domingo, 10 de diciembre de 2017

LÍNEA 19 (III)

Los fines de semana se hacían muy largos, las noches sobre todo. O bien le daba vueltas a esos interrogantes que le rondaban la cabeza, o bien aparecían en su mente las tórridas escenas compartidas.
Se obligaba a tener ocupaciones y a buscar actividades, y eso le llevó a apuntarse a un grupo que hacía rutas de senderismo los domingos. Así que puso la alarma del móvil, se fue a la cama pronto y cerró los ojos buscando que Morfeo lo acunase...
Pero no apareció Morfeo, apareció Luna...
En breves instantes, a su cabeza llegó la imagen del último amanecer compartido. Recordó claramente el momento en que abrió los ojos y vio a Luna sentada a su lado en la cama, mirándole dormir, con una mano entre las piernas y los ojos inyectados de lujurioso deseo. Quiso incorporarse para acercarse a ella pero Luna le pidió que no lo hiciera, que se quedara quieto para ella...
No fue fácil obedecer, pero cuando ella se tumbó abriendo las piernas regalándole una imagen perfecta de como sus dedos entraban y salían de aquellos labios tan excitados, se acomodó para no perder detalle. La oyó empezar a gritar palabras obscenas sin dejar de estirar el duro pezón entre sus dedos. Vio su cara desencajándose por momentos según sus dedos se introducían aumentando el ritmo hasta que ella empezó a gritar escandalosamente que se corría para él, que era toda suya, que no lo olvidase nunca... y como aquella mañana, él terminó por acompañarla en su orgasmo, pero esta vez en la soledad de su cama... Tan intenso, tan sabroso, igual que aquel amanecer, haciendo que por fin acabase por dormirse...
Al final, con más ojeras de las previstas por las pocas horas dormidas tras haber estado jugado mentalmente con los recuerdos de su golosa Luna, llegó al punto de encuentro elegido para dejar los coches y comenzar la ruta. Hechas las presentaciones y comentado un poco el plan del día se pusieron en marcha tras las típicas bromas para romper el hielo. No llevaban aún mucho tiempo caminando (por suerte para él, la ruta era bastante suavecita) y ya se empezaron a separar en grupitos...
En cabeza, no podía ser de otra manera, el "rambito", marcando el ritmo y aprovechando cualquier momento para alardear de sus conocimientos y habilidades físicas.
A continuación, tres chicas cuarentañeras incapaces de dejar de hablar, de reír, y de algún que otro mal disimulado cotilleo, y sobre todo, encantadas de tener a dos "galanes" dispuestos a reír sus bromas compitiendo entre ellos por ver quien tenía más éxito con ellas.
Y por detrás. el trío de los nuevos. Él y dos chicas que venían también por primera vez, y que parecían un poco desconectadas del buen rollito de los demás.
La suave caminata transcurría por un frondoso paisaje, cerca de un riachuelo, y él se relajó disfrutando del momento, olvidando sus líos mentales, alegrándose por la compañía de las dos novatas, mucho más interesantes y calmadas que el resto de sus compañeros de ruta. La tranquilidad y el relax, hicieron que se descubriera a sí mismo mirándolas, apreciando las bonitas formas de dos chicas más jóvenes que las demás a quienes les sentaban muy bien las ajustadas mallas deportivas... Desde que Luna había aparecido en su vida, no se había parado a mirar más allá de ella. Se sintió un poco raro pero feliz, y cuando la morenita de pelo corto se volvió sonriéndole, le devolvió la sonrisa celebrando haber venido.
La verdad, ninguno de los tres pegaba mucho con el resto, y eso llevó a que entre ellos hubiese cierta complicidad y comenzasen a comentar entre risas el hecho de verlos tan ocupados con sus pavoneos que, o se habían olvidado de ellos, o estarían criticándoles duramente.
Cada vez más cómodos entre ellos, se fueron conociendo, y la caminata se convirtió en una escusa para ir descubriendo un poquito de cada uno, lo suficiente para crear un bonito interés por saber más. Y así, llegaron a la entrada de un pequeño pueblo donde la ruta se bifurcaba y los compañeros de camino les esperaban. Parecían entusiasmados al ver que había un mercado medieval con el que no contaban, y les parecía una buena manera de terminar la mañana visitándolo antes de la comida. Sobre todo, una de las chicas insistía muchísimo en buscar el puesto de las monjas del convento y probar sus espectaculares hojaldres.
A todos les gustó la idea y empezaron a recorrer los puestos del mercado entre el bullicio de la gente, mirando cada puesto con calma con las dos jovencitas cogidas de su mano cada vez más sonrientes, acercándose cada vez más a él... Sin duda alguna, el momento más agradable de la mañana, paseando sin prisa con las suaves manos de dos hermosas mujeres acariciando las suyas haciéndole sentirse en calma.
Un poco más adelante les hacían señas indicando que aquel era el puesto de las famosas monjitas. Y según se iban acercando, el olor de los dulces se fue intensificando y una sensación extraña se apoderó de su estómago. No podía ser cierto, debía ser su subconsciente que le estaba jugando una mala pasada... aquel aroma tan dulce era el mismo que Luna siempre traía consigo!!!.
No podía ser más que una increíble coincidencia, pero empezó a recorrer las caras de todo el mundo a su alrededor buscando encontrar la cara de Luna, hasta que, ya frente al puesto, mientras le ofrecían un trozo de prueba, vio a cuatro monjitas con sus hábitos y sus tocados blancos despachando risueñas. Una de ellas, de espaldas, empaquetaba en cajas los pedidos más grandes... y entonces se volvió, y sus miradas se cruzaron... y el mundo dejó de girar...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 7 de diciembre de 2017

