miércoles, 31 de enero de 2018

NUNCA LO HUBIERA IMAGINADO...

Cuando esta tarde entró en el pequeño despacho de la asesoría donde trabajo aquella espectacular morena, no pude evitar que mi traviesa mente imaginara una escena de esas películas de cine negro donde una impresionante mujer fatal acude a la oficina del detective perdedor para que la ayude en una rocambolesca historia de conspiraciones mafiosas y así terminar en un apasionado y tórrido romance...
Pero no, se trataba de un sencillo trámite burocrático sobre una herencia familiar...
Me vi obligado un par de veces a centrarme en el papeleo y no volver a la fantasía peliculera de mi cabeza, y a apartar la vista de aquel sugerente al otro lado de mi mesa. Incluso, una vez se había marchado dejándome hipnotizado con su contoneante caminar, el delicioso aroma que su perfume dejó en mi minúsculo despacho me llevó de nuevo a fantasear con secuencias sacadas de viejas películas de Hollywood donde el solitario investigador privado acababa la tarde apurando un trago de whisky barato en la barra de un oscuro Night Club...
Nada que ver con la moderna y funcional cafetería en la que cada tarde mato el tiempo tras salir del trabajo con un par de cañas mientras desconecto un rato revisando las notificaciones de mis redes sociales antes de regresar a la soledad de mi apartamento... Y su perfume vuelve a rodearme, y sonrío pensando que me he quedado más colgado de lo que imaginaba con esa adorable criatura hasta que noto una presencia a mi lado y me giro y allí esta ella, mirándome, sonriendo...
--- No pude marcharme sin más. Salí de tu oficina incomoda por no atreverme a saludarte y decirte quien soy y que me ha sorprendido y alegrado encontrarme, así que he vuelto y mientras aparcaba te he visto entrar aquí, pero tranquilo, puedes parpadear, invitarme a una cerveza y respirar, prometo que no soy ninguna loca chiflada.
--- Bueno, esa es mi especialidad, invitar a cerveza a hermosas locas chifladas, aunque puedo asegurar que se me hace muy difícil creer que me haya olvidado de alguien cómo tú...
--- Ya, pero teniendo en cuenta que la última vez que me viste tenía diez años, es normal que yo te reconozca y tú a mí no. En estos veinticinco años he cambiado un poco, pero tú, a pesar de esa interesante barba canosa, sigues teniendo la misma mirada, es más, estás mucho mejor que cuando tenías veinte años...
--- Espera, espera!!!, con veinte años estaba en León, en el cuartel de caballería de Almansa...
--- Exacto, y las tardes que salías del cuartel las pasabas con mi madre...
--- Madre mía!!!, eres Teruca!!!, ahora entiendo que no te haya reconocido, te has convertido en una mujer espectacular!!!
--- Jajaja... nadie me había vuelto a llamar así, y lo odiaba, y tú lo sabías y seguías haciéndolo, y ahora me gusta que te acuerdes, y hasta me suena bien...
--- Vaya si lo recuerdo!!!, es una parte muy bonita de mi pasado, y alguna vez me he preguntado que habría sido de ti, de tus hermanos, de tu madre, aunque luego yo desapareciera al licenciarme...
--- Ya, y en ese momento te odié mucho, pero luego entendí que no habría sido lógico que te quedaras con una mujer de casi cuarenta años con tres hijos pequeños de tres padres distintos.
--- Me asusté un poco la verdad, y aunque lo pasaba muy bien con ella y con vosotros, me volví a Oviedo sin mirar atrás...
