lunes, 6 de noviembre de 2017

CARLA (II)

Una semana después de la visita de Carla aún sigo recordando cada segundo de aquella lujuriosa noche en la que Lía, la angelical camarera nos había llevado a su apartamento para convertirnos en sus "obedientes cachorros" tras transformase ella en una perversa domina y guiarnos a su particular infierno del placer.
Cada vez que cierro los ojos, aparecen de nuevo las imágenes, y tras ellas los gemidos, los gritos, los jadeos... sus órdenes!!!. Vuelve a mi cabeza la erizada piel de Carla, sus enrojecidas nalgas, los salvajes orgasmos que aquel demonio rubio le provocaba. Todavía tengo marcas de sus dientes y de sus latigazos por todo mi cuerpo, y cuando me excito recordando, incluso aún hoy, siguen escociendo...
Tengo grabado a fuego el momento en que se apoderaba de mi erección con esa lujuria salvaje haciéndome explotar cuando y donde ella quería mientras Carla se relamía entre temblores esposada al cabecero de la cama.
Y cada noche, ese torrente de imágenes y sensaciones se apodera de mí, excitándome de tal manera que masturbarme cómo un adolescente se ha convertido en una deliciosa necesidad. Y cada noche me prometo que será la última, que al día siguiente pasaré por el pub para comprobar si todo ha sido un sueño producto de mi mente calenturienta... y cada noche vuelvo a encontrarme con un extraño miedo que me paraliza y me hace temblar, y termino de nuevo a solas en mi cama...
Pero hoy, los compañeros de trabajo han insistido en tomar algo tras la reunión de la tarde, y aquí estoy, nervioso, con la camisa pegada al cuerpo, mirando de reojo cómo una dulce y sonriente camarera nos atiende, dedicándome furtivas miradas que me hacen estremecer. No puedo apartar la vista de ella, no logro centrarme en las conversaciones, solo existe Lía...
Hasta que la veo entrar en el almacén y desaparecer por un rato. Apenas son unos minutos, pero me parecen una eternidad... Y cuando vuelve a la barra, juraría que su cara y su mirada brillan aún más, y se acerca decididamente, y me entrega un sobre en el que ha escrito "abrir a solas" y se inclina para susurrar en mi oído que me ha extrañado estos días, que pensaba que su "cachorrito" no iba a volver...
Con un evidente estado de nerviosismo y mis compañeros haciendo bromas, siento el sobre arder dentro del bolsillo de mi pantalón. Que Lía se muerda el labio cada vez que pasa, no ayuda a tranquilizarme, eso si, ellos se lo están pasando de maravilla!!!.
Necesito leer ya su nota. Por momentos, el sobre se convierte en una brasa que quema mi pierna, así que salgo a la calle a fumar...
"Yo en tu lugar estaría temblando. No te imaginas cuanto he soñado contigo estos días, ha sido verte entrar y recordar con toda claridad ese delicioso sabor tuyo y sentir como mi tanga se empapaba...
Ya sabes la dirección. Te dejo la llave, espérame en la terraza con una botella de vino. No tardo en subir..."
Dioossss!!!!. A duras penas logro disimular mi erección y volver a entrar. No puedo dar respuesta a los jocosos comentarios, así que pago mi ronda y me despido sin más explicaciones. Al salir, miro de reojo como Lía sonríe maliciosamente, guiñándome un ojo, logrando acelerar de nuevo mi respiración. Sin pararme a pensarlo, cumplo su encargo, y ahora, en su terraza, fumo ansiosamente sabiendo que la noche se convertirá en otro excitante maratón a las órdenes de mi angelical demonio.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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