LÍNEA 19 (II)

Martes, siete de la tarde, calle Oscura Nº.13, pensión La Hechicera. Preguntar a la señora de recepción por la última habitación.
Al final, la tentación de aquella tarde en el autobús había podido con él. Había hecho la llamada unas horas antes y ahora estaba en aquella calle del barrio antiguo terminando nervioso un cigarrillo frente a la puerta de la pensión. Aún podía dar media vuelta, pero la curiosidad, la excitación y el recuerdo de aquellos enormes ojos color miel eran más fuertes que los extraños temores que pasaban por su cabeza. El sitio tampoco animaba mucho, la verdad; aquella calle haciendo honor a su nombre, los edificios de piedra con ventanas cerradas, la fría niebla de noviembre... todo lo bastante tétrico como para pensar en que aquel excitante encuentro en el autobús podía ser algo muy distinto...
Pisó la colilla, y con la última bocanada de humo se dijo a sí mismo que por una vez se merecía un poco de novedad en su rutinaria vida, así que empujó la puerta haciendo sonar una oxidada campanilla... del fondo salió la figura de una mujer mayor, malhumorada, demasiado maquillada, pero conservando un cuerpo esbelto que años atrás habría vuelto locos a unos cuantos...
--- Supongo que vendrás preguntando por la última habitación...
Asintió con un hilo de voz, carraspeando para tratar de disimular el nerviosismo, pero la escandalosa risotada de la mujer le dio a entender que no lo había conseguido.
--- Jajaja, tranquilo chico, respira... Sube al tercer piso y sigue el pasillo hasta el final. No tienes pérdida, es la puerta de enfrente...
Jadeando por haber subido las escaleras muy deprisa para escapar de las sonoras carcajadas de la señora, llegó frente a la puerta y espero unos segundos para recuperar el aliento antes de golpear con los nudillos...
--- Adelante, está abierto...
Y allí estaba ella, de pie en mitad de la habitación, con un amplio jersey de lana que dejaba sus hombros al descubierto y unas medias de hilo blancas, sonriendo, jugando con un mechón de su melena... y sus enormes ojos... Se lanzó a sus brazos llenándolo de besos y embriagándolo con el perfume con el que tanto había soñado desde aquel día...
--- Bienvenido mi juguetón compañero de viaje. Este es mi santuario secreto, y siempre serás bien recibido si cumples las reglas, ya sabes, nada de nombres, ni preguntas, ni compromisos de ningún tipo... Solo tu cuerpo y el mío, y los demonios dormidos que despertaste el otro día... Dispuesto a enfrentarte a ellos y respetar las reglas???.
La única respuesta que pudo articular fue un profundo si mientras le agarraba las nalgas bajo el jersey y la levantaba devorando su boca para llevarla hacia la cama del fondo de la habitación...
Y así, durante las siguientes semanas, aquella sencilla habitación se convirtió en el paraíso terrenal donde ambos se entregaban a disfrutar de todo el lujurioso placer que sus perversas mentes lograban imaginar. No había límites, no había normas, solo las ganas de gozar de sus cuerpos descubriéndose y compartiéndose el uno al otro.
La suavísima y blanca piel de ella hizo que él la bautizara como Luna, y como no podía ser de otro modo, terminaba aullando a su Luna cómo un lobo en celo cada vez que ella le llevaba a explotar de placer con sus insaciables juegos.
También había tardes de ternura y mimos. Tardes abrazados desnudos compartiendo tragos de whisky, tardes de películas, de lecturas compartidas con roces de piel... Pero siempre había sexo. Era el principio y el fin de cada mágico encuentro, y con las semanas, se convirtió en un adicto a saborear cada rincón de su maravillosa piel sedosa, a ver como se erizaba con cada roce de sus dedos, a beber el dulce elixir que surgía de aquel delicioso sexo en cada profundo orgasmo en los que ella se retorcía cómo si se los arrancase desde el fondo de su alma.
No podía más que agradecer el hecho de que sus caminos se cruzasen aquella tarde, y alegrarse por tener dos veces por semana la oportunidad de rozar el cielo con sus manos entre los brazos de la mujer más espectacular y más ardiente que jamás había conocido. Y además. sin compromisos el resto de la semana... vamos, la situación ideal para cualquiera, sexo salvaje, sincero, entregado, en completa exclusividad, y sin obligaciones...
Pero comenzaba a sentir una extraña ansiedad. Se le hacían largos y duros los días que no estaban juntos. Empezó a tener que esforzarse para no romper las reglas, para no sacar todas las preguntas que se agolpaban en su cabeza.
Muchos interrogantes, muchas soluciones disparatadas, muchas ideas absurdas que le hacían terminar con dolor de cabeza y con ganas de que llegase la próxima cita para interrogarla y saciar de una vez todas las dudas que le suponía el mantener esa clandestinidad con la que ella parecía sentirse tan cómoda y segura.
Pero llegaba el día, y el fogoso recibimiento con el que ella lo acogía, su voluptuoso cuerpo, sus lascivos besos, le hacían volver a apagar su mente y entregarse una vez más a gozar de los demonios más sabrosos con los que jamás se había enfrentado...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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LÍNEA 19