--- Lo comprendí con el tiempo, sobre todo según iban llegando otros "novios" a la vida de mi madre, y también me di cuenta de que tú habías sido el único que se molestaba y preocupaba por mí y por los revoltosos monstruitos de mis hermanos. Luego, fui siendo consciente de que ningún otro la trató tan bien ni la hizo disfrutar como tú, porque yo me hacía la dormida y luego os oía en la habitación de al lado...
--- Uy, uy... eso resulta un tanto incomodo... supongo que nunca me he parado a pensar que nos podías haber estado oyendo...
--- Tranquilo, no tengo ningún trauma por ello, escuché cosas peores con algún que otro tipejo con el que mi madre se juntó después, y cuando fui creciendo las cosas se pusieron difíciles, y durante algún tiempo, en mi despertar sexual adolescente, me refugiaba en fantasías donde tú volvías a aparecer, pero no para volver con mi madre, venías a buscarme a mí y me llevabas contigo y acabábamos haciendo el amor salvajemente y me hacías gritar más aún de lo se lo hacías a ella...
--- Me estás dejando sin palabras... no sé qué decir...
--- No hace falta que digas nada. Me alegra haberte encontrado y poder hablar de todo esto contigo... te aseguro que fueron momentos muy bonitos y placenteros fruto de una precoz e intensa adolescencia.
--- Me alegra que hayan sido agradables y que no te hayan causado malos rollos, me dolería que por mi culpa hubieses tenido otros problemas...
--- Nada, tranquilo. Luego conocí a algún chico y aunque la cosa no funcionó, fui organizando mi vida, sobre todo cuando mi madre se fue a Suiza con un nuevo "amigo" con el que parece que ha estabilizado. Yo ya tenía veintidós años y decidí quedarme en León con mis abuelos aunque mis hermanos se fueron con ella y desde entonces solo mantenemos contacto de vez en cuando por Facebook... y ahora, me alegra mucho haberte encontrado, de verdad, está resultando una maravillosa oportunidad de ponernos al día...
--- Pues si, una inesperada sorpresa muy agradable...
--- Si no tienes prisa, ni hay nadie esperándote, pide otras dos cervezas mientras voy al baño y seguimos charlando.
--- Claro, nadie me espera, ve tranquila, prometo no desaparecer...
Después de posar sus suaves labios en mi mejilla y acariciar mi barba embriagándome con su perfume, no pude dejar de mirar aquel redondo culo a través del espejo del fondo de la barra para terminar admitiendo que era idéntico al de Sonia, aquella mujer que hacía gozar a aquel militar imberbe tantos años atrás, y por un instante, una extraña mezcla de nerviosismo y de morbosa excitación se apoderó de mí al pensar en la posibilidad de poder tener ahora a la hija veinticinco años después de haber tenido a la madre...
Y allí estaba de nuevo con un espectacular brillo en la mirada, sentada más cerca de mí, con su mano en mi hombro, obligándome a esforzarme para apartar mis ojos de su escote...
Y las cervezas fueron cayendo entre risas y recuerdos del pasado, acercándonos cada vez más, con miradas poco a poco más intensas fruto de la cómoda intimidad que íbamos sintiendo y de la cantidad de cañas acumuladas...
--- Me parece que después de tanta cerveza no va a ser una buena idea conducir ahora hasta León, y menos para meterme sola en mi cama pensado que tú estarías solo en la tuya.
--- No sería buen plan, la verdad... El único problema que se me ocurre es que yo no uso pijama y no tengo ninguno que prestarte...
--- No se me ocurre mejor pijama que tu piel sobre la mía y que el amanecer me sorprenda haciendo realidad las lujuriosas fantasías con las que mi excitada mente adolescente te hizo mío tantas noches...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

