Con gemidos y suspiros intento frenar la lujuria, pero tus caricias comienzan a bordear los limites de mi pantalón. Y ya no sé si son tus mágicos dedos, o esa pasión con la que me miras sin dejar de relamerte, lo que aumenta el calor que empapa de sudor mi ropa.
No quiero que pares. Quiero que sigas con esa deliciosa tortura que me conduce a una desenfrenada locura, y deseo que me quites la ropa y que empieces de nuevo a recorrerme, pero esta vez con esos labios y esa lengua traviesa que me hace estremecer mientras jadeo sumida en el éxtasis de entregarme a regalarte el elixir que explota entre mis piernas.
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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