El autobús de vuelta a casa por la tarde tan a rebosar como de costumbre, pero hoy parecía más lleno de lo habitual. Eso, o sus ganas de llegar a casa y olvidarse del mundo bajo el agua caliente de la ducha.
Otra parada, más gente apretujándose buscando donde colocarse entre tanta humanidad. Intentando encontrar su espacio, apoyado en un lateral, dejó que fueran rodeándole.
Sin fijarse en nadie, quedó apretado en medio de los cuerpos, y con el movimiento al arrancar notó como un cuerpo presionaba el suyo y como un dulce perfume llegaba a su nariz. No veía su cara, pero aquel perfume y la presión del joven cuerpo, consiguieron aislarle del resto del mundo.
Nueva parada, más gente, más apretados todos...
La tenía tan pegada que con cada movimiento podía sentir sus duras nalgas contra su bragueta... y el perfume embriagándole... necesitó respirar profundo y esforzarse para no tener una erección en aquel mismo instante...
El recorrido continuaba haciendo que los cuerpos se movieran rozándose en el vaivén habitualmente tolerado por todos, pero para él, aquello se convirtió en una deliciosa tortura. La chica no parecía darle importancia y seguía dejándose llevar, apretándose, acercando su pelo a su cara, regalándole bocanadas de una fragancia exquisita, llevándole a un estado hipnótico. Por un instante, le pareció que los movimientos de ella eran intencionados. Pensó que estaba buscando su contacto y que disfrutaba de la situación. Quiso imaginar que era cierto, y que se volvería de repente y le besaría mientras seguían pegados, incluso, con un frenazo del autobús, creyó sentir un leve suspiro saliendo de su boca.
Tan ensimismado estaba en el momento que no se dio cuenta que habían pasado varias paradas y que la cantidad de pasajeros había disminuido notablemente. Tampoco se había percatado de que con tanto ensoñamiento, se había relajado y su cuerpo había actuado por su cuenta haciendo que su bragueta estuviera terriblemente abultada.
Y ella seguía allí, pegada a él!!!.
Había hueco delante como para tomar una distancia prudencial, pero no, continuaba allí, y por como se movía, era totalmente consciente de su erección!!!. Aquello terminó por descolocarle y excitarle aún más, y se fijó que sí, que suspiraba, que también estaba disfrutando con la situación... y entonces ella se giró, sin dejar de apretarse, mordiéndose los labios, mirándolo con sus grandes ojos color miel...
--- Me bajo en la próxima, no me sigas. Toma mi número y llámame otro día, esto no puedo quedar así...
Metió un papel en el bolsillo de su camisa, le besó con fuerza en los labios y salió decidida a la calle. Paralizado, la siguió con la mirada viendo como cruzaba y se perdía entre la gente. Sacó el papel del bolsillo, un número de móvil y un par de líneas...
"Martes y jueves libre por las tardes. Sin nombres"

Continuará...

MICHELGARCÍA
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viernes, 1 de diciembre de 2017

JANA (XI)