viernes, 26 de enero de 2018

SABROSO MANJAR.

Esos sutiles y delicados movimientos, esa manera tuya de aparentar inocencia con la que logras que se pare el tiempo y me relama contemplándote absorto mientras me tientas y provocas el deseo de saciarme de ti...
Paladeo el momento sabiendo que luego me regalarás cada gota del dulce néctar que destilan los poros de tu piel cuando el deseo se apodera de ti y te conviertes en una insaciable hembra en celo que se estremece lujuriosamente al ser recorrida por mis manos, por mi boca, por mi lengua...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

martes, 16 de enero de 2018

LÍNEA 19 (IX)

Parecía que la vida se había encargado de poner solución a todas sus dudas.
Tras pasar una de esas noches imposibles de borrar de la mente, ella desapareció tan radicalmente cómo había aparecido. Él se juró a sí mismo seguir su camino sin mirar atrás y aprovechar para concentrarse en descubrir la dulzura de Andrea.
Durante las siguientes semanas, los encuentros con ella fueron convirtiéndose en algo habitual. Compartían cenas, cines, cervezas, sin tener que esconderse ni encerrarse en secretos santuarios. Fueron conociéndose poco a poco, sin prisas, pero sin negarse ningún tipo de posibilidad para llegar a entenderse solo con la mirada... Llegó un momento en el que pasaba más tiempo en su apartamento que en el suyo, y tenía que obligarse de vez en cuando a pasar algún día a solas...
Andrea era la atenta chica que se ocupaba de tener todo perfectamente controlado para que su chico no echase nada en falta. Cualquier antojo, cualquier insinuación por su parte era rápidamente atendida con una dulce sonrisa. Incluso en la cama, ella estaba dispuesta a probar y practicar todas sus perversas sugerencias, y aunque confesaba no haber hecho nunca aquellas cosas, no tenía que insistir para llevarla a los juegos que él mantenía grabados a fuego de su aventura con Sor María...
Y ni una sola queja, ni una sola pregunta...
Ella no cuestionaba, solo actuaba...
Y él se dejaba envolver por sus atenciones, por sus mimos, por sus ganas de complacerle...
Pero había algo que le empezaba a rondar por la cabeza.
La idea de contarle su historia con Luna aparecía cada vez más a menudo, y no podía asegurar si sería o no una buena idea.
Además, pensar en Luna le estaba trayendo demasiados recuerdos lujuriosos, tan salvajes algunos, que aún se le erizaba la piel al rememorarlos. Tan marcados en todo su cuerpo que cuando pensaba en ellos a solas no podía evitar excitarse brutalmente.
No sabía si Andrea podría entenderlo, ni podía imaginarla llegando a los límites a los que Sor María llegaba con tanta facilidad. Y tampoco se merecía su silencio, ni mucho menos que empezase a compararla...
Y otra vez esa odiosa costumbre suya de darle vueltas a las cosas.
Tenía una encantadora mujer desviviéndose por él, se había terminado la deliciosa locura de Sor María, y aún así, su cabeza no paraba, y cuanto más vueltas le daba, más se convencía de que olvidarse de su pecadora monja no iba a ser tarea fácil...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

sábado, 6 de enero de 2018

LÍNEA 19 (VIII)

A pesar de los días extras, las dudas seguían en el mismo punto. No quiso ver a Andrea esos días para tratar de aislarse y solo hubo un par de conversaciones de móvil sin más intención que mantener un cordial contacto. Tenía claro que con ella la complicidad y la buena sintonía eran evidentes, y que puestos a pensar en una relación larga y estable, no había duda que sería algo mucho más posible que con Luna...
Pero cómo rechazar la lujuriosa perversión de aquel insaciable ser capaz de llevarle a su infierno siempre que se lo proponía y hacerle vibrar en salvajes orgasmos de los que necesitaba días para recuperarse...
Y alguna decisión debería tomar.
Seguir dándole vueltas acabaría por resultar perjudicial para él, y posiblemente, podría acabar dañando a quien menos se lo merecía.
Y así, tan puntual como de costumbre, llegó a la puerta de la habitación sin saber qué hacer. Y allí estaba ella, su monja pecadora... Pero hoy no había hábitos, ni cruces, ni velas, ni correas... Estaba Luna, con el mismo amplio jersey del primer día, y en cuanto él cerró la puerta se lanzó a sus brazos besándolo cómo si tuviera hambre atrasada de sus labios.
No hubo palabras, no hubo perversión. Ellos dos desnudos entre las sábanas haciendo el amor lentamente, saboreando cada instante... Luna se retorcía sobre él paladeando cada embestida de sus caderas, relamiéndose al sentir los temblores de aquel duro miembro dentro de ella... Sus orgasmos se repetían una y otra vez sin dejar de mirarle, abrazándole, besándole... Estaba siendo una versión tan mimosa y apasionada que solo podía disfrutar de aquel arrebato de ternura y pasión tan placentero...
Hasta terminar agotados y sudorosos, entrelazados bajo las sábanas, intentado recuperar el aliento sin que ella dejara de besarle, gozando golosamente de esos sabrosos minutos antes de que ella, apretada contra él, comenzara a hablar...
--- Supongo que te extrañaría que el martes no pudiera verte, así que voy a explicártelo, pero necesito que me escuches sin interrumpir, no estoy acostumbrada a contar nada sobre mí.
--- No tienes que explicar nada si no quieres, pero si lo necesitas, te escucho...
--- El lunes, la Madre Superiora me llamó a su despacho para contarme que me reclamaban del sitio donde estuve el año pasado. Otras dos novicias y yo cuidamos durante meses de un anciano millonario en su viejo caserón familiar a cambio de una generosa donación al convento, y ahora, el único heredero, el sobrino del anciano, se ha instalado en la finca y ha convencido al convento para que volvamos las tres a ocuparnos de todo el servicio... sabe muy bien cómo convencer a la Madre Superiora... Podría decirte que son obligaciones que no puedo rechazar, pero tú has sido estos meses tan respetuoso y adorable que te mereces toda la verdad. Me has hecho muy feliz, me has hecho gozar, y todo lo que ha pasado aquí ha sido sincero y nunca lo olvidaré, pero la llamada del martes fue porque tras hablar con la Madre Superiora el lunes, él, Gabriel, apareció en el convento con la excusa de confirmar algunas cosas y pidió reunirse conmigo a solas... Gabriel es mi demonio, no puedo negarle nada, me posee y me hace su esclava con solo mirarme. Durante el tiempo que estuve al servicio de su tío, me llevó a su infierno con una posesión tan salvaje que me hace ser suya por el resto de mi vida. Pensaba que podría olvidarle, y que contigo sería más fácil, pero a pesar de lo maravillosos que han sido estos meses, mi cuerpo se entrega a él y mi mente le pertenece... No puedo más que agradecer el haberte tenido en mi vida, y ahora entiendo que me odies y quieras salir de aquí y olvidarme para siempre, pero no podía desaparecer sin más, no te lo mereces... Mañana me traslado, pero siempre que quieras, mi teléfono estará disponible para ti, y me gustaría mucho pasar contigo esta última noche y despedirnos mañana sin rencores, como amigos...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

