miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL CENTRO COMERCIAL


No me gustan los centros comerciales, y acabo por ir sólo cuando realmente necesito hacer alguna compra. Hoy es uno de esos días y tras pasar por la tienda buscada, tomo las escaleras mecánicas con ganas de llegar al parking, coger el coche y salir de allí.
Al cruzar por uno de los niveles, paso delante de la cafetería y no puedo evitar mirar hacia la mesa del fondo donde unas espectaculares piernas bajo una cortita falda destacan sobre el resto. Tengo que fijarme más en esa pelirroja, en su ajustada camiseta negra que resalta un precioso escote, en sus trenzas que le dan una imagen de niña pícara, en sus brillantes ojos.... Dios!!! Pero si la conozco!!! Y el tiempo que llevo deseando comérmela y siempre hay algo que se complica para que no pueda ni siquiera intentarlo y tenga que seguir soñándola....
Y está sola, mirando el móvil con gesto distraído, y yo aprovecho para ir acercándome repasando de nuevo su espléndida anatomía. Disfrutando el momento, llego a su altura en el instante que ella levanta la vista y sonríe al verme, levantándose para abrazarme y regalarme dos sonoros besos y una dulce ración de su sugerente perfume.
Y sí, está sola de compras, y la invito a un café, y charlamos animadamente, y a mí se me olvida que no me gustan los centros comerciales al perderme en esa mirada suya que no deja de clavarse en mis ojos. Las horas pasan, más cafés, más conversación, hasta que sin saber realmente como, llegamos a su coche y la ayudo a guardar la compra y llega el momento de despedirnos. Ella cierra el maletero, se vuelve y yo quiero volver a oler el aroma de su cuello, quiero descubrir el sabor de esos finos labios que llevan toda la tarde hipnotizándome, quiero sentir el calor de su hermoso cuerpo pegado al mío... Pero un vez más me portaré como un caballero y con alguna frase tópica le daré dos besos y me marcharé quedando otra vez con las ganas de comerla...
Pero cuando acerco mis labios a su mejilla, algo salta dentro de mí y me lleva a besar su boca mientras rodeo su cintura apretándola contra mí, sorprendiéndome  a mi mismo por mi reacción, alegrándome al notar que ella se pega a mí, que sus sabrosos labios contestan a los mios. Me dejo llevar por el deseo y la empujo contra el coche oyendo como suspira y comienza a morder mis labios buscando mi lengua con la suya.
Presionando  su cuerpo, mi mano baja por su cadera hasta el borde de su falda para descubrir la suave piel de sus trabajados muslos. Su estremecimiento se junta con el mío cuando levanto la tela y mi mano se encamina decidida hacia el cálido y húmedo triángulo que cubre su ardiente sexo para agarrarlo con pasión, provocando que ella se apodere de mi cuello mordiéndolo para ahogar así el gemido que se escapa de su boca. Tiro de su cabeza para mirar esa expresión de lujuria en su cara que me enciende aún más si cabe, deseando poseerla allí mismo.
Olvidándome de donde estamos, totalmente entregado, giro su cuerpo y levanto su falda deleitándome con la maravillosa vista de su perfecto culo. Dudo si agarrarlo, azotarlo, morderlo... y ella se muestra golosamente levantando sus nalgas, abriendo las piernas, ofreciéndose excitada, sin pensar tampoco en la posibilidad de ser pillados, o quizás, aprovechando el morbo que esto provoca...
Yo ya no puedo pensar en otra cosa que no sea bajar esas mínimas braguitas negras y hacerla mía. Busco desabrochar mi pantalón sin apartar la mirada de la lujuriosa imagen con la que ella me invita a poseerla, en el instante que las luces de un coche buscando aparcamiento nos hace volver a la realidad bruscamente.
De forma acelerada, nos recomponemos la ropa para que el coche pase despacio. No sé si se han dado cuenta de algo, pero ella abre la puerta y se mete dentro guiñándome un ojo...
--- No pensarás dejarme así?? Sube, vamos a mi casa. Tanto tiempo deseando que te atrevieras, no voy a quedarme con las ganas de hacerte mío una vez que te lanzas y me pones tan salvajemente caliente...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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