miércoles, 16 de noviembre de 2016

DOMINGO


Ana despertó sorprendida. Miró el móvil para cercionarse que era domingo y no llegaba tarde al trabajo.
Respiró aliviada y se enroscó de nuevo en las sabanas, aprovechando la sensación de placer de poder dedicarse un día entero a si misma.  Sin horarios, sin compromisos familiares, y sobre todo, sin ningún pesado tratando de hacerse el amante romántico perfecto....
Se estiró en la cama, gozando del tacto de las sabanas contra su piel, disfrutando de su desnudez con creciente pasión. Comenzó un juego de caricias, firme y decidido,  con las ganas de una mujer joven que llevaba demasiado tiempo sin que nadie la hiciese gozar de verdad. Siguió dándose el gustazo de disfrutarse, calentandose por momentos, recorriendo cada punto de su excitado cuerpo. Entró en la cálida sensación del orgasmo. Saboreando cada suspiro, cada gemido, llegó a esa oleada salvaje que la estremeció por dentro.
Con una sonrisa de oreja a oreja, se levantó energetizada.  Pensando en un café, se encaminaba a la cocina cuando el timbre de la puerta la sorprendió... Estaba feliz, así que cubrió su cuerpo con un albornoz y abrió con una sonrisa,  dispuesta a que nada la alterase....
---Buenos días, perdona que te moleste.  Me acabo de mudar y estaba preparando café y me di cuenta que no tengo leche.  Podrías prestarme un poco? Por cierto me llamo Sara...
Ana balbuceo nerviosa....
---Si claro, espera que te traigo....
Dios, no era lesbiana, pero aquella mujer era espectacular.... La camiseta blanca ajustada, sin sujetador, marcando sus pechos, la había hipnotizado poniéndola nerviosa. Que estaba pasando...?
---Aquí tienes.... Y perdona, me llamo Ana. Si necesitas algo más no dudes en pedirlo, bienvenida, estará bien tener alguien joven al lado...
---Te tomo la palabra... Oye, tengo el café recién hecho, lo compartimos y nos vamos conociendo?
No supo decir que no. Minutos después, Sara le acercaba una humeante taza de café y entonces se acordó, estaba desnuda bajo el albornoz y se sintió incómoda....
Sara bebió sin dejar de mirarla. Esa mirada terminó de dejarla fuera de juego.  No sabía que ocurría, pero por alguna razón, estaba deseando que la besara.
Sara dejó la taza, y como si leyera su mente,  la agarró por el cuello y la besó con una mezcla de pasión y ternura, como nunca antes la habían besado.
El albornoz cayó al suelo, la camiseta y el pantalón de Sara también.  Sin dejar de besarse, terminaron abrazadas y desnudas. Ana se sentía en una nube,  sintiendo sus manos recorrerla. Notando sus duros pechos frotándose contra los suyos.
Estaba realmente excitada, y cuando la pierna de Sara se colocó entre las suyas, no pudo más que suspirar y abrir las suyas con ganas para dejarla notar la humedad que bañaba su sexo.
Sara gozó encantanda. Acercó sus dedos a aquél cálido centro de placer y comenzó un movimiento intenso que a punto estubo de hacerla doblar las piernas por el estremecimento que la recorrió por entero. Sara aceleró el ritmo al sentirla gozar, y con decisión, sin que Ana supiese como, se arrodilló y besó con ardor el húmedo sexo, introduciendo su experta lengua,  llevándola al más dulce orgasmo que podía recordar.
La intensidad del orgasmo terminó de aflojarle las piernas,  y terminó tendida en el suelo de la cocina, pegada a la deliciosa diosa que la acababa de llevar al cielo...
---Preciosa,  espero que no haya nadie esperándote en tu apartamento.....
---No, no hay nadie!!... --Suspiró Ana--
---Uffff, entonces el domingo se presenta espectacular....

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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