Una vez que Jana había dejado a salvo a Orión y el elixir de Generosa, comenzó a recorrer las calles sin descanso atenta a la más mínima pista que pudiese indicarle la presencia de Legna. Casi todas las semanas, acompañada por Bea, organizaba "escapadas románticas" por lugares cercanos con la idea de ampliar el área de búsqueda, consiguiendo con ello que el tierno animalito disfrutara y se entregara aún más a complacerla.
Le estaba cogiendo un cariño especial a tan dulce compañía, y en algunos momentos sentía un poso de tristeza al verla reír y gozar tan feliz y ajena a como se estaban moviendo las fichas en un tablero tan desconocido para ella, y la certeza de que tarde o temprano debería despedirse de ella para volver a Lonjorn con Legna empezaba a rondar a menudo por su cabeza sumiéndola en un mar de sensaciones contradictorias.
 Pero ya no había vuelta atrás, debía encontrar a Legna y despertarle, ya se ocuparía de las demás cosas cuando llegase el momento, ahora tocaba reponer fuerzas y gozar de los mimos y las dulces caricias de Bea, y de aquellos maravillosos dedos que la hacían temblar y estremecerse moviéndose entre los empapados labios de su sexo...
Al mismo tiempo, en una especie de conexión mágica, Prista gritaba de placer en una solitaria cabaña del bosque de Lonjorn con las embestidas de un apasionado Morlan que jadeaba poseyéndola mientras susurraba su nombre sin dejar de repetir lo mucho que la había echado de menos...
Al final, Jana, cansada por el ajetreado día y por los incontables orgasmos que Bea era capaz de provocarle, se había dormido entre los delicados brazos del tierno animalito, hasta que un escalofrío la despertó. Una brillante luz salía por debajo de la puerta del baño, una luz demasiado intensa que la hizo levantarse y entrar en el baño para descubrir la deslumbrante figura de una hermosa mujer de pie en medio del baño. Aunque nunca la había visto antes, supo de inmediato que se trataba de Generosa, la Diosa Blanca, y su sincera sonrisa y la calidez que desprendía, hicieron que Jana se relajara y se olvidara incluso de su completa desnudez.
Tras abrazarla tiernamente, Generosa comenzó a contarle que las cosas se estaban poniendo muy difíciles para los habitantes del bosque. La guardia negra no dejaba de atacarles continuamente, y cada vez de una de forma más salvaje... A duras penas, dirigidos por Morlan y con la ayuda de sus hechizos, conseguían aguantar en la parte más profunda del bosque, pero Mithrala se estaba volviendo más poderosa y el ejército de vampiros, dirigido por el mismo Rey, volvía a la carga una y otra vez. Era necesario encontrar a Legna lo antes posible, y por eso ella había decidido, sin decirles nada a los demás, venir en persona a traerle una de las gemas de cristal de roca de la Luna de Lonjorn para que la guiaran hacia Legna de una forma rápida y directa.
Segundos después, con una delicada caricia en su rostro y un dulce beso en sus labios, la Diosa Blanca se desvanecía en el deslumbrante haz de luz, dejando a una temblorosa Jana contemplando aquella hermosa esfera de cristal... y el tierno animalito seguía dormida entre las rojas sábanas de seda...
El intenso aroma de la piel de Bea la hizo relamerse y descubrir que sus afilados colmillos crecían. La sabrosa sangre que palpitaba bajo aquella joven piel comenzó a despertar su hambre, y aún faltaban unas horas para el amanecer y retomar la búsqueda de su dragón...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
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miércoles, 22 de noviembre de 2017

JANA (X)

Tras el regreso de Prista a Lonjorn, los días transcurrían con desesperante lentitud, y la revelación de la presencia de Legna en la Tierra no dejaba de retumbar en la cabeza de una Jana que no encontraba la calma entre los brazos de Bea ni en sus cacerías nocturnas.
Algunas veces se desesperaba pensando en la dificultad que suponía encontrarle entre miles de millones de humanos, sabiendo además que él no la reconocería, ni tendría la más remota idea de todo lo ocurrido para llegar aquella situación. Luego se calmaba admitiendo que al menos sabía que estaba aquí, y no en cualquier lejano confín del Universo. También era consciente de lo importante que iba a ser su tranquilidad y decisión en el momento adecuado, porque estaba claro que cuando ella rompiera el hechizo de Mithrala con el elixir que Generosa le había preparado, la Bruja Oscura lo sabría de inmediato, y a continuación, su padre sería informado y pondría en marcha todos los medios a su alcance para detenerlos y evitar que volvieran a Lonjorn donde la Diosa Blanca les acogería convirtiendo a Legna en el Elegido que acabaría con su reinado.
Esa idea era lo que la hacía cerrar los ojos y respirar profundo buscando calma, para terminar imaginando su reencuentro y fantasear con el instante en que pudiera de nuevo tenerlo entre sus brazos y entregarse a él con las ganas de una hembra deseosa de volver a sentir el excitante placer de ser poseída con la fuerza de la pasión más intensa que había conocido... y con esas imágenes en su mente, su cuerpo reaccionaba erizándose, y sus manos buscaban la humedad que brotaba entre sus piernas para pronunciar su nombre entre gemidos que la llevaban a estremecerse en intensos orgasmos...
Y así, ansiosa y excitada, fue dejando pasar los días hasta que llegó el momento de llevar a cabo la primera parte de su búsqueda. La segunda noche del cuarto creciente, justo a la medianoche, Jana camina por la penumbra de un bosque a las afueras de la ciudad vestida con la blanca falda de seda de los rituales de purificación de las jóvenes vampiras. Un blanco farol de mecha de aceite ilumina tenuemente su solitario caminar en busca de la señal brillante del reflejo que únicamente puede ser visto a la hora indicada bajo la delicada luz que la temblorosa llama que el farol emite.
Prista le había explicado con detallada claridad los pasos a seguir, así que ahora Jana avanza decidida entre los árboles con todos los sentidos alerta, hasta que por fin, a escasos metros, un destello imperceptible a los ojos de un humano la guía a un pequeño montón de piedras cubierto por arbustos. Para cualquier hombre hubiese sido imposible mover aquellas piedras con sus propias manos, pero a ella no le cuesta ningún esfuerzo apartarlas para descubrir una alargada caja de madera de roble tallada con los antiguos símbolos que recordaba claramente haber visto en sus excursiones clandestinas a la sala prohibida de la biblioteca de palacio. Un escalofrío recorre su espalda al abrir la caja y contemplar a Orión, la deslumbrante espada de Odin, el Rey de todos los Dioses, la que había sido forjada con el colmillo de un dragón, y que cuando fuera empuñada por el legítimo heredero, volvería a restablecer el orden natural de las cosas en todos los reinos del Universo...
La primera parte de su cometido está completa, y Jana vuelve a casa con Orión, a ponerla a salvo y resguardarla de posibles hechizos de la Bruja Oscura tal y como Prista le había enseñado.
Ahora, queda encontrar a Legna y despertarlo con el elixir de Generosa. Sus ojos brillan y una sonrisa se dibuja en su rostro sabiendo que cada pequeño paso supone acercarse un poco más a su dragón...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
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lunes, 13 de noviembre de 2017

CARLA (IV)

"Esta noche libro. Pásate por mi casa a las nueve y media, tengo una sorpresa que te gustará. Besazo enorme cachorrito"
Lía me ha dejado este mensaje a las cuatro de la tarde y conociendo su perversa imaginación, fue imposible concentrarme y dejar de pensar en ello durante toda la tarde.
Faltan cinco minutos y llega un nuevo mensaje justo cuando apuro un cigarrillo en su portal... "Sube y ve directamente al dormitorio. No digas nada, solo juega y disfruta del regalo..."
Tras el recorrido más lento de la historia en ascensor, por fin entro en la habitación y veo a Carla sentada en una silla en medio del cuarto, con una venda en los ojos y las manos amarradas, y por única ropa, unas braguitas negras de encaje. Frente a ella, otra silla sobre la que hay otra venda, más cuerdas y una fusta. Una pequeña lamparita la ilumina directamente haciendo que sus oscuros y erizados pezones destaquen sobre su blanca piel. Cuando mis ojos se acostumbran a la penumbra del resto del cuarto, logro ver aparecer la esbelta figura de Lía, con su larga melena, con unas bragas idénticas a las que lleva Carla, acercándose con un dedo sobre los labios...
--- Schssss!!!. Silencio, no digas nada. Átame a la silla y el resto es cosa tuya... Tú decides las normas del juego, es tu momento, confío plenamente en tu buen saber hacer...
Todo mi cuerpo tiembla mientras le vendo los ojos y la amarro. Cuanto más aprieto las cuerdas, más se eriza su piel y aumenta su excitación, y puedo percibir cómo Carla se va acelerando con solo oírnos. Con la boca seca, veo una botella de vino y unas copas sobre la cómoda y aprovecho para servirme un trago e ir quitándome la ropa...
Contemplo alucinado el delicioso espectáculo de aquellas dos impresionantes mujeres excitadas y a mi total disposición, agradeciendo ser el afortunado director de aquel lujurioso juego, pensando en tomármelo con calma y aprovechar cada segundo...
Directamente de mi boca, vierto sobre la boca de Lía un sorbo del rojo elixir agarrándola por el pelo, y ella lo recibe golosamente, relamiéndose, abriendo un poco más las piernas. Es el turno de Carla. Me acerco para agarrar también su pelo y que reciba su trago, pero cuando nota mis labios, cuando mi barba la roza descubre mi identidad y se "enfada" con Lía y conmigo...
--- Vaya par... No hubo manera de que Lía me dijera quién era el amigo invitado... y ahora apareces tú...
--- Pues ya somos dos los sorprendidos. Yo ni siquiera sabía que habría alguien más, parece que el demonio rubio se ha divertido a nuestra costa... Ha sido una niña muy mala!!!
Sin soltar el pelo de Carla, agarro la fusta y descargo un buen azote sobre el muslo de Lía, y tal y cómo me esperaba, eso la enciende y hace que se retuerza en la silla, levantando la cadera, pidiendo más azotes entre jadeos y grititos, gimiendo y reconociendo que ha sido mala y que se merece su castigo. La humedad se hace visible bajo el negro encaje de sus bragas y mi excitación sigue aumentando y lleva mi mano entre los cálidos muslos de la pobre Carla, que allí atada, sin saber con quien se encontraría, comienza a relajarse y a disfrutar del juego. Me parece que su espera se merece un pequeño premio así que suelto la venda de sus ojos y tras regalarle un apasionado beso, dejo que contemple el "merecido castigo" que se lleva la responsable de tan ardiente sorpresa.
La fusta hace efecto sobre la piel de Lía dejando marcas rojas y logrando una evidente excitación en sus rosados pezones y los hinchados labios que se marcan descaradamente bajo la empapada tela que mínimamente los cubre. Me acerco y los libero, y ella responde complacida abriendo sus piernas con la respiración acelerada, mostrando en todo su esplendor su depilado y brillante sexo.
Carla se relame sin dejar de mirarla abriendo también sus piernas, invitándome a que le quite sus braguitas cómo si quisiera mostrar su poderío en igualdad de condiciones. Pero antes le quito a Lía la venda de sus ojos para que pueda deleitarse con el momento... Y ahora, las dos atadas, completamente desnudas, llenando la habitación de olor a hembra en celo, se recorren lujuriosamente con la mirada, a poca distancia, deseando tocarse pero sin poder hacerlo...
Mi ropa ya hace un rato que está por el suelo de la habitación y paladeo sin prisa un buen trago de vino gozando de verlas así, disfrutando de la intensa sensación de placer que siento con la tremenda erección provocada por el perverso juego, pero parece que no soy muy bueno con los nudos... Lía se ha soltado y se lanza sobre Carla para lamerla frenéticamente, buscando la humedad de su sexo, jugando lascivamente con sus dedos entre sus labios...
Siento temblar mis piernas por la brutal excitación y ocupo el lugar de Lía respirando aceleradamente, viendo cómo ellas se devoran con ansia. Lía mira de reojo mi enrojecido miembro y se aproxima de espaldas para sentarse sobre él gritando, casi aullando, sin dejar de besar a Carla. Mis gemidos se mezclan con los de ellas y nos volvemos animales en celo que liberan sus instintos, pero la diabólica mente del angelical demonio sigue funcionando, y dejándome con cara de sorpresa se levanta y se coloca detrás de Carla para soltarla, y tomándola de la mano, la guía hacia mí con suavidad, haciendo que todo parezca a cámara lenta... La ayuda a sentarse a horcajadas sobre mis piernas y solo puedo respirar profundo y dejar que me posea con una dulce lentitud, logrando que una descarga recorra mi cuerpo con cada centímetro que penetro dentro de ella.
Carla gime arqueándose con los ojos casi en blanco y comienza a embestirme y a retorcer mis pezones. Lía se pega a su espalda apretándose contra sus nalgas, agarrada a sus duros pezones y los tres nos entregamos a un imparable orgasmo en el que nos vaciamos en un clímax brutal.
Sin saber muy bien como, un rato después, nos enredamos entre las sábanas, apretados, besándonos, recuperando la calma entre temblores y olor a sexo y sudor, y en la nebulosa del adormecimiento, sonrío embobado pensando en lo que puede ocurrir cuando nos despertemos...

