Y mi cuerpo reacciona automáticamente como si una chispa lo recorriera provocando temblores que me hacen suspirar. Me enciendo pensando en las diabluras que tu lengua es capaz de cometer entre mis piernas y tengo que obligarme a pensar en otra cosa para mantener la compostura en el trabajo y disimular frente a los clientes.
Miro el reloj mordiéndome los labios al ver que aún faltan horas para verte sabiendo que me lanzaré a tus brazos con ganas de que me arranques la ropa y me hagas rozar el cielo con las manos.
Deseo terminar una noche más sudorosa y despeinada entre las sábanas de tu cama saboreando perversamente ese placentero instante en el que nos fundimos enredados sin distinguir donde empieza un cuerpo y termina el otro. Mezclando placer y deseo en nuestro paraíso particular, ese en el que los mismos ángeles nos tienen envidia y desean caer en la tentación del pecado.
Y así alargar la noche compartiendo conscientemente esa lujuria que traspasa nuestras pieles, deleitándonos, alimentándonos.
¡Bendita suerte la mía haber coincidido en esta vida contigo!
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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