martes, 22 de noviembre de 2022

LAURA.

Mi mirada se perdió una mañana tras el vuelo de una sugerente falta. Un delicioso regalo para mis ojos siempre atentos a descubrir hermosas imágenes. Unos breves e inolvidables segundos de colorida alegría en aquella mañana gris.
Días después, saboreando un café y un cigarrillo en una terraza, otra falda corta, otros tacones, pero sin duda alguna, las mismas piernas y el mismo contoneante caminar aproximadamente a idéntica hora del día anterior en una calle cercana del barrio. No fue difícil entender que se trataba de una mujer cuya rutina cotidiana la llevaba por aquel lugar, y no pude evitar sonreír pensando en lo caprichoso y travieso que puede llegar a ser el universo.
Mi mente, acostumbrada a imaginar y crear historias, rápidamente comenzó a ilusionarse con la posibilidad de volver a repetir el afortunado momento de contemplar esa imborrable imagen.
Convertí aquel barrio y aquella terraza en recorrido habitual buscando que la diosa fortuna me sonriera otra vez con tan deslumbrante regalo. Pero los días fueron pasando sin que volviera a aparecer su sinuosa figura. No tuve más remedio que conformarme con su recuerdo alimentando mi fantasiosa imaginación.
Hasta esta tarde. Una reunión de vecinos tan aburrida y rutinaria como de costumbre con un primer punto del día algo inusual. Presentación de la nueva propietaria del ático B.
Iba a conocer a mi nueva vecina de puerta, pero un ningún momento llegué a imaginar que el destino tuviera la osadía de poner al otro lado de la pared a aquella criatura radiante de hermosas piernas cuya imagen se había grabado a fuego en la retina de mis ojos.
Y ahora, cenando a solas en mi cocina, me doy cuenta de que poco puedo recordar de esa reunión que no sea su presencia. Soy consciente de su cercanía, y de que además de sus piernas, ahora su sonrisa y sus brillantes ojos claros ya no saldrán de mi cabeza.
Al menos pude saber que se llama Laura.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados
 

jueves, 3 de noviembre de 2022

ROBARLE UN BESO.

Ella no dejaba de sonreír sin apartar la mirada. Y yo, embobado, ya no pude parar de parlotear nerviosamente sin dejar de mirarla. 
Dos náufragos de la noche que llevaban demasiado tiempo soportando una frustrante soledad entregados a disfrutar de la magia de mirarse. 
Supe rápidamente que necesitaba robarle un beso, que tenía que probar esos labios rojos, no fuera a acabarse el mundo al siguiente amanecer y quedarme sin saborear el néctar de esa boca tan deseablemente apetecible. 
Rodeé su cintura con mi mano para atraerla con decisión y apretar su delicado cuerpo contra el mío. Busqué sus labios y ella no rechazó los míos, y nos pegamos embriagados por el calor de nuestras bocas mientras mi mano buscaba la redondez de aquellas nalgas perfectamente marcadas bajo el ajustado pantalón. 
La sentí estremecerse y suspirar. Me hizo temblar. Y en aquel preciso instante comprendí que deseaba seguir agarrado a ese culo devorando esos labios por el resto de mi vida. 

MICHEL GARCÍA 
LEGNA LOBO NEGRO 

derechos reservados