viernes, 4 de noviembre de 2016

A SOLAS....



Por fin en casa. Varios días fuera por trabajo la habían llevado a habitaciones de hotel donde solo había sido una chica trabajadora con el tiempo justo para descansar. Nada más cerrar la puerta de su apartamento, con dos días libres para ella, y se sentía de nuevo viva.
Las maletas quedaron en el salón y sin más rodeos, directa a la habitación. Se desnudó por completo mirándose en el gran espejo del armario, contemplándose, gustándose... Las horas de gimnasio merecían la pena...
Recorrió la imagen en el espejo deteniéndose en cada curva, volviéndose para mirarse el culo, acariciando sus nalgas, disfrutándose con ganas. Contoneándose lujuriosa, subió sus manos a sus pechos y se los apretó, notando cómo se erizaban los pezones, mordiéndose los labios. Por unos instantes, gozó de si misma, logrando un grado de excitación intenso y muy agradable, pero eso sólo era el principio, así que abrió la puerta del armario y sacó su baúl secreto...
Lo primero, la cámara y su trípode. La colocó a los pies de la cama, cuidando de enfocar en el ángulo correcto, para luego solo tener que usar el mando a distancia que dejó sobre la almohada.
Volvió al baúl y tomó las botas de cuero, con sus tacones de vértigo. Se las enfundó lentamente, sintiendo sobre su piel el tacto del cuero, ajustándolas con la gran cremallera. Regresó frente al espejo, notando al moverse el roce del bordede las botas tan cerca de sus ingles, provocando que un leve suspiro se escapara de su boca... eso le recordó el carmín... no podían faltar unos labios rojos y brillantes... Llegó el turno de los guantes. Cuero negro ajustado sobre sus dedos, hasta por encima de los codos.
Quedaban más cosas en el baul. Ahora tomó un tanga negro de encaje, casi transparente, con una tira de perlas. Con delicada lentitud fue llevándolo a su sitio, ajustándolo al final en las caderas, logrando así que las perlas ocuparan el lugar adecuado entre los labios de su ya húmedo sexo. Se concentró para percibir toda la tira entre sus nalgas, rozando su ano, acariciando los hinchados labios, presionando contra el abultado clítoris que ya hacía un rato que demandaba caricias...
Tuvo que obligarse a parar. Estaba ardiendo, pero había que terminar los preparativos... Del baúl salió un huevo vibrador con su mando a distancia y una mascara veneciana...
Una vez la máscara en su sitio, un último vistazo al espejo comprobando y admirando el resultado. Realmente estaba espectacular... toda una diosa!!!. Se movió hacia la cama y ooohhh!!!, las perlas, el roce de las botas, uffff!!! una deliciosa tortura que la hacía temblar por momentos...
Ya no podía esperar más. Se tumbó en la cama retorciéndose con las oleadas que surgía entre sus piernas...
El mando del vibrador a mano, y en la otra, el de la cámara..
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Ok...

MICHEL GARCIA
LEGNA LOBO NEGRO

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