miércoles, 20 de diciembre de 2017

LINEA 19 (V)

Fue sin duda el lunes más largo de su vida. La retorcida realidad con la que se encontró aquel domingo dejaba atrás todas las posibles historias que durante los últimos meses había imaginado para tratar de entender el secretismo tan austero en el que Luna se escondía.
Trató de pensar en Andrea, en su claro e insistente modo de acercarse a él, en su mirada dulce, en el tacto suave de aquella mano que prácticamente no le había soltado hasta llegar al aparcamiento, en el cálido abrazo que le había regalado tras grabarle su número en el móvil, en como se despidió susurrándole al oído que quedaba con ganas de volver a verle...
Si todo eso hubiese ocurrido en otro momento!!!. Pero ahora tenía tan grabada la imagen de Luna vestida de monja, tenía tantas imágenes lujuriosas chocando con esos hábitos...
La noche del domingo no pudo dormir. La del lunes, tras varias vueltas en la cama, el cansancio acabó por derrotarlo y pudo al menos descansar unas horas. El martes, la ansiedad se apoderó de su estómago todo el día, y cuando a las siete de la tarde empujó la puerta de la pensión, recordó los nervios de la primera vez que se había aventurado por aquellas escaleras. Y por fin, entró en el secreto santuario donde se había llegado a sentir el más feliz de los mortales. El aroma de la habitación, antes tan embriagador, ahora tan extrañamente empalagoso... y ella, de pie junto a la cama, con su hábito blanco...
--- Se acabaron los misterios, esta soy yo...
Le temblaban las piernas. Un nudo en la garganta no le dejaba hablar, solo podía mirarla...
--- Gracias por mantener la cordura el otro día, y por haber respetado las normas durante todo este tiempo. Quiero que sepas que para mí también fue muy difícil, y que todo lo que viví contigo fue real, sincero y sentido desde el fondo de mi alma. Mi nombre es María, Sor María, y sí, soy moja, y aunque no esté de acuerdo con algunos conceptos, no pienso ni quiero dejar de serlo. También soy mujer y no creo que eso sea pecado, ni que tengamos que vivir negando los placeres que la naturaleza nos ha concedido. Cuando apareciste en aquel autobús, fue el deseo de mi cuerpo quien quiso tenerte, pero luego, has sido todo un regalo del universo que me permitió vivir la maravillosa sensación de sentirme deseada, amada y respetada, esa sensación que nunca imaginé poder vivir desde que tomé los hábitos... quiero que sepas que antes de ti hubo otros, pero ninguno llegó a ser más que simples entretenimientos puntuales, ninguno llegó a importarme ni a hacerme sentir tan mujer cómo tú lo haces... No quiero perderte, ni que salgas de mi vida, pero entenderé y respetaré cualquier decisión que creas que debes tomar. Solo puedo darte de nuevo las gracias y esperar poder demostrarte que cada día mi deseo por ti se hace más fuerte, hasta el punto de haberme hecho dudar en más de una ocasión de las que creía eran mis más claras convicciones...
Tragó saliva varias veces sin saber que decir, desarmado por la segura y entregada manera con la que ella acababa de desnudar su alma ante él. Respiró profundo mientras se pasaba la mano por la cabeza mirando al suelo, y cuando levantó la vista, el hábito estaba en la alfombra y Luna se acercaba con unas blancas medias a medio muslo y una gran cruz de plata entre sus maravillosos pechos...
Se dejó envolver por aquellos brazos que lo acogían contra su pecho, sintiendo cómo el aroma a hojaldre y el calor de su cuerpo le invadían por completo. Encontró la suave piel de su espalda cuando sus carnosos y jugosos labios le besaron, y aquel beso le pareció el más delicioso que jamás le habían dado, y ahí supo que estaba firmando su perdición.
Dejó que le desnudara poco a poco, hasta dejarlo completamente desnudo frente a ella... excitado, muy excitado por su calor, por la morbosa imagen de la monjita sexy desnuda y pegada contra él...
Sus cuerpos unidos, acariciándose, besándose, mordiéndose, entrando en un torbellino de lujuria y pasión que les llevó a terminar rodando por el suelo...
Él quedó debajo observando como su dulce semblante se transformaba en un gesto de intenso placer al mismo tiempo que se encajaba sobre su durísimo miembro con un decidido empujón de caderas que consigue