martes, 2 de enero de 2018

LÍNEA 19 (VII)

Toda la mañana del martes pensando en su cita de la pensión, y en cómo encarar aquellas nuevas emociones que le invadían la cabeza después de haber pasado el domingo en casa de Andrea.
Tanto la noche del sábado como todo el domingo, la dulzura de ella lo envolvió en un estado tan goloso y embriagador que le hizo sorprenderse a sí mismo gozando del momento y olvidándose de todo lo demás.
Aquella mujer era una mezcla de ternura y pasión tan mimosa, tan sonriente, tan entregada a complacerle y atenderle de una forma tan servicial que era un inmenso placer dejarse llevar...
Pero hoy tocaba volver a la pensión...
Realmente no sabía qué hacer. Aparecer y contarle a Luna que había otra... No ir... Callarse y dejar que las cosas se fueran recolocando por si solas...
Si hace unos meses le cuentan todo esto se hubiese reído con ganas sin dar crédito a nada. Pero si, había pasado de una rutinaria y solitaria vida a meterse en la cama de dos espectaculares mujeres. Muy diferentes entre si, tanto como para llegar a pensar en mantener a las dos en su vida y por una vez ser el aprovechado cabrón que disfruta de lo que cada una le ofrece...
Pero la verdad, esa no era su forma de ser... Quizás hace unos años le hubiese importado muy poco, pero no ahora, y ninguna de ellas se lo merecía...
Después de comer, cuando tomaba el café en la terraza frente a la oficina antes de volver al turno de tarde, la cabeza seguía estallándole sin tener ni idea de como encarar aquel lío... Y entonces el móvil sonó...
No podía creer lo que estaba viendo. Por primera vez en todas aquellas semanas, Luna le estaba llamando...
--- Buenas tardes, qué sorpresa!!!
--- Hola, verás, es que ha surgido algo imprevisto y no podremos vernos esta tarde. Quería avisarte para que no fueras a la pensión y puedas organizar tus cosas...
--- Vale, gracias. Pero, ha pasado algo???, estás bien???
--- Si, si, tranquilo... El jueves nos vemos y te cuento. Cuídate... un besazo...
--- Perfecto, hablamos... Otro para ti!!!!
Sin más se cortó la llamada, y una extraña sensación de alivio le invadió. Acababan de darle un par de días más para pensar...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados