FOTO: Arancha Fernández Blanco.
Desde el momento en que descubrí este pequeño refugio paradisíaco en la costa supe con certeza que era el lugar donde quería vivir. Una preciosa casita de madera y piedra con vistas al mar, rodeada de bosques, con un único y privado acceso, a salvo del paso de turistas, senderistas o "amables" vecinos...
Un lugar ideal para un tipo amante de la calma y el relax, enfrascado en crear realidades juntando letras y palabras que forman historias que luego la magia de la tecnología se encarga de difundir a cualquier rincón del mundo a golpe de click, sin que yo tenga que moverme de mi placentero retiro.
Con algunas salidas esporádicas para llenar la nevera, y algún que otro compromiso social (tampoco se trata de convertirse en un ermitaño aislado del mundo), disfruto de mi mundo con la particular compañía del Señor Gato. Un irreverente peludo aparecido hace unos meses en la entrada de la casa para adueñarse de mi sofá y adoptarme como su humano proveedor de alimentos y mimos según su propia conveniencia.
Por si fuera poco, además de gozar de unas espectaculares vistas, un pequeño sendero me permite bajar cada mañana a una pequeña playa escondida entre acantilados sin otro posible acceso que desde mi propiedad, o atravesando la cerrada vegetación de la zona boscosa que rodea mi parcela y los acantilados. Eso hace que en todo el tiempo que llevo aquí viviendo, solo en una ocasión, un pequeño grupo de naturistas amantes del nudismo se atreviera a aparecer por allí, dejándome el privilegio de disfrutar de tranquilos paseos gozando del placer de sentir la arena bajo mis pies descalzos, aprovechando los días de mar en calma para sentir en mi piel las estimulantes y frías aguas del Cantábrico, y tener que volver corriendo a casa en busca de una toalla, una taza de café caliente, y encontrarme al Señor Gato mirándome con cara de estar pensando en lo loco que estaba su humano.
Unas semanas atrás, mientras vagueaba por la red una tarde que las musas no aparecían, había encontrado una publicación de un gimnasio cercano que ofrecía un curso de tiro con arco, y sin saber muy bien por qué, había terminado apuntándome a esas clases, comprando un equipo completo y estudiando y curioseando todo lo relacionado con algo tan desconocido, algo que se volvió tan fascinante cómo adictivo, hasta el punto de añadirlo a mis rutinas mañaneras. Así que ahora, además de gozar de la arena, el olor a salitre y la brisa del mar, descubría la excitante sensación del ritual del tiro con arco, y las horas volaban mientras lanzaba flechas a improvisadas dianas y mi mente jugaba a imaginarme como un antiguo guerrero samurái en apasionadas batallas...
Hasta que, ayer por la mañana, mientras recorría la playa cargado con un carcaj lleno y con el flamante arco que me acababa de comprar, iba colocando botellas de plástico, latas y todo lo que podía ser usado cómo blanco en diferentes lugares cuando descubrí tras la gran roca que dividía la playa en dos (esa que en mi mente se convertía en la gran fortaleza enemiga a conquistar), la deslumbrante figura de una mujer tumbada boca abajo en su toalla, tomando el sol con sólo un pañuelo pirata en la cabeza y unas grandes gafas de sol.
Paralizado, esperando que ella no hubiese notado mi presencia, pero sin poder moverme ni apartar la vista del llamativo escorpión tatuado en una de aquellas magníficas y redondas nalgas, hasta que ella se gira regalándome la vista con la imagen de sus desnudos pechos y su deliciosa sonrisa. Torpemente, intento disculparme por mi aparición, pero es ella la que tras ponerse de pie alarga su mano presentándose y pide perdón por estar allí sin saber que era una playa privada. Trato de disimular mi evidente nerviosismo y contarle que no, que es solo una playa escondida, que yo vivo allí, pero que no es una zona privada, sin parar de parlotear, sin saber dónde posar mi mirada.
Y ella sonríe con tanta naturalidad que me desarma más todavía (puede que lleve demasiado tiempo de autoimpuesto celibato), y me pide permiso para volver otro día, que traerá café, que será un placer descubrir cómo alguien tan interesante termina viviendo en tan idílico lugar y jugando con flechitas en la playa.
Y así, tras anotar su número de teléfono en un papel y recoger sus cosas, se pierde entre la maleza dejándome el cálido recuerdo de sus labios en mi mejilla y con la imagen del escorpión sobre su impresionante culo grabado a fuego en mi retina, logrando que pasase la tarde barajando la posibilidad de que mi mente hubiese creado la aparición de esa maravillosa sirena... pero creo recordar que las sirenas no llevan tatuajes... pero las piratas los llevan, y ella llevaba un pañuelo con calaveras..., y... también me puedo estar volviendo majara...
Y por primera vez en mucho tiempo, la calma y la tranquilidad se desmoronan, y me comporto cómo uno de los inquietos personajes de mis relatos, sin saber qué hacer, y hasta el Señor Gato me mira con cara extraña, para acabar por saltar sobre mi escritorio y de un preciso zarpazo lanzar el papel con su teléfono a mi cara... será que debo de dejar de hacer el idiota y llamarla???
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos resevados
lunes, 23 de octubre de 2017
miércoles, 18 de octubre de 2017
JANA (VIII)
Jana seguía atenta y expectante el interesante relato, viendo cómo Prista se apasionaba por momentos al mencionar la aparición de la Hechicera Blanca, y eso la llevó a recordar sus escapadas adolescentes a la zona de los libros prohibidos de la biblioteca de palacio.
Cuando era una curiosa e inconformista jovencita pasaba mucho tiempo en la biblioteca, y pudo descubrir una entrada oculta entre las viejas estanterías que llevaba a una pequeña estancia repleta de antiguos manuscritos y viejos ejemplares encuadernados de manera artesanal. Saber que era una zona prohibida despertó aún más su interés y la llevó a escaparse a escondidas para empaparse de aquellas antiguas historias donde se hablaba de la olvidada Estirpe del Dragón, aquellos a quienes se consideraba descendientes directos de los Dioses primigenios creadores del Universo. Recordó que allí se hablaba de una Diosa de Luz Blanca a quien se le atribuía el título de Señora de los Dragones, y que sería la encargada de despertar al legítimo heredero de la Estirpe para que devolviera a los Dragones al lugar que les correspondía reinando sobre el resto de los seres del Universo.
Pero un día, la secreta entrada desapareció sin más, y tuvo que olvidarse de aquellas leyendas sabiendo que de nada servirían sus preguntas.
Nunca le había hablado de aquellos libros ni de aquellas historias a nadie, y poco a poco fue pasando a ser un recuerdo que ahora Prista volvía a despertar con el relato de su aventura. Generosa, la guardiana del legado de la Estirpe aparecía en escena, y todo parecía indicar que no era algo casual, que todo estaba de alguna manera conectado en una causalidad dirigida y orquestada con un propósito por ahora desconocido...
Prista se había levantado a por más café y su escultural cuerpo desnudo volvía a buscar el cálido refugio que la manta y la suave piel de Jana ofrecían cuando el timbre de la puerta las sobresaltó...
Tras comprobar que Bea estaba al otro lado de la puerta con cara de no conformarse sin obtener una respuesta, sus miradas se cruzaron en un gesto cómplice y lascivo. Su instinto vampírico se había despertado, y sin necesidad de palabras, dejan pasar al tierno y enfurruñado animalito mientras se relamen divertidas al ver como su expresión de enfado cambia en un instante mirando sus cuerpos completamente desnudos.
Sin el más mínimo atisbo de resistencia, Bea se deja desnudar sobre la cama, suspirando con cada caricia con las que ambas recorren cada rincón de su cuerpo. Totalmente entregada, ofrece su cuello a los afilados colmillos de Jana y abre sus piernas gimiendo de placer al sentir cómo la lujuriosa lengua de Prista recorre su empapado sexo hasta hacerla temblar gozando de su papel de presa poseída por aquel par de deliciosas criaturas que la llevan a explotar en increíbles orgasmos.
Y ya no hubo tiempo para seguir hablando del mágico bosque del lejano Lonjorn. El ambiente se llena de jadeos, de sabores y olores a sangre caliente y sudorosos cuerpos entrelazados en apasionados momentos de placer carnal con cada una de ellas centrada en satisfacer sus más íntimos instintos, sin olvidarse de regalar placer a sus compañeras, dejando que las horas fueran pasando disfrutando de la inesperada y golosa aparición de Bea...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos reservados
Cuando era una curiosa e inconformista jovencita pasaba mucho tiempo en la biblioteca, y pudo descubrir una entrada oculta entre las viejas estanterías que llevaba a una pequeña estancia repleta de antiguos manuscritos y viejos ejemplares encuadernados de manera artesanal. Saber que era una zona prohibida despertó aún más su interés y la llevó a escaparse a escondidas para empaparse de aquellas antiguas historias donde se hablaba de la olvidada Estirpe del Dragón, aquellos a quienes se consideraba descendientes directos de los Dioses primigenios creadores del Universo. Recordó que allí se hablaba de una Diosa de Luz Blanca a quien se le atribuía el título de Señora de los Dragones, y que sería la encargada de despertar al legítimo heredero de la Estirpe para que devolviera a los Dragones al lugar que les correspondía reinando sobre el resto de los seres del Universo.
Pero un día, la secreta entrada desapareció sin más, y tuvo que olvidarse de aquellas leyendas sabiendo que de nada servirían sus preguntas.
Nunca le había hablado de aquellos libros ni de aquellas historias a nadie, y poco a poco fue pasando a ser un recuerdo que ahora Prista volvía a despertar con el relato de su aventura. Generosa, la guardiana del legado de la Estirpe aparecía en escena, y todo parecía indicar que no era algo casual, que todo estaba de alguna manera conectado en una causalidad dirigida y orquestada con un propósito por ahora desconocido...
Prista se había levantado a por más café y su escultural cuerpo desnudo volvía a buscar el cálido refugio que la manta y la suave piel de Jana ofrecían cuando el timbre de la puerta las sobresaltó...
Tras comprobar que Bea estaba al otro lado de la puerta con cara de no conformarse sin obtener una respuesta, sus miradas se cruzaron en un gesto cómplice y lascivo. Su instinto vampírico se había despertado, y sin necesidad de palabras, dejan pasar al tierno y enfurruñado animalito mientras se relamen divertidas al ver como su expresión de enfado cambia en un instante mirando sus cuerpos completamente desnudos.
Sin el más mínimo atisbo de resistencia, Bea se deja desnudar sobre la cama, suspirando con cada caricia con las que ambas recorren cada rincón de su cuerpo. Totalmente entregada, ofrece su cuello a los afilados colmillos de Jana y abre sus piernas gimiendo de placer al sentir cómo la lujuriosa lengua de Prista recorre su empapado sexo hasta hacerla temblar gozando de su papel de presa poseída por aquel par de deliciosas criaturas que la llevan a explotar en increíbles orgasmos.
Y ya no hubo tiempo para seguir hablando del mágico bosque del lejano Lonjorn. El ambiente se llena de jadeos, de sabores y olores a sangre caliente y sudorosos cuerpos entrelazados en apasionados momentos de placer carnal con cada una de ellas centrada en satisfacer sus más íntimos instintos, sin olvidarse de regalar placer a sus compañeras, dejando que las horas fueran pasando disfrutando de la inesperada y golosa aparición de Bea...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos reservados
sábado, 7 de octubre de 2017
JANA (VII)
Durante las siguientes semanas, Morlan se volvió un cicerón encantador que la colmaba de atenciones y mimos mientras la guiaba por los mágicos escenarios de aquel interminable bosque. A Prista no le costó recuperarse física y mentalmente disfrutando de días de ensueño y apasionadas noches al mismo tiempo que descubría al maravilloso ser que se escondía bajo la atlética y poderosa figura del hombre lobo a quien todos admiraban y respetaban como al líder que los mantenía unidos y a salvo de la Guardia Negra del Rey de Lonjorn.
Morlan fue presentándola en cada una de las pequeñas aldeas que poblaban aquel inmenso territorio de enormes bosques y altas montañas que formaban profundos valles cubiertos por una fina niebla. La tupida vegetación, la refrescante humedad de la niebla, la cantidad de riachuelos y manantiales, les permitía moverse a cualquier hora del día con completa tranquilidad sin preocuparse por los abrasadores rayos con que Irus castigaba otras zonas del reino, obligando a los habitantes de esos lugares a llevar una vida nocturna.
Prista fue descubriendo tribus de vampiros, de humanos, de dragones, de hombres lobo... y en todas ellas rendían pleitesía a Morlan, y les agasajaban con muestras de cariño y respeto, haciendo que ella se sintiese gratamente sorprendida y cada vez más atraída por su salvador. Comprendió que la vida bajo las autoritarias normas del reino de los vampiros no tenía mucho sentido, y que la gran mayoría de las historias que les habían contado solo eran mentiras para mantenerles asustados y controlados.
Allí, en el bosque, todos se respetaban y ayudaban, y sobre todo, reían y tenían ese brillo en la cara que da la paz y la felicidad. Y aunque Morlan insistía mucho en que había que mantenerse alerta, que la Guardia Negra podía aparecer en cualquier momento y que cada vez que lo hacían causaban mucho daño y dolor, él también sonreía satisfecho compartiendo risas y comida con los que se consideraban sus protegidos, incluso, algunas noches se animaba a cantar y bailar disfrutando de estar rodeado de aquellos seres a los que reñía entre tragos de licor cuando le llamaban Rey Morlan, y les abrazaba feliz repitiendo que no había reyes, que todos eran amigos que se apoyaban, para seguir la fiesta bailando y persiguiendo a las jóvenes del poblado tratando de levantarles las faldas y terminar cayendo por los suelos entre carcajadas al darse cuenta de que el licor se había apoderado de su cabeza...
Y Prista reía, bebía, bailaba, sintiéndose afortunada por estar allí, y cada noche se entregaba más y más a él, disfrutando del placer de ser mujer entre los brazos de aquel maravilloso ser gracias a quien había vuelto a sentirse viva.
Pero también recordaba a Jana. A veces deseando que estuviera allí y pudiera descubrir la magia de aquel lugar y de aquellas gentes, y otras veces, no podía evitar la tristeza que le provocaba no saber que tipo de suerte había corrido, ni en que lugar estaría pagando el castigo que su despiadado padre le había impuesto...
Con el recuerdo constante de Jana en su cabeza, las jornadas iban pasando, y cuando tras dejar la última de las aldeas, ya pensaba que estarían de regreso al poblado donde Morlan tenía su propia manada, llegaron un atardecer a una zona donde los sonidos, los olores y los colores del bosque tenían una intensidad mucho mayor que en otras partes. Morlan olisqueaba el aire y se mantenía alerta, y ella misma pudo sentir una fuerza, una presencia, algo distinto en el ambiente que hizo que buscase la mano de Morlan para agarrarla con fuerza buscando su protección. Él la miró sonriendo y le dijo que se tranquilizara, que era la última visita y que la había dejado para el final porque era la más importante.
De repente, sin saber de dónde ni cómo, entre los árboles apareció la impresionante estampa de un hermoso caballo blanco, y a su lado, la deslumbrante imagen de una mujer cuya presencia cubría el lugar de una brillante luz. Prista pudo sentir como esa luz traspasaba su piel y la llenaba por dentro de una cálida y reconfortante sensación mientras observaba como aquella etérica figura sonreía y se acercaba a un arrodillado Morlan que agachaba su cabeza ante la Hechicera Blanca, la verdadera Diosa del bosque, hija de la Gran Madre Naturaleza, a quien todos veneraban.
Había oído leyendas e historias sobre ella cuando era una niña y crecía despreocupada en palacio junto a Jana, pero siempre había creído que eran cuentos para niños, y recordaba que la mayoría de las veces las usaban para asustarlas y que tuvieran miedo a lo que había fuera de las fronteras del reino... Pero ahora estaba frente a ella, y podía sentir su fuerza, su luz, su poder, pero no era miedo lo que le hacía sentir. Sentía intriga, curiosidad, algo de nerviosismo, pero sobre todo, su presencia transmitía paz y amor.
Vio como levantaba a Morlan y le abrazaba a la vez que le reñía cariñosamente por inclinarse ante ella. Luego, la llamó por su nombre volviéndose hacia ella abriendo sus brazos para acogerla en el abrazo más tierno que ella podía recordar, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera presa de la emoción.
Temblando cómo una hoja, abrazada cómo nunca había sido abrazada, suspirando, invadida por una deliciosa paz interior, tuvo por un instante la duda de estar soñando, de que fuera su mente la que estaba creando aquella escena tan increíble donde Generosa, la Diosa Blanca, acariciaba su cara iluminándola con su poderosa mirada...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
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Morlan fue presentándola en cada una de las pequeñas aldeas que poblaban aquel inmenso territorio de enormes bosques y altas montañas que formaban profundos valles cubiertos por una fina niebla. La tupida vegetación, la refrescante humedad de la niebla, la cantidad de riachuelos y manantiales, les permitía moverse a cualquier hora del día con completa tranquilidad sin preocuparse por los abrasadores rayos con que Irus castigaba otras zonas del reino, obligando a los habitantes de esos lugares a llevar una vida nocturna.
Prista fue descubriendo tribus de vampiros, de humanos, de dragones, de hombres lobo... y en todas ellas rendían pleitesía a Morlan, y les agasajaban con muestras de cariño y respeto, haciendo que ella se sintiese gratamente sorprendida y cada vez más atraída por su salvador. Comprendió que la vida bajo las autoritarias normas del reino de los vampiros no tenía mucho sentido, y que la gran mayoría de las historias que les habían contado solo eran mentiras para mantenerles asustados y controlados.
Allí, en el bosque, todos se respetaban y ayudaban, y sobre todo, reían y tenían ese brillo en la cara que da la paz y la felicidad. Y aunque Morlan insistía mucho en que había que mantenerse alerta, que la Guardia Negra podía aparecer en cualquier momento y que cada vez que lo hacían causaban mucho daño y dolor, él también sonreía satisfecho compartiendo risas y comida con los que se consideraban sus protegidos, incluso, algunas noches se animaba a cantar y bailar disfrutando de estar rodeado de aquellos seres a los que reñía entre tragos de licor cuando le llamaban Rey Morlan, y les abrazaba feliz repitiendo que no había reyes, que todos eran amigos que se apoyaban, para seguir la fiesta bailando y persiguiendo a las jóvenes del poblado tratando de levantarles las faldas y terminar cayendo por los suelos entre carcajadas al darse cuenta de que el licor se había apoderado de su cabeza...
Y Prista reía, bebía, bailaba, sintiéndose afortunada por estar allí, y cada noche se entregaba más y más a él, disfrutando del placer de ser mujer entre los brazos de aquel maravilloso ser gracias a quien había vuelto a sentirse viva.
Pero también recordaba a Jana. A veces deseando que estuviera allí y pudiera descubrir la magia de aquel lugar y de aquellas gentes, y otras veces, no podía evitar la tristeza que le provocaba no saber que tipo de suerte había corrido, ni en que lugar estaría pagando el castigo que su despiadado padre le había impuesto...
Con el recuerdo constante de Jana en su cabeza, las jornadas iban pasando, y cuando tras dejar la última de las aldeas, ya pensaba que estarían de regreso al poblado donde Morlan tenía su propia manada, llegaron un atardecer a una zona donde los sonidos, los olores y los colores del bosque tenían una intensidad mucho mayor que en otras partes. Morlan olisqueaba el aire y se mantenía alerta, y ella misma pudo sentir una fuerza, una presencia, algo distinto en el ambiente que hizo que buscase la mano de Morlan para agarrarla con fuerza buscando su protección. Él la miró sonriendo y le dijo que se tranquilizara, que era la última visita y que la había dejado para el final porque era la más importante.
De repente, sin saber de dónde ni cómo, entre los árboles apareció la impresionante estampa de un hermoso caballo blanco, y a su lado, la deslumbrante imagen de una mujer cuya presencia cubría el lugar de una brillante luz. Prista pudo sentir como esa luz traspasaba su piel y la llenaba por dentro de una cálida y reconfortante sensación mientras observaba como aquella etérica figura sonreía y se acercaba a un arrodillado Morlan que agachaba su cabeza ante la Hechicera Blanca, la verdadera Diosa del bosque, hija de la Gran Madre Naturaleza, a quien todos veneraban.
Había oído leyendas e historias sobre ella cuando era una niña y crecía despreocupada en palacio junto a Jana, pero siempre había creído que eran cuentos para niños, y recordaba que la mayoría de las veces las usaban para asustarlas y que tuvieran miedo a lo que había fuera de las fronteras del reino... Pero ahora estaba frente a ella, y podía sentir su fuerza, su luz, su poder, pero no era miedo lo que le hacía sentir. Sentía intriga, curiosidad, algo de nerviosismo, pero sobre todo, su presencia transmitía paz y amor.
Vio como levantaba a Morlan y le abrazaba a la vez que le reñía cariñosamente por inclinarse ante ella. Luego, la llamó por su nombre volviéndose hacia ella abriendo sus brazos para acogerla en el abrazo más tierno que ella podía recordar, haciendo que todo su cuerpo se estremeciera presa de la emoción.
Temblando cómo una hoja, abrazada cómo nunca había sido abrazada, suspirando, invadida por una deliciosa paz interior, tuvo por un instante la duda de estar soñando, de que fuera su mente la que estaba creando aquella escena tan increíble donde Generosa, la Diosa Blanca, acariciaba su cara iluminándola con su poderosa mirada...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
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martes, 26 de septiembre de 2017
ADORO TUS SORPRESAS

Abro la puerta con gesto serio dispuesto a despachar sin miramientos al inoportuno de turno que incordia a estas horas...
--- Dios!!!. Tú???. Qué haces aquí???, sabes que me voy al partido en media hora...
--- Suficiente... Quería darte una sorpresa...
Entras tapándome la boca con tu mano, empujándome contra la pared sin darme opción a replicar. Veo tu gabardina negra ajustada, tus botas de tacón imposible, tus labios rojos, tu mirada lujuriosa... Te apartas para dejar caer la gabardina y mostrarme el conjunto transparente que la noche pasada ibas a ponerte, pero que quedó sin estrenar por el intenso deseo que nos llevo a poseernos como dos hambrientas fieras salvajes.
Recorro con la mirada tus blancos muslos, resaltados por el cuero de tus botas. Descubro bajo las transparencias del conjunto tus erizados pezones, apuntándome, invitándome a probar su dureza... Deslizas tu mano jugueteando con el pircing de tu ombligo para bajar por ese vientre plano guiando mi mirada hacia las dos mínimas tiras que se ajustan sobre tus ingles, dejando el hueco justo para resaltar unos hinchados y excitados labios...
Hipnotizado y encendido, me acelero aún más cuando abres las piernas regalándome la vista con el glorioso espectáculo de tu deseo, y ya no puedo esperar, necesito hacerte mía!!!.
Me lanzo sobre ti, deshaciéndome de mi ropa, para embestirte sin contemplaciones mientras gritas pidiéndome que no pare, que te empotre contra la pared, y no tienes que repetirlo... Me entrego encantado al placer del sexo salvaje con mi perversa diosa, acompañando tus jadeos y el frenético ritmo de tus caderas, sin más objetivo que llegar juntos a un explosivo orgasmo que nos invada por completo de manera rápida y desenfrenada...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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sábado, 16 de septiembre de 2017
JANA (VI)
Aquel triste y doloroso relato estaba llevando a Jana a un estado de angustia, dejándola con un nudo en la garganta, pero quería que Prista continuara contándole su travesía, necesitaba saber cómo había logrado sobreponerse y cómo había conseguido encontrarla, así que tras preparar café salieron a la terraza a fumar... el sol en la Tierra no era tan fuerte como en Lonjorn, y además, el día había amanecido nublado...
Enroscadas bajo una manta, disfrutando de sus cálidas pieles, compartiendo besos con sabor a tabaco y a café recién hecho, gozando de su especial complicidad, Prista regresó al bosque donde Morlan la había llevado a través de aquellos oscuros túneles.
Tras recorrer un pequeño tramo por senderos reconocibles solo por alguien acostumbrado a moverse por ellos habitualmente, alcanzaron la parte más profunda y protegida del bosque. Morlan tomó su mano con delicadeza y aulló... Y sin que Prista supiera cómo, comenzaron a aparecer figuras de entre la maleza y los árboles... La manada de Morlan, machos, hembras, cachorros, acudían a su llamada con claras muestras de alegría al tenerle de nuevo entre ellos, y a ninguno parecía sorprenderle su presencia, incluso, una hermosa niña se acercó a ella para abrazarse a sus piernas con una dulce sonrisa.
Unos instantes después les guiaban hacia los grandes árboles del fondo, para terminar llegando a un extenso poblado disimulado entre la vegetación, y de nuevo, sorpresas para Prista al ver aparecer un numeroso grupo de vampiros que rápidamente acudieron a acogerla sonrientes. Morlan, guiñándole un ojo, la apretó contra su cuerpo para susurrarle al oído que estaba a salvo, que fuera con ellos y descansara, que más tarde ya tendrían tiempo para hablar y le aclararía todo lo que necesitara saber...
Sus congéneres se ocuparon de buscarle ropa limpia, de alimentarla para que se recuperara y de encontrar un cómodo aposento donde pudiera descansar en la fresca oscuridad de las sencillas casas construidas entre la tierra y las raíces de aquellos grandes árboles.
El cansancio y la tensión de la fuga hicieron que pronto se quedara dormida profundamente, para despertar unas horas después sobresaltada, sin saber donde estaba, asustada esperando una nueva sesión de tortura...
Pero no, no había grilletes, no estaba sobre el duro suelo. Suaves mantas cubrían su desnudo cuerpo sobre un cómodo colchón, una chimenea encendida daba calor al lugar, y sentado junto a la cama, un sonriente y relajado Morlan vigilaba su descanso.
En ese momento, ella fue consciente de lo mucho que le debía a aquel hombre lobo. Sonrió mirándole sabedora de que de no ser por su arriesgada decisión, aún seguiría soportando una y otra vez el terrible tormento al que había sido condenada. Y aquel rostro, con esa mezcla de rudeza y ternura, le pareció el del ser más bello del universo y sin pensarlo dos veces, saltó de la cama para sentarse sobre sus piernas y cubrirle de besos mientras apretaba su cuerpo contra él en un interminable abrazo, sintiendo su ruborizada sorpresa, su agradecimiento, para ir poco a poco descubriendo como su desnudez comenzaba a provocarle una evidente excitación que no tardó ni un segundo en contagiarla y despertar su lado más sensual, y allí, sobre la silla, entregarse a él con la certeza de no querer estar en otro lugar ni en otra situación que no fuera esa, entre los poderosos brazos de quien le había devuelto la esperanza, las ganas de vivir, y que estaba haciendo renacer el deseo entre sus piernas...
En ese punto de la historia, Jana se dio cuenta de lo que habían cambiado sus vidas en unos pocos meses. Ella enamorada de un dragón, y su hermana de sangre de un hombre lobo... Si se lo llegan a decir no hace mucho tiempo, se hubiese partido de risa, pero así eran las cosas, y allí estaba con Prista, oyéndola relatar su odisea, viendo ese brillo en sus ojos que ella tan bien conocía, reconociendo su alegría al verla tan feliz como realmente se merecía... Solo pudo abrazarla con fuerza y pedirle que siguiera con la historia...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos reservados
Enroscadas bajo una manta, disfrutando de sus cálidas pieles, compartiendo besos con sabor a tabaco y a café recién hecho, gozando de su especial complicidad, Prista regresó al bosque donde Morlan la había llevado a través de aquellos oscuros túneles.
Tras recorrer un pequeño tramo por senderos reconocibles solo por alguien acostumbrado a moverse por ellos habitualmente, alcanzaron la parte más profunda y protegida del bosque. Morlan tomó su mano con delicadeza y aulló... Y sin que Prista supiera cómo, comenzaron a aparecer figuras de entre la maleza y los árboles... La manada de Morlan, machos, hembras, cachorros, acudían a su llamada con claras muestras de alegría al tenerle de nuevo entre ellos, y a ninguno parecía sorprenderle su presencia, incluso, una hermosa niña se acercó a ella para abrazarse a sus piernas con una dulce sonrisa.
Unos instantes después les guiaban hacia los grandes árboles del fondo, para terminar llegando a un extenso poblado disimulado entre la vegetación, y de nuevo, sorpresas para Prista al ver aparecer un numeroso grupo de vampiros que rápidamente acudieron a acogerla sonrientes. Morlan, guiñándole un ojo, la apretó contra su cuerpo para susurrarle al oído que estaba a salvo, que fuera con ellos y descansara, que más tarde ya tendrían tiempo para hablar y le aclararía todo lo que necesitara saber...
Sus congéneres se ocuparon de buscarle ropa limpia, de alimentarla para que se recuperara y de encontrar un cómodo aposento donde pudiera descansar en la fresca oscuridad de las sencillas casas construidas entre la tierra y las raíces de aquellos grandes árboles.
El cansancio y la tensión de la fuga hicieron que pronto se quedara dormida profundamente, para despertar unas horas después sobresaltada, sin saber donde estaba, asustada esperando una nueva sesión de tortura...
Pero no, no había grilletes, no estaba sobre el duro suelo. Suaves mantas cubrían su desnudo cuerpo sobre un cómodo colchón, una chimenea encendida daba calor al lugar, y sentado junto a la cama, un sonriente y relajado Morlan vigilaba su descanso.
En ese momento, ella fue consciente de lo mucho que le debía a aquel hombre lobo. Sonrió mirándole sabedora de que de no ser por su arriesgada decisión, aún seguiría soportando una y otra vez el terrible tormento al que había sido condenada. Y aquel rostro, con esa mezcla de rudeza y ternura, le pareció el del ser más bello del universo y sin pensarlo dos veces, saltó de la cama para sentarse sobre sus piernas y cubrirle de besos mientras apretaba su cuerpo contra él en un interminable abrazo, sintiendo su ruborizada sorpresa, su agradecimiento, para ir poco a poco descubriendo como su desnudez comenzaba a provocarle una evidente excitación que no tardó ni un segundo en contagiarla y despertar su lado más sensual, y allí, sobre la silla, entregarse a él con la certeza de no querer estar en otro lugar ni en otra situación que no fuera esa, entre los poderosos brazos de quien le había devuelto la esperanza, las ganas de vivir, y que estaba haciendo renacer el deseo entre sus piernas...
En ese punto de la historia, Jana se dio cuenta de lo que habían cambiado sus vidas en unos pocos meses. Ella enamorada de un dragón, y su hermana de sangre de un hombre lobo... Si se lo llegan a decir no hace mucho tiempo, se hubiese partido de risa, pero así eran las cosas, y allí estaba con Prista, oyéndola relatar su odisea, viendo ese brillo en sus ojos que ella tan bien conocía, reconociendo su alegría al verla tan feliz como realmente se merecía... Solo pudo abrazarla con fuerza y pedirle que siguiera con la historia...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
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martes, 12 de septiembre de 2017
MI MOMENTO...
Calurosas tardes de verano en la relajante soledad de mi sofá, con las ventanas abiertas buscando un poco de aire que refresque mi cuerpo, sintiendo cómo a mi sudorosa piel le sobra la mínima ropa que la cubre...
Mis manos comienzan a tener vida propia, y casi inconscientemente empiezan a jugar bajo la suave tela, dejando que cada erizado centímetro de mi piel vaya quedando liberado de ella y poder así disfrutar del delicioso espectáculo de mi propia desnudez.
Acalorada y excitada me regalo placenteras caricias que provocan ahogados gemidos y un cálido fluir entre las piernas que las hace temblar. Con los dedos empapados, mi mente vuela entre espasmos de placer sin más objetivo que disfrutar de sentirme mujer sensual, queriéndome, convirtiendo mis manos en el más experto de los amantes, para terminar retorciéndome en un jugoso orgasmo, gozando del solitario clímax que logra que mi cuerpo y mi alma vibren y se estremezcan...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos reservados
Mis manos comienzan a tener vida propia, y casi inconscientemente empiezan a jugar bajo la suave tela, dejando que cada erizado centímetro de mi piel vaya quedando liberado de ella y poder así disfrutar del delicioso espectáculo de mi propia desnudez.
Acalorada y excitada me regalo placenteras caricias que provocan ahogados gemidos y un cálido fluir entre las piernas que las hace temblar. Con los dedos empapados, mi mente vuela entre espasmos de placer sin más objetivo que disfrutar de sentirme mujer sensual, queriéndome, convirtiendo mis manos en el más experto de los amantes, para terminar retorciéndome en un jugoso orgasmo, gozando del solitario clímax que logra que mi cuerpo y mi alma vibren y se estremezcan...
MICHEL GARCÍA
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viernes, 1 de septiembre de 2017
JANA (V)
Una nueva luna llena brilla sobre la ciudad impregnando la noche con ese olor tan característico, ese que los pobres humanos no eran capaces de apreciar y que resultaba tan embriagador para una ilusionada princesa vampira que había recuperado la sonrisa y las ganas de vivir.
Las dos semanas pasadas con Prista reactivaron emociones y sentimientos aletargados. La complicidad entre ellas convirtió su reencuentro en apasionadas y salvajes veladas donde sus cuerpos se fundían mezclando pieles, sudores y orgasmos, y sobre todo, esa sabrosa sangre vampira. Para Jana, volver a paladear la cálida y pura sangre suponía alimentar su alma con una brutal explosión de sensaciones que junto a las increíbles caricias de Prista la convertían en una insaciable y lujuriosa hembra incapaz de dejar de retorcerse entre escandalosos orgasmos.
De nuevo juntas recuperando pasiones carnales y salidas nocturnas compartiendo el excitante placer de la caza. Y esos amaneceres, en la oscuridad de la habitación, respirándose, acariciándose, hablando hasta quedar rendidas desnudas entre las sábanas...
Poco a poca, Prista fue contándole las interminables noches de torturas a las que era sometida por los verdugos de las mazmorras del castillo real, relatando como se turnaban para castigar su encadenado cuerpo en brutales sesiones de latigazos que abrían sus carnes noche tras noche hasta dejar las profundas cicatrices aún visibles en su espalda. Jana se estremecía escuchándola, para terminar besando con amor y ternura cada una de esas marcas tratando de devolver algo de dulzura al terrible tormento soportado. Le contó como la obligaban a alimentarse con sangre fresca después de haberla torturado, violado y golpeado para que su cuerpo se regenerara y así seguir soportando a la noche siguiente más castigos. Le confesó que pasaba por su cabeza la idea de no seguir dándoles la oportunidad de continuar con aquella penitencia y dejarse morir para terminar de una vez con el doloroso sufrimiento, pero siguiendo las crueles ordenes del Rey, se ocupaban concienzudamente de que esto no ocurriera.
Hasta que una mañana, cuando el silencio se apoderaba de las mazmorras y los guardias dormían protegidos de la luz con la que el sol Irus bañaba el planeta Lonjorn, su desnuda y machacada piel se estremeció despertándola, para descubrir a su lado al robusto hombre lobo que cada noche se convertía en testigo mudo de su tortura desde la celda de enfrente donde permanecía encadenado. En alguna ocasión, Prista creía haber distinguido el reflejo de una lágrima bajando por su rudo rostro, pero en aquellos momentos tan brutales, no podía dar mucho crédito a lo que su mente podía llegar a percibir...
Pero ahora era real. De algún modo se había liberado de sus cadenas y estaba a su lado susurrándole que se tranquilizara y limpiando su magullado cuerpo con agua fresca, con increíble delicadeza, con una mirada brillante, aportando un poco de paz a aquel infierno en que se había convertido su existencia. Luego, mientras ella agradecía en silencio aquellos refrescantes cuidados, él, con tranquila seguridad, forzó los grilletes de sus muñecas y de sus tobillos para después cubrir su desnudo cuerpo con una raída manta con capucha... Prista, sorprendida, solo pudo dejarse guiar por aquella seguridad a través del silencioso laberinto de pasillos hasta terminar fuera de los muros del castillo en un lugar totalmente desconocido para ella. La cegadora luz de Irus la hizo paralizarse, pero Morlan, tras cubrirla con la capucha y con su propio cuerpo, la convenció de que era su única oportunidad, que debían aprovechar la ocasión para poner tierra de por medio antes de que al anochecer descubrieran su fuga y la cólera del Rey diera paso a intensas partidas de caza en su búsqueda.
Por fin, tras un abrasador trayecto, lograron alcanzar la protección del frondoso bosque, y allí, Morlan enseguida encontró la entrada de una especie de madriguera que les condujo por un oscuro sistema de túneles donde Prista pudo respirar protegida del tormento que para ella suponía estar expuesta durante las horas en las que Irus castigaba con más fuerza. Morlan, conocía a la perfección esos túneles que el mismo y sus congéneres usaban para burlar la vigilancia de la guardia real en furtivas excursiones fuera de su territorio, pero en una de ellas, había sido capturado y encerrado por enésima vez... para volver a fugarse una vez más. pero en esta ocasión, acompañado por la hermosa vampira de la que se había apiadado contemplando las terribles torturas a las que era sometida cada noche...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos reservados
Las dos semanas pasadas con Prista reactivaron emociones y sentimientos aletargados. La complicidad entre ellas convirtió su reencuentro en apasionadas y salvajes veladas donde sus cuerpos se fundían mezclando pieles, sudores y orgasmos, y sobre todo, esa sabrosa sangre vampira. Para Jana, volver a paladear la cálida y pura sangre suponía alimentar su alma con una brutal explosión de sensaciones que junto a las increíbles caricias de Prista la convertían en una insaciable y lujuriosa hembra incapaz de dejar de retorcerse entre escandalosos orgasmos.
De nuevo juntas recuperando pasiones carnales y salidas nocturnas compartiendo el excitante placer de la caza. Y esos amaneceres, en la oscuridad de la habitación, respirándose, acariciándose, hablando hasta quedar rendidas desnudas entre las sábanas...
Poco a poca, Prista fue contándole las interminables noches de torturas a las que era sometida por los verdugos de las mazmorras del castillo real, relatando como se turnaban para castigar su encadenado cuerpo en brutales sesiones de latigazos que abrían sus carnes noche tras noche hasta dejar las profundas cicatrices aún visibles en su espalda. Jana se estremecía escuchándola, para terminar besando con amor y ternura cada una de esas marcas tratando de devolver algo de dulzura al terrible tormento soportado. Le contó como la obligaban a alimentarse con sangre fresca después de haberla torturado, violado y golpeado para que su cuerpo se regenerara y así seguir soportando a la noche siguiente más castigos. Le confesó que pasaba por su cabeza la idea de no seguir dándoles la oportunidad de continuar con aquella penitencia y dejarse morir para terminar de una vez con el doloroso sufrimiento, pero siguiendo las crueles ordenes del Rey, se ocupaban concienzudamente de que esto no ocurriera.
Hasta que una mañana, cuando el silencio se apoderaba de las mazmorras y los guardias dormían protegidos de la luz con la que el sol Irus bañaba el planeta Lonjorn, su desnuda y machacada piel se estremeció despertándola, para descubrir a su lado al robusto hombre lobo que cada noche se convertía en testigo mudo de su tortura desde la celda de enfrente donde permanecía encadenado. En alguna ocasión, Prista creía haber distinguido el reflejo de una lágrima bajando por su rudo rostro, pero en aquellos momentos tan brutales, no podía dar mucho crédito a lo que su mente podía llegar a percibir...
Pero ahora era real. De algún modo se había liberado de sus cadenas y estaba a su lado susurrándole que se tranquilizara y limpiando su magullado cuerpo con agua fresca, con increíble delicadeza, con una mirada brillante, aportando un poco de paz a aquel infierno en que se había convertido su existencia. Luego, mientras ella agradecía en silencio aquellos refrescantes cuidados, él, con tranquila seguridad, forzó los grilletes de sus muñecas y de sus tobillos para después cubrir su desnudo cuerpo con una raída manta con capucha... Prista, sorprendida, solo pudo dejarse guiar por aquella seguridad a través del silencioso laberinto de pasillos hasta terminar fuera de los muros del castillo en un lugar totalmente desconocido para ella. La cegadora luz de Irus la hizo paralizarse, pero Morlan, tras cubrirla con la capucha y con su propio cuerpo, la convenció de que era su única oportunidad, que debían aprovechar la ocasión para poner tierra de por medio antes de que al anochecer descubrieran su fuga y la cólera del Rey diera paso a intensas partidas de caza en su búsqueda.
Por fin, tras un abrasador trayecto, lograron alcanzar la protección del frondoso bosque, y allí, Morlan enseguida encontró la entrada de una especie de madriguera que les condujo por un oscuro sistema de túneles donde Prista pudo respirar protegida del tormento que para ella suponía estar expuesta durante las horas en las que Irus castigaba con más fuerza. Morlan, conocía a la perfección esos túneles que el mismo y sus congéneres usaban para burlar la vigilancia de la guardia real en furtivas excursiones fuera de su territorio, pero en una de ellas, había sido capturado y encerrado por enésima vez... para volver a fugarse una vez más. pero en esta ocasión, acompañado por la hermosa vampira de la que se había apiadado contemplando las terribles torturas a las que era sometida cada noche...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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jueves, 24 de agosto de 2017
LA HABITACIÓN ROJA
Ya no recordaba esos nervios en el estómago antes de una entrevista de trabajo después de tanto tiempo, y esa sensación se incrementaba con los minutos de espera en aquella pequeña sala.
La tentadora oferta, la necesidad de volver al mundo laboral, habían activado su cuerpo y sus sentidos. Pretendiendo causar buena impresión, y sobre todo, queriendo dar imagen de seguridad y confianza, había elegido un traje de falda ajustada y camisa blanca bajo el cual se había puesto ese conjunto de ropa interior que tanto tiempo llevaba olvidado en un rincón de su armario sin mejor motivo para estrenarlo. Pero ahora, allí sentada, los nervios le estaban haciendo sudar y el roce de aquellas mínimas braguitas sobre su recién depilado pubis comenzaba a ser una tortuosa incomodidad bajo la negra falda de tubo...
Cuando la puerta del despacho se abrió, un atractivo y elegante caballero con acento extranjero la invitó a pasar llamándola por su nombre, y al levantarse, sintió como su pecho se aceleraba... Tampoco había sido buena idea lo del corpiño de encaje, ni la camisa tan ceñida. La idea era sentirse atractiva y poderosa, pero el resultado estaba siendo todo lo contrario...
El calor se apoderó de todo su cuerpo de una manera muy evidente, y al alargar el brazo desde la silla para entregar la carpeta con su currículum, notó como dos botones de su camisa cedían a la presión dejando a la vista su escote y el transparente encaje que cubría sus pechos.
Todo el calor de su cuerpo se trasladó a sus mejillas ante la incómoda e inoportuna situación, pero la natural sonrisa que vio en su entrevistador, enmarcada por aquella recortada barba canosa, devolvió un poco de tranquilidad a su ruborizado estado...
--- "Aún sin haberlo planeado, su presentación está resultando muy llamativa. Respire y relájese, los nervios nos juegan malas pasadas a todos alguna vez...
Leeré con calma su currículum, pero antes de tomar ninguna decisión, debe usted conocer lo que hay tras la puerta de la Habitación Roja...
Luego charlaremos con calma sobre las condiciones y obligaciones del puesto vacante. Todo lo que ocurre ahí dentro tiene que ver con ello, y por supuesto, sobra decir que quedará entre usted y yo...
Tómese el tiempo que necesite y más tarde continuaremos con la entrevista."
Curiosidad???.Intriga???
Quieres saber más???
Anímate a descubrirlo en 60gameover Escape Room
MICHEL GARCÍA
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La tentadora oferta, la necesidad de volver al mundo laboral, habían activado su cuerpo y sus sentidos. Pretendiendo causar buena impresión, y sobre todo, queriendo dar imagen de seguridad y confianza, había elegido un traje de falda ajustada y camisa blanca bajo el cual se había puesto ese conjunto de ropa interior que tanto tiempo llevaba olvidado en un rincón de su armario sin mejor motivo para estrenarlo. Pero ahora, allí sentada, los nervios le estaban haciendo sudar y el roce de aquellas mínimas braguitas sobre su recién depilado pubis comenzaba a ser una tortuosa incomodidad bajo la negra falda de tubo...
Cuando la puerta del despacho se abrió, un atractivo y elegante caballero con acento extranjero la invitó a pasar llamándola por su nombre, y al levantarse, sintió como su pecho se aceleraba... Tampoco había sido buena idea lo del corpiño de encaje, ni la camisa tan ceñida. La idea era sentirse atractiva y poderosa, pero el resultado estaba siendo todo lo contrario...
El calor se apoderó de todo su cuerpo de una manera muy evidente, y al alargar el brazo desde la silla para entregar la carpeta con su currículum, notó como dos botones de su camisa cedían a la presión dejando a la vista su escote y el transparente encaje que cubría sus pechos.
Todo el calor de su cuerpo se trasladó a sus mejillas ante la incómoda e inoportuna situación, pero la natural sonrisa que vio en su entrevistador, enmarcada por aquella recortada barba canosa, devolvió un poco de tranquilidad a su ruborizado estado...
--- "Aún sin haberlo planeado, su presentación está resultando muy llamativa. Respire y relájese, los nervios nos juegan malas pasadas a todos alguna vez...
Leeré con calma su currículum, pero antes de tomar ninguna decisión, debe usted conocer lo que hay tras la puerta de la Habitación Roja...
Luego charlaremos con calma sobre las condiciones y obligaciones del puesto vacante. Todo lo que ocurre ahí dentro tiene que ver con ello, y por supuesto, sobra decir que quedará entre usted y yo...
Tómese el tiempo que necesite y más tarde continuaremos con la entrevista."

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MICHEL GARCÍA
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miércoles, 16 de agosto de 2017
FOTOS PRIVADAS
Llegas de tu habitual carrera por el parque con esa hermosa cara tuya que refleja la satisfacción de un nuevo reto conseguido, con las mejillas rojas por el esfuerzo y la camiseta empapada de sudor. Protestas cuando te abrazo mientras bebes, pones cara de falso enfado diciendo que estás muy sudada, pero sabes de sobra que me da igual, que me gusta tu olor, y terminas por dejarme quitarte la camiseta para admirar golosamente cómo se marcan tus pezones bajo el empapado top que sujeta tus grandes pechos... imposible no encenderse con esa magnífica imagen...
Mi boca se lanza sobre la caliente piel de tu cuello a la vez que mis manos buscan tus nalgas por dentro de la ajustada malla haciendo que un delicioso suspiro se escape de tu boca...
--- Para tonto. Necesito una ducha... estaré más cómoda luego para que sigas tocándome...
--- Vale, te dejo que vayas a ducharte, pero iré enseguida a acompañarte.
--- Ummm, tentador!!!. Pero ya sabes, agua fría...
Sigo el contonéante movimiento de tus nalgas en dirección al baño y veo como te paras en la puerta para bajarte la ceñida malla poco a poco hasta dejarla en el suelo y quedarte unos segundos apoyada en el marco de la puerta, mirando pícaramente por encima de tu hombro. Haciendo un esfuerzo, contengo mis ganas y espero a que entres en la bañera... y por fin, suena el agua de la ducha...
Entro en el baño desnudo bajo el blanco albornoz, con la cámara de fotos en la mano en el preciso instante en que estás cubierta por la espuma de ese gel con olor a jazmín que tanto te gusta y abro un poco más la mampara si dejar de tomar fotos del maravilloso espectáculo que tengo ante mí. Sonríes sorprendida, tratando de fingir rubor, haciendo ademán de cubrir tu desnudez con las manos, pero el brillo de tus ojos muestra claramente tus ganas de seguirme el juego, y vas dejando que el agua vaya limpiando la espuma para empezar a posar de manera provocativa.
Cuando te das la vuelta, puedo fotografiar tu espalda tatuada y ver cómo los chorros de agua bajan por ella hasta llegar a tus nalgas y meterse entre ellas... sigo disparando, admirando excitado cómo tus manos las separan y levantan para ofrecerme impresionantes imágenes de tu perfecto culo...
Puedo ver cómo disfrutas del juego, cómo te excitas siendo la musa protagonista de mi lujuriosa diversión. No necesito pedirte que te gires, lo haces decididamente y mi cámara dispara sin cesar sacando primeros planos de esos pezones endurecidos por el agua fría y por las caricias de tus manos. Fotografío la expresión de tu cara mientras te muerdes los labios antes de agacharme a la altura de tu vientre y capturar con todo lujo de detalles la pasión con la que tus dedos recorren y acarician los hinchados labios de tu ardiente sexo...
Y ya no puedo seguir con la cámara en la mano!!!
La dejo en un estante y te ayudo a salir de la bañera para luego abrir mi albornoz y apretarte sobre mi desnudo cuerpo sintiendo el húmedo calor de tu piel sobre la mía. Tu cara, toda una invitación a la lujuria, tus pezones erguidos rozando los míos unos segundos antes de que nuestras lenguas se busquen entre ansiosos mordiscos, y tus manos, bajando por mi espalda después de quitarme el albornoz para acabar clavando tus uñas en mis nalgas buscando que mi erección se coloque entre tus piernas haciéndome gemir al sentir el abrasador calor de tu empapado sexo... Y esos suspiros de hembra en celo...
Todo tu cuerpo arde sobre el mío volviéndome loco de deseo para que te apoye sobre el lavabo, de espaldas a mí, y busque sin más dilación poseer tu hermoso culo, sabiendo cómo sé, que eso te hará gritar de placer gozando de ser mía, entregada a un orgasmo inevitable en el que toda entera te estremecerás entre gemidos, sabiendo que será el comienzo de un intenso atardecer que nos llevará a terminar jadeando sudorosos entre las sábanas de nuestra cama...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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Mi boca se lanza sobre la caliente piel de tu cuello a la vez que mis manos buscan tus nalgas por dentro de la ajustada malla haciendo que un delicioso suspiro se escape de tu boca...
--- Para tonto. Necesito una ducha... estaré más cómoda luego para que sigas tocándome...
--- Vale, te dejo que vayas a ducharte, pero iré enseguida a acompañarte.
--- Ummm, tentador!!!. Pero ya sabes, agua fría...
Sigo el contonéante movimiento de tus nalgas en dirección al baño y veo como te paras en la puerta para bajarte la ceñida malla poco a poco hasta dejarla en el suelo y quedarte unos segundos apoyada en el marco de la puerta, mirando pícaramente por encima de tu hombro. Haciendo un esfuerzo, contengo mis ganas y espero a que entres en la bañera... y por fin, suena el agua de la ducha...
Entro en el baño desnudo bajo el blanco albornoz, con la cámara de fotos en la mano en el preciso instante en que estás cubierta por la espuma de ese gel con olor a jazmín que tanto te gusta y abro un poco más la mampara si dejar de tomar fotos del maravilloso espectáculo que tengo ante mí. Sonríes sorprendida, tratando de fingir rubor, haciendo ademán de cubrir tu desnudez con las manos, pero el brillo de tus ojos muestra claramente tus ganas de seguirme el juego, y vas dejando que el agua vaya limpiando la espuma para empezar a posar de manera provocativa.
Cuando te das la vuelta, puedo fotografiar tu espalda tatuada y ver cómo los chorros de agua bajan por ella hasta llegar a tus nalgas y meterse entre ellas... sigo disparando, admirando excitado cómo tus manos las separan y levantan para ofrecerme impresionantes imágenes de tu perfecto culo...
Puedo ver cómo disfrutas del juego, cómo te excitas siendo la musa protagonista de mi lujuriosa diversión. No necesito pedirte que te gires, lo haces decididamente y mi cámara dispara sin cesar sacando primeros planos de esos pezones endurecidos por el agua fría y por las caricias de tus manos. Fotografío la expresión de tu cara mientras te muerdes los labios antes de agacharme a la altura de tu vientre y capturar con todo lujo de detalles la pasión con la que tus dedos recorren y acarician los hinchados labios de tu ardiente sexo...
Y ya no puedo seguir con la cámara en la mano!!!
La dejo en un estante y te ayudo a salir de la bañera para luego abrir mi albornoz y apretarte sobre mi desnudo cuerpo sintiendo el húmedo calor de tu piel sobre la mía. Tu cara, toda una invitación a la lujuria, tus pezones erguidos rozando los míos unos segundos antes de que nuestras lenguas se busquen entre ansiosos mordiscos, y tus manos, bajando por mi espalda después de quitarme el albornoz para acabar clavando tus uñas en mis nalgas buscando que mi erección se coloque entre tus piernas haciéndome gemir al sentir el abrasador calor de tu empapado sexo... Y esos suspiros de hembra en celo...
Todo tu cuerpo arde sobre el mío volviéndome loco de deseo para que te apoye sobre el lavabo, de espaldas a mí, y busque sin más dilación poseer tu hermoso culo, sabiendo cómo sé, que eso te hará gritar de placer gozando de ser mía, entregada a un orgasmo inevitable en el que toda entera te estremecerás entre gemidos, sabiendo que será el comienzo de un intenso atardecer que nos llevará a terminar jadeando sudorosos entre las sábanas de nuestra cama...
MICHEL GARCÍA
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lunes, 14 de agosto de 2017
JANA (IV)
Las semanas han ido pasando y Bea se ha convertido en una constante presencia en la vida de Jana, consiguiendo que recupere sensaciones olvidadas durante los meses de destierro con su alegría, su inocencia y su fresco desparpajo.
Aunque había dejado muy claro desde el principio que no quería que Bea se instalara allí de forma permanente, cada vez eran más las noches que aquel animalito de piel sedosa se acurrucaba contra su fibroso cuerpo bajo las sábanas de la enorme cama que presidía el dormitorio principal del ático desde el que se dominaba toda la ciudad.
La pureza y timidez de Bea, su inocente candidez, conquistaban día a día a la solitaria vampira, logrando que disfrutara de nuevo de placeres olvidados recorriendo aquel cuerpo de piel suave hasta ir transformándola en una consentida criatura que se entregaba con descaro a ser devorada con insaciable placer. Jana poseía cada rincón de su cuerpo paladeando con lujuria los sabores, los olores, gozando de verla temblar, lamiéndola, mordiéndola perversamente hasta llegar a aquel virginal pubis cubierto de un sedoso y casi inapreciable vello rubio y lograr que se retorciera entre suspiros en incontables orgasmos que alimentaban y aumentaban el deseo más incontrolable de su alma vampira para acabar clavando sus colmillos en su delicada piel y beber con ansia su sangre caliente y desatar un nuevo torrente de orgasmo aún más intenso que el anterior. Luego, una vez saciada, dejaba que aquel animalito la cubriera de besos y caricias, permitiéndose gozar de su parte femenina compartiendo con ella lo que nunca había imaginado compartir con ningún ser humano.
Cada poco, Bea volvía a insistir en sus súplicas. Quería probar la sangre y repetía sus ganas de quedarse allí de manera definitiva, pero Jana era tajante en ambas peticiones. Sabía que no sería una buena idea que ella bebiese su sangre, sabía que había composiciones distintas y que por muy romántica que sonase la idea, podía ocasionarle reacciones muy fuertes y complicadas para su condición humana.
En cuanto a lo de instalarse con ella, Jana quería seguir teniendo sus momentos de privacidad para salir de caza y dar rienda suelta a sus instintos... Por muy sabrosa que fuera la entrega de Bea, era mucho más placentero vivir y sentir ese excitante juego con sus presas, esa sensación de poder que obtenía con el temor y el pánico que provocaba en sus victimas... Ni podía ni quería olvidar su esencia vampira...
Además, Bea le proporcionaba un placer sexual muy intenso, pero añoraba sentirse poseída por aquella fuerza viril que la hacía retorcerse y explotar por dentro cuando Legna la penetraba ferozmente y la apretaba aplastando sus erizadas tetas contra su fuerte pecho. Necesitaba recordar y recrear esos episodios donde se sentía plenamente hembra deseada por aquel poderoso cuerpo masculino que la llenaba y le hacía temblar salvajemente. Y esos momentos, esos apasionados recuerdos, no quería compartirlos ni con su delicioso animalito ni con nadie... eran suyos y de su Dragón...
Así que, mantener esas indiscutibles normas suponía tenerla unos días enfadada, y que cuando ella la volvía buscar, apareciese con ademanes y morritos de niña consentida. Pero Jana sabía cómo transformar aquellas simpáticas pataletas en fogosos encuentros, para terminar por concederle algún capricho que devolvía la chispa a su sonrisa y a su mirada. Y uno de esos caprichos era acompañarla a fiestas en locales góticos donde predominaban los disfraces y la estética con la que los humanos asociaban al mundo vampírico. Para Jana no era más que una concesión a su animalito, y a pesar de aquella música electrónica que no le entusiasmaba, disfrutaba viéndola sacar su lado más provocador bailando entre aquella masa de humanos frikis.
Sabía que era la única vampira real (si hubiera algún otro lo sentiría al instante) y se regalaba ese pequeño placer de sentirse Diosa sobre aquellos jóvenes mortales que con sus sudorosos cuerpos llenaban el local de intensos aromas que la hacían relamerse sabiendo que alguno o alguna acabaría en uno de los reservados tras sucumbir a los contoneantes encantos de Bea y así convertirse en jugoso alimento para sus afilados colmillos.
Mientras contempla divertida el descaro con el que Bea seduce a un atlético jovencito vestido de negro y con la cara exageradamente maquillada de blanco, Jana siente un escalofrío en su nuca que baja por su espalda haciendo que todos los poros de su piel se ericen en un estado de alerta que casi ya había olvidado. Sus pezones crecen bajo la fina tela que los cubre por encima del corpiño de cuero, y bajo el ajustado pantalón, puede sentir cómo se humedece el pequeño tanga de encaje... y aquel olor que tantos meses hacía que no percibía!!!. No había duda, otra presencia vampírica acababa de aparecer!!!.
Nerviosa y excitada, sigue el inconfundible rastro hasta descubrir la impactante figura de una congénere femenina que avanza decidida hacía ella, y en ese preciso instante, con el corazón a punto de salírsele por la boca, reconoce bajo el vaporoso vestido negro la impresionante imagen de Prista, su ama de cría, la que la había cuidado, amamantado y alimentado mientras su ocupado padre se encargaba de gobernar el Reino. Con ella aprendió todas las particularidades de su condición, suyo fue el primer sorbo de sangre que llegó a su boca, y con ella descubrió los placeres que su cuerpo le podía ofrecer. Se convirtieron en hermanas de sangre, en confidentes, en amantes, y cuando Legna había aparecido, Prista había sido la cómplice perfecta para que aquel amor clandestino y prohibido hubiese sido posible... Y cómo no, cuando su relación fue descubierta, el hombro sobre el que llorar desconsoladamente... Hasta que la ira del Rey y su ansia de "justicia ejemplar" habían llevado a Legna a un desconocido confinamiento en cualquier parte del universo y a ella al destierro en el planeta Tierra, y aunque no pudo saber que tipo de castigo había tenido que sufrir, conociendo a su padre, podía imaginar la terrible penitencia que habría tenido que cumplir...
Y ahora esta aquí, a escasos centimetros, y puede sentir su excitación y sus ganas de abrazarla milésimas de segundo antes de que ambas se fundan en un abrazo en el que no hacen falta las palabras, seguido de apasionados besos y dulces caricias a través de las cuales puede sentir bajo la fina tela de vestido las profundas marcas que el látigo del verdugo había dejado en su espalda.
Muchas preguntas, mucho que contarse, pero no ahora. Lo que ambas querían era irse de allí y recuperar a solas todo el tiempo que llevaban separadas. Así que, tras despedirse de Bea prometiéndole una clara explicación en otro momento y calmar su amago de enfado con un tierno beso, Prista y ella vuelan de la mano sobre los tejados rumbo al apartamento del ático...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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Aunque había dejado muy claro desde el principio que no quería que Bea se instalara allí de forma permanente, cada vez eran más las noches que aquel animalito de piel sedosa se acurrucaba contra su fibroso cuerpo bajo las sábanas de la enorme cama que presidía el dormitorio principal del ático desde el que se dominaba toda la ciudad.
La pureza y timidez de Bea, su inocente candidez, conquistaban día a día a la solitaria vampira, logrando que disfrutara de nuevo de placeres olvidados recorriendo aquel cuerpo de piel suave hasta ir transformándola en una consentida criatura que se entregaba con descaro a ser devorada con insaciable placer. Jana poseía cada rincón de su cuerpo paladeando con lujuria los sabores, los olores, gozando de verla temblar, lamiéndola, mordiéndola perversamente hasta llegar a aquel virginal pubis cubierto de un sedoso y casi inapreciable vello rubio y lograr que se retorciera entre suspiros en incontables orgasmos que alimentaban y aumentaban el deseo más incontrolable de su alma vampira para acabar clavando sus colmillos en su delicada piel y beber con ansia su sangre caliente y desatar un nuevo torrente de orgasmo aún más intenso que el anterior. Luego, una vez saciada, dejaba que aquel animalito la cubriera de besos y caricias, permitiéndose gozar de su parte femenina compartiendo con ella lo que nunca había imaginado compartir con ningún ser humano.
Cada poco, Bea volvía a insistir en sus súplicas. Quería probar la sangre y repetía sus ganas de quedarse allí de manera definitiva, pero Jana era tajante en ambas peticiones. Sabía que no sería una buena idea que ella bebiese su sangre, sabía que había composiciones distintas y que por muy romántica que sonase la idea, podía ocasionarle reacciones muy fuertes y complicadas para su condición humana.
En cuanto a lo de instalarse con ella, Jana quería seguir teniendo sus momentos de privacidad para salir de caza y dar rienda suelta a sus instintos... Por muy sabrosa que fuera la entrega de Bea, era mucho más placentero vivir y sentir ese excitante juego con sus presas, esa sensación de poder que obtenía con el temor y el pánico que provocaba en sus victimas... Ni podía ni quería olvidar su esencia vampira...
Además, Bea le proporcionaba un placer sexual muy intenso, pero añoraba sentirse poseída por aquella fuerza viril que la hacía retorcerse y explotar por dentro cuando Legna la penetraba ferozmente y la apretaba aplastando sus erizadas tetas contra su fuerte pecho. Necesitaba recordar y recrear esos episodios donde se sentía plenamente hembra deseada por aquel poderoso cuerpo masculino que la llenaba y le hacía temblar salvajemente. Y esos momentos, esos apasionados recuerdos, no quería compartirlos ni con su delicioso animalito ni con nadie... eran suyos y de su Dragón...
Así que, mantener esas indiscutibles normas suponía tenerla unos días enfadada, y que cuando ella la volvía buscar, apareciese con ademanes y morritos de niña consentida. Pero Jana sabía cómo transformar aquellas simpáticas pataletas en fogosos encuentros, para terminar por concederle algún capricho que devolvía la chispa a su sonrisa y a su mirada. Y uno de esos caprichos era acompañarla a fiestas en locales góticos donde predominaban los disfraces y la estética con la que los humanos asociaban al mundo vampírico. Para Jana no era más que una concesión a su animalito, y a pesar de aquella música electrónica que no le entusiasmaba, disfrutaba viéndola sacar su lado más provocador bailando entre aquella masa de humanos frikis.
Sabía que era la única vampira real (si hubiera algún otro lo sentiría al instante) y se regalaba ese pequeño placer de sentirse Diosa sobre aquellos jóvenes mortales que con sus sudorosos cuerpos llenaban el local de intensos aromas que la hacían relamerse sabiendo que alguno o alguna acabaría en uno de los reservados tras sucumbir a los contoneantes encantos de Bea y así convertirse en jugoso alimento para sus afilados colmillos.
Mientras contempla divertida el descaro con el que Bea seduce a un atlético jovencito vestido de negro y con la cara exageradamente maquillada de blanco, Jana siente un escalofrío en su nuca que baja por su espalda haciendo que todos los poros de su piel se ericen en un estado de alerta que casi ya había olvidado. Sus pezones crecen bajo la fina tela que los cubre por encima del corpiño de cuero, y bajo el ajustado pantalón, puede sentir cómo se humedece el pequeño tanga de encaje... y aquel olor que tantos meses hacía que no percibía!!!. No había duda, otra presencia vampírica acababa de aparecer!!!.
Nerviosa y excitada, sigue el inconfundible rastro hasta descubrir la impactante figura de una congénere femenina que avanza decidida hacía ella, y en ese preciso instante, con el corazón a punto de salírsele por la boca, reconoce bajo el vaporoso vestido negro la impresionante imagen de Prista, su ama de cría, la que la había cuidado, amamantado y alimentado mientras su ocupado padre se encargaba de gobernar el Reino. Con ella aprendió todas las particularidades de su condición, suyo fue el primer sorbo de sangre que llegó a su boca, y con ella descubrió los placeres que su cuerpo le podía ofrecer. Se convirtieron en hermanas de sangre, en confidentes, en amantes, y cuando Legna había aparecido, Prista había sido la cómplice perfecta para que aquel amor clandestino y prohibido hubiese sido posible... Y cómo no, cuando su relación fue descubierta, el hombro sobre el que llorar desconsoladamente... Hasta que la ira del Rey y su ansia de "justicia ejemplar" habían llevado a Legna a un desconocido confinamiento en cualquier parte del universo y a ella al destierro en el planeta Tierra, y aunque no pudo saber que tipo de castigo había tenido que sufrir, conociendo a su padre, podía imaginar la terrible penitencia que habría tenido que cumplir...
Y ahora esta aquí, a escasos centimetros, y puede sentir su excitación y sus ganas de abrazarla milésimas de segundo antes de que ambas se fundan en un abrazo en el que no hacen falta las palabras, seguido de apasionados besos y dulces caricias a través de las cuales puede sentir bajo la fina tela de vestido las profundas marcas que el látigo del verdugo había dejado en su espalda.
Muchas preguntas, mucho que contarse, pero no ahora. Lo que ambas querían era irse de allí y recuperar a solas todo el tiempo que llevaban separadas. Así que, tras despedirse de Bea prometiéndole una clara explicación en otro momento y calmar su amago de enfado con un tierno beso, Prista y ella vuelan de la mano sobre los tejados rumbo al apartamento del ático...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
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