miércoles, 22 de noviembre de 2017

JANA (X)

Tras el regreso de Prista a Lonjorn, los días transcurrían con desesperante lentitud, y la revelación de la presencia de Legna en la Tierra no dejaba de retumbar en la cabeza de una Jana que no encontraba la calma entre los brazos de Bea ni en sus cacerías nocturnas.
Algunas veces se desesperaba pensando en la dificultad que suponía encontrarle entre miles de millones de humanos, sabiendo además que él no la reconocería, ni tendría la más remota idea de todo lo ocurrido para llegar aquella situación. Luego se calmaba admitiendo que al menos sabía que estaba aquí, y no en cualquier lejano confín del Universo. También era consciente de lo importante que iba a ser su tranquilidad y decisión en el momento adecuado, porque estaba claro que cuando ella rompiera el hechizo de Mithrala con el elixir que Generosa le había preparado, la Bruja Oscura lo sabría de inmediato, y a continuación, su padre sería informado y pondría en marcha todos los medios a su alcance para detenerlos y evitar que volvieran a Lonjorn donde la Diosa Blanca les acogería convirtiendo a Legna en el Elegido que acabaría con su reinado.
Esa idea era lo que la hacía cerrar los ojos y respirar profundo buscando calma, para terminar imaginando su reencuentro y fantasear con el instante en que pudiera de nuevo tenerlo entre sus brazos y entregarse a él con las ganas de una hembra deseosa de volver a sentir el excitante placer de ser poseída con la fuerza de la pasión más intensa que había conocido... y con esas imágenes en su mente, su cuerpo reaccionaba erizándose, y sus manos buscaban la humedad que brotaba entre sus piernas para pronunciar su nombre entre gemidos que la llevaban a estremecerse en intensos orgasmos...
Y así, ansiosa y excitada, fue dejando pasar los días hasta que llegó el momento de llevar a cabo la primera parte de su búsqueda. La segunda noche del cuarto creciente, justo a la medianoche, Jana camina por la penumbra de un bosque a las afueras de la ciudad vestida con la blanca falda de seda de los rituales de purificación de las jóvenes vampiras. Un blanco farol de mecha de aceite ilumina tenuemente su solitario caminar en busca de la señal brillante del reflejo que únicamente puede ser visto a la hora indicada bajo la delicada luz que la temblorosa llama que el farol emite.
Prista le había explicado con detallada claridad los pasos a seguir, así que ahora Jana avanza decidida entre los árboles con todos los sentidos alerta, hasta que por fin, a escasos metros, un destello imperceptible a los ojos de un humano la guía a un pequeño montón de piedras cubierto por arbustos. Para cualquier hombre hubiese sido imposible mover aquellas piedras con sus propias manos, pero a ella no le cuesta ningún esfuerzo apartarlas para descubrir una alargada caja de madera de roble tallada con los antiguos símbolos que recordaba claramente haber visto en sus excursiones clandestinas a la sala prohibida de la biblioteca de palacio. Un escalofrío recorre su espalda al abrir la caja y contemplar a Orión, la deslumbrante espada de Odin, el Rey de todos los Dioses, la que había sido forjada con el colmillo de un dragón, y que cuando fuera empuñada por el legítimo heredero, volvería a restablecer el orden natural de las cosas en todos los reinos del Universo...
La primera parte de su cometido está completa, y Jana vuelve a casa con Orión, a ponerla a salvo y resguardarla de posibles hechizos de la Bruja Oscura tal y como Prista le había enseñado.
Ahora, queda encontrar a Legna y despertarlo con el elixir de Generosa. Sus ojos brillan y una sonrisa se dibuja en su rostro sabiendo que cada pequeño paso supone acercarse un poco más a su dragón...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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