MICHEL GARCÍA
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jueves, 9 de noviembre de 2017

CARLA (III)

La obediente espera se hace eterna por momentos y hace que mi cuerpo se vaya volviendo un manojo de nervios que se estremece victima de la excitación que va creciendo imaginando lo que me espera, hasta que por fin, oigo la puerta del apartamento y sirvo dos copas de vino, esperando en la terraza tal y como ella me había ordenado...
La veo atravesar el salón contoneándose y llegar a la puerta de la terraza lanzándome un beso con una mano, y con la otra... cierra la puerta de cristal!!!. Allí a fuera, con una copa en cada mano, sin entender nada, mi cara debe de ser muy cómica porque su sonrisa de triunfo es casi insultante. Se pega al cristal dejando un beso de carmín sobre él antes de darse la vuelta para quitarse sinuosamente la falda y mostrarme el maravilloso espectáculo de sus redondas nalgas, y yo, tras terminar el vino de un trago, trato de abrir la puerta en un inútil y patético intento que la hace reír...
--- Ooohhh!!!, pobre cachorrito!!!, tranquilo, confía en mí, no te arrepentirás...
No me queda otra que apoyarme suspirando a contemplarla.
Acerca una silla, se sienta mirándome fijamente mientras abre las piernas. Sus manos recorren la parte interna de sus muslos hasta llegar al borde del mínimo tanga blanco... la humedad lo ha vuelto casi transparente y puedo degustar la deliciosa visión de sus abultados labios. Ella sigue con sus caricias alrededor de los bordes de la fina tela y continua hacia su duro vientre plano para jugar con el pircing del ombligo...
Bajo el encaje del sujetador que cubre sus pechos puedo apreciar sus erizados pezones y cuando una mano entra bajo esa suave tela para apretarlos, Lía gime estremeciéndose y veo esa expresión suya de placer que transforma su dulce carita en toda una invitación al pecado!!!.
Se libra del sujetador para ofrecerme la golosa imagen de su escote bajo la desabrochada camisa e instantes después, el tanga también acaba por los suelos en compañía de la blanca camisa para quedarse solamente con los zapatos de tacón y el triple colgante que cuelga entre sus erizados pechos, y mostrarse orgullosa y excitada sabiéndose dueña de la situación y sonreír victoriosa al verme jadear empañando el cristal con cada suspiro.
Su mano se dirige a sus empapados labios. Sus dedos los van abriendo, los van penetrando, buscan el hinchado clítoris y ella se retuerce de gusto y jadea totalmente entregada sin dejar de mirarme, y yo ya no puedo más!!!. Estoy tan encendido que solo puedo dejarme llevar y desabrocharme el pantalón para comenzar a tocarme frente a ella, acompañándola en aquel lujurioso juego que ambos nos regalamos...
Ya me veía explotando sobre el cristal cuando ella se levanta de un salto y abre la puerta agarrándome por la camisa para llevarme dentro mordiendo mi cuello sin parar de jadear y susurrar...
--- Mira cómo me has puesto cachorrito!!!. No puedo esperar más, hazme tuya ahora mismo...!!!

