viernes, 1 de septiembre de 2017

JANA (V)

Una nueva luna llena brilla sobre la ciudad impregnando la noche con ese olor tan característico, ese que los pobres humanos no eran capaces de apreciar y que resultaba tan embriagador para una ilusionada princesa vampira que había recuperado la sonrisa y las ganas de vivir.
Las dos semanas pasadas con Prista reactivaron emociones y sentimientos aletargados. La complicidad entre ellas convirtió su reencuentro en apasionadas y salvajes veladas donde sus cuerpos se fundían mezclando pieles, sudores y orgasmos, y sobre todo, esa sabrosa sangre vampira. Para Jana, volver a paladear la cálida y pura sangre suponía alimentar su alma con una brutal explosión de sensaciones que junto a las increíbles caricias de Prista la convertían en una insaciable y lujuriosa hembra incapaz de dejar de retorcerse entre escandalosos orgasmos.
De nuevo juntas recuperando pasiones carnales y salidas nocturnas compartiendo el excitante placer de la caza. Y esos amaneceres, en la oscuridad de la habitación, respirándose, acariciándose, hablando hasta quedar rendidas desnudas entre las sábanas...
Poco a poca, Prista fue contándole las interminables noches de torturas a las que era sometida por los verdugos de las mazmorras del castillo real, relatando como se turnaban para castigar su encadenado cuerpo en brutales sesiones de latigazos que abrían sus carnes noche tras noche hasta dejar las profundas cicatrices aún visibles en su espalda. Jana se estremecía escuchándola, para terminar besando con amor y ternura cada una de esas marcas tratando de devolver algo de dulzura al terrible tormento soportado. Le contó como la obligaban a alimentarse con sangre fresca después de haberla torturado, violado y golpeado para que su cuerpo se regenerara y así seguir soportando a la noche siguiente más castigos. Le confesó que pasaba por su cabeza la idea de no seguir dándoles la oportunidad de continuar con aquella penitencia y dejarse morir para terminar de una vez con el doloroso sufrimiento, pero siguiendo las crueles ordenes del Rey, se ocupaban concienzudamente de que esto no ocurriera.
Hasta que una mañana, cuando el silencio se apoderaba de las mazmorras y los guardias dormían protegidos de la luz con la que el sol Irus bañaba el planeta Lonjorn, su desnuda y machacada piel se estremeció despertándola, para descubrir a su lado al robusto hombre lobo que cada noche se convertía en testigo mudo de su tortura desde la celda de enfrente donde permanecía encadenado. En alguna ocasión, Prista creía haber distinguido el reflejo de una lágrima bajando por su rudo rostro, pero en aquellos momentos tan brutales, no podía dar mucho crédito a lo que su mente podía llegar a percibir...
Pero ahora era real. De algún modo se había liberado de sus cadenas y estaba a su lado susurrándole que se tranquilizara y limpiando su magullado cuerpo con agua fresca, con increíble delicadeza, con una mirada brillante, aportando un poco de paz a aquel infierno en que se había convertido su existencia. Luego, mientras ella agradecía en silencio aquellos refrescantes cuidados, él, con tranquila seguridad, forzó los grilletes de sus muñecas y de sus tobillos para después cubrir su desnudo cuerpo con una raída manta con capucha... Prista, sorprendida, solo pudo dejarse guiar por aquella seguridad a través del silencioso laberinto de pasillos hasta terminar fuera de los muros del castillo en un lugar totalmente desconocido para ella. La cegadora luz de Irus la hizo paralizarse, pero Morlan, tras cubrirla con la capucha y con su propio cuerpo, la convenció de que era su única oportunidad, que debían aprovechar la ocasión para poner tierra de por medio antes de que al anochecer descubrieran su fuga y la cólera del Rey diera paso a intensas partidas de caza en su búsqueda.
Por fin, tras un abrasador trayecto, lograron alcanzar la protección del frondoso bosque, y allí, Morlan enseguida encontró la entrada de una especie de madriguera que les condujo por un oscuro sistema de túneles donde Prista pudo respirar protegida del tormento que para ella suponía estar expuesta durante las horas en las que Irus castigaba con más fuerza. Morlan, conocía a la perfección esos túneles que el mismo y sus congéneres usaban para burlar la vigilancia de la guardia real en furtivas excursiones fuera de su territorio, pero en una de ellas, había sido capturado y encerrado por enésima vez... para volver a fugarse una vez más. pero en esta ocasión, acompañado por la hermosa vampira de la que se había apiadado contemplando las terribles torturas a las que era sometida cada noche...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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4 comentarios:

  1. Que triste y dolorosos momentos.....maravillosa historia.....

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    1. Llegará un poco de luz...
      Gracias por seguir la historia.
      Un abrazo.

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  2. Respuestas
    1. Me alegra saber que te parece interesante la historia.
      Gracias...
      Un abrazo

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