisiete años, no dejábamos de ser dos críos asustados y lo único que supimos hacer fue abrazarnos y llorar.
No recuerdo cuanto tiempo quedamos inmóviles, fuertemente abrazados en silencio hasta que ella me apartó con delicadeza y tras limpiar las lágrimas de mi cara con su mano, me hizo jurar que nunca contaría aquello a nadie. Cuando por fin logré convencerla de que sería así, ella prometió recordar siempre que yo la había salvado, y luego terminó de vestirse, y yo pude ver con claridad el enorme lobo que tenía tatuado desde el borde de su sujetador hasta más abajo de la cintura. Un tatuaje espectacular en unos tiempos en los que los tatuajes eran cosa de marineros, legionarios o presidiarios, pero que a mí me pareció lo más bonito que había visto en mi vida...
Salimos a la calle, y sin cruzar palabra, la acompañé hasta su portal, que resultó estar a pocos metros del mío, y una vez allí, me hizo pasar dentro para volver a insistir en mi juramento de guardar silencio y en su eterno agradecimiento, y luego me besó intensamente en los labios... y aquel fue el primer beso de verdad que una chica me daba, nada que ver con aquellos juegos de adolescentes llenos de nerviosa timidez...
Demasiadas emociones para un crío imberbe. En aquel momento, era yo el paralizado que se quedaba embobado mirando como "la bicho raro" subía las escaleras y se giraba para guiñarme un ojo sonriendo con un brillo que nunca había visto en aquella cara, antes de darme de nuevo las gracias y decirme que si respetaba nuestro secreto, quizás algún día se animase a contarme la historia de aquel  tatuaje en el que tanto me había fijado...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 7 de junio de 2018

OTRO DÍA EN LA OFICINA. (PRIMERA PARTE)

Reunión del departamento comercial a primera hora de la mañana para presentarnos a la nueva jefa del departamento. Llega con fama de dura, de ser tajante con sus decisiones y de no temblarle el pulso en cuestiones disciplinarias.
A las nueve y media, el director de la sucursal nos da los buenos días y tras una breve presentación formal, nos deja en la sala de reuniones a ocho expectantes comerciales a solas con la imponente figura de Marta García.
No sé si es una imagen estudiada para la ocasión o es ese su look habitual. Lo que está claro es que ese ajustado conjunto negro de americana y falda de tubo marcando su sinuosa silueta, esos tacones de aguja y ese engominado pelo negro recogido en un perfecto moño ha logrado captar toda nuestra atención con esa imagen casi intimidatoria...
Pocas palabras. Con un tono pausado y seguro. Las necesarias para confirmar que es consciente de su fama y reconocer que esas afirmaciones no son inventadas. Sin mucho más que añadir, nos comunica que a lo largo del día iremos recibiendo en nuestros correos un archivo con las pautas, normas y directrices a seguir en los próximos meses bajo su dirección del departamento. Nos recomienda estudiarlas detenidamente y que nos irá citando esta semana para mantener reuniones individuales con cada uno de nosotros.
Poco después, abandona la pequeña sala, y con el eco de sus firmes pasos aún resonando, nos miramos en silencio antes de dirigirnos a nuestros respectivos escritorios sabedores de que va a ser una semana bastante más intensa de lo normal.
Un poco más tarde, Luisa, la única chica del equipo, se acerca para susurrarme disimuladamente...
--- No he podido evitarlo. He estado imaginándomela vestida de látex y con una fusta en la mano... madre mía!!!, lo voy a pasar mal el día que me toque reunirme con ella a solas...
Y es que a Luisa le va el rollo Sado. Creo que nadie más en la oficina lo sabe, pero hemos pasado algún que otro fin de semana juntos dejándome guiar por su lujuriosa experiencia para conocer ese mundo tan especial y desconocido para mí.
Pero esa es otra historia... interesante, excitante y muy placentera, pero otra historia...
Ahora debo ocuparme de encontrar sentido a esa extraña sensación que tengo desde que la nueva jefa hizo su aparición esta mañana. Y aunque la tremendamente sugerente imagen que Luisa había metido en mi cabeza me había hecho sonreír, había algo más, algo familiar en sus gestos y en su tono de voz, y eso me tenía intrigado y despertaba mi curiosidad.
La jornada fue pasando. El ritmo cotidiano de trabajo fue ocupando las horas y cuando ya pensaba en ir terminando el día, una alerta de correo entrante con el archivo enviado por Marta llama mi atención... y eso me da una idea... buscar información sobre ella en las redes sociales...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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martes, 5 de junio de 2018

FUGAZ APARICIÓN

Hoy la he vuelto a ver. Desde mi coche, en medio del desesperante tráfico de la mañana, mientras esperaba en modo automático a que el semáforo se pusiera verde, la vi pasar caminando por la acera...
Deslumbrante como de costumbre, hablando por el móvil, igual que siempre, acelerada y con prisa.
Y mis ojos se engancharon detrás del vuelo de su falda, sin poder evitar desear volver a trepar por la suave piel de sus muslos, y de nuevo el recuerdo de su inconfundible olor invadió mi mente haciéndome inspirar profundo...
Y en la radio sonando Huecco... "y que hago aquí, mirando al cielo, si te echo de menos..."
Hasta que el claxon del coche de atrás me hizo volver de mi ensoñamiento y reemprender la marcha pidiendo disculpas, logrando que la perdiera de vista.
Pero la monotonía del día de trabajo no ha conseguido sacar de mi cabeza esa fugaz aparición suya. La única luz de una aburrida y gris jornada que me ha llevado a terminar el día en el bar con una mezcla agridulce de sensaciones.
Imposible no sentirme feliz por los momentos compartidos, por haber tenido la ocasión de ser el afortunado mortal que ha podido saborear el elixir del placer entre las piernas de esa diosa con forma humana. Pero consciente de la triste realidad que supone reconocer su ausencia, y más triste aún al admitir la inalcanzable tarea de olvidarla.
Y con la cuarta cerveza, el día parece más oscuro, y mi cabeza se llena de sombras. Sombras que me hacen añorar esos abrazos suyos que traspasaban mi piel logrando que me sintiera acariciado por dentro, esos que fueron poco a poco cerrando viejas cicatrices y juntando de nuevo los cientos de pedazos de mi vieja alma rota.
Una peligrosa combinación la cerveza y las sombras. Perfecta para terminar tumbado en la cama divagando con la idea de invocar al príncipe de las tinieblas y sentarme a negociar cara a cara con el mismísimo Samael el precio a pagar por volver a sentir la magia de ser poseído por esa diosa con voluptuoso cuerpo de mujer...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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sábado, 2 de junio de 2018

DELICIOSA LOCURA...

FOTO: Noelia Fuente.

Y la llamaron loca por reír, por bailar. Y se reían al verla saltar en los charcos... ¡¡¡Pobrecilla, nunca madurará...!!!.
Nunca sabrán que cuando esa sonrisa ilumina su cara, hasta el adormecido corazón de un viejo dragón vuelve a palpitar alocadamente. Nunca descubrirán que esa brillante mirada es capaz de regalar y transmitir calor a cualquier alma con un mínimo de sensibilidad.
¡¡¡Ellos se lo pierden!!!.
Recuerda que el mundo es más bonito cuando sonríes, y que aún quedamos unos pocos locos afortunados dispuestos a seguir disfrutando del maravilloso placer de verte brillar...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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