Continuará...

MICHEL GARCÍA
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lunes, 6 de noviembre de 2017

CARLA (II)

Una semana después de la visita de Carla aún sigo recordando cada segundo de aquella lujuriosa noche en la que Lía, la angelical camarera nos había llevado a su apartamento para convertirnos en sus "obedientes cachorros" tras transformase ella en una perversa domina y guiarnos a su particular infierno del placer.
Cada vez que cierro los ojos, aparecen de nuevo las imágenes, y tras ellas los gemidos, los gritos, los jadeos... sus órdenes!!!. Vuelve a mi cabeza la erizada piel de Carla, sus enrojecidas nalgas, los salvajes orgasmos que aquel demonio rubio le provocaba. Todavía tengo marcas de sus dientes y de sus latigazos por todo mi cuerpo, y cuando me excito recordando, incluso aún hoy, siguen escociendo...
Tengo grabado a fuego el momento en que se apoderaba de mi erección con esa lujuria salvaje haciéndome explotar cuando y donde ella quería mientras Carla se relamía entre temblores esposada al cabecero de la cama.
Y cada noche, ese torrente de imágenes y sensaciones se apodera de mí, excitándome de tal manera que masturbarme cómo un adolescente se ha convertido en una deliciosa necesidad. Y cada noche me prometo que será la última, que al día siguiente pasaré por el pub para comprobar si todo ha sido un sueño producto de mi mente calenturienta... y cada noche vuelvo a encontrarme con un extraño miedo que me paraliza y me hace temblar, y termino de nuevo a solas en mi cama...
Pero hoy, los compañeros de trabajo han insistido en tomar algo tras la reunión de la tarde, y aquí estoy, nervioso, con la camisa pegada al cuerpo, mirando de reojo cómo una dulce y sonriente camarera nos atiende, dedicándome furtivas miradas que me hacen estremecer. No puedo apartar la vista de ella, no logro centrarme en las conversaciones, solo existe Lía...
Hasta que la veo entrar en el almacén y desaparecer por un rato. Apenas son unos minutos, pero me parecen una eternidad... Y cuando vuelve a la barra, juraría que su cara y su mirada brillan aún más, y se acerca decididamente, y me entrega un sobre en el que ha escrito "abrir a solas" y se inclina para susurrar en mi oído que me ha extrañado estos días, que pensaba que su "cachorrito" no iba a volver...
Con un evidente estado de nerviosismo y mis compañeros haciendo bromas, siento el sobre arder dentro del bolsillo de mi pantalón. Que Lía se muerda el labio cada vez que pasa, no ayuda a tranquilizarme, eso si, ellos se lo están pasando de maravilla!!!.
Necesito leer ya su nota. Por momentos, el sobre se convierte en una brasa que quema mi pierna, así que salgo a la calle a fumar...
"Yo en tu lugar estaría temblando. No te imaginas cuanto he soñado contigo estos días, ha sido verte entrar y recordar con toda claridad ese delicioso sabor tuyo y sentir como mi tanga se empapaba...
Ya sabes la dirección. Te dejo la llave, espérame en la terraza con una botella de vino. No tardo en subir..."
Dioossss!!!!. A duras penas logro disimular mi erección y volver a entrar. No puedo dar respuesta a los jocosos comentarios, así que pago mi ronda y me despido sin más explicaciones. Al salir, miro de reojo como Lía sonríe maliciosamente, guiñándome un ojo, logrando acelerar de nuevo mi respiración. Sin pararme a pensarlo, cumplo su encargo, y ahora, en su terraza, fumo ansiosamente sabiendo que la noche se convertirá en otro excitante maratón a las órdenes de mi angelical demonio.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
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viernes, 3 de noviembre de 2017

CARLA (I)

Cada dos o tres meses, Carla viene a Asturias por trabajo, y me reserva una noche para cenar, tomar algo y dormir juntos...
Y claro, quién le dice no a una treintañera morena de ojos claros y curvas de escándalo???. Si además llega al restaurante enfundada en un ajustado y cortísimo vestido blanco que resalta todavía más su escultural cuerpo, hace que agradezcas cada instante a su lado.
Después de una ligera cena y ponernos al día tras el último encuentro, unas cervezas en la barra de un pub cercano, cada vez más arrimados, besándonos con las ganas de quienes llevan tiempo sin disfrutarse... Y cómo no!!!, la sensación de otras veces de ser observado y envidiado por tan maravillosa compañía.
Hombres y mujeres nos miran, algunos con deseo, otros, con gesto de reprobación, como si tanta pasión entre nosotros fuese algo raro en estos tiempos.
Aún son más evidentes sus miradas cuando Carla se va al baño y todos los ojos siguen su contoneante caminar. Incluso percibo como la camarera que nos ha puesto las cervezas acompaña su recorrido de una forma muy clara... Aprovecho para fijarme en esa rubita de pantalón negro ajustado y top de cuero con cremallera que enmarca su provocador escote y sus delicados hombros desnudos... No me había fijado en esa angelical figura que nos sonreía al atendernos, y que ahora aparta su mirada con gesto serio... hasta que Carla vuelve y se abraza a mí de nuevo... Y otra vez sonríe maliciosa mirando descaradamente hacia nosotros... o mira a Carla solamente???.
La aprieto más contra mí, acercándome para susurrar en su oído que me parece que la camarera está clavándole los ojos, y ella, sin disimular, se vuelve sonriendo a mirarla. Veo cómo se miran fijamente, cómo Carla se relame con el último sorbo de cerveza mientras le hace un gesto para que se acerque y nos ponga otras dos sin dejar de meterse entre mis piernas...
--- Cóbrate las cuatro preciosa!!!. Por cierto, me encanta ese top y esa cremallera... que suerte tendrá quien la logre bajar esta noche...
--- Gracias!!!. Me vuelve loca tu vestido, y la pena es que probablemente sea yo quien me baje la cremallera solita en mi casa.
--- Ooohhh, qué pena!!!. A mí me gustaría mirar cómo te la baja con la boca mi chico...
--- Ummm, suena excitante!!!, sobre todo si luego él mira cómo te quito yo a ti el vestido...
--- Diosssss!!!. no sé si aguantaré sin sacarte de la barra y ponerte ahora mismo entre los dos...
--- Uy, no!!!, aguanta cielo!!!, yo me dejaría encantada, pero ese numerito no es para todos estos. Termino mi turno en una hora y vivo en la calle de al lado. En privado será mucho más sabroso todo...
--- Uffff!!!!, creo que merecerá la pena la espera...
El angelito rubio se va guiñándonos un ojo y yo trato de asimilar la excitante escena a la que acabo de asistir en primera fila. Dos adorables criaturas, tremendamente sensuales, acaban de organizar un trío en mis propias narices, han quedado para más tarde y cuentan conmigo para un lujurioso encuentro.
--- Carla, cielo, no conocía esa faceta tuya... Y, por favor!!!, deja de frotarte contra mi entrepierna que no sé si aguantaré una hora así!!!
--- Uffff!!!, estoy empapándome por momentos!!!, entre tu paquete y la imagen los tres juntos, me estoy poniendo malísima!!!
--- Pues relajémonos un poquito. Que tal si me cuentas ese punto tuyo con otras chicas.
--- Hacía mucho que no me pasaba. Lo del trío contigo lo había imaginado alguna que otra vez, pero no se dio la ocasión hasta hoy...
--- Guauuu!!!, me quedo corto cuando digo que eres un demonio..., cómo me pones!!!
--- Demonio, sí!!!. pero tu demonio!!!

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 2 de noviembre de 2017

LO QUE ME HACES SENTIR...

Verte desencajada por el placer, oyendo tus gemidos y tus gritos. Sentir todo tu cuerpo temblar poseída por el deseo salvaje hasta convertirte en una viciosa hembra en celo que se entrega a gozar entre mis brazos pidiendo más y más, hace que me sienta el hombre más afortunado de la Tierra.
Me estremezco enredado entre tus piernas acompañando gustosamente la lujuria de tus caderas hasta transformar nuestra cama en un perverso templo del deseo carnal donde el tiempo se detiene y nuestros cuerpos se funden en un único ser...
Pero cuando despierto por la mañana y te descubro jugando cual gatita mimosa con mi camisa y mi corbata, no tengo más remedio que reconocer mi completa rendición. Y luego, esa pícara mirada tuya de niña inocente me hipnotiza y no puedo dejar de mirar como sonríes y te relames posando ante el espejo, gozando de saberte deseada, disfrutando de regalarme los sentidos de esa manera tan natural y sincera que solo me queda agradecer una vez más el delicioso instante en que mis oraciones fueron escuchadas y tu camino se cruzó con el mío para ir derribando todas las barreras levantadas tras años enredado en aventuras sin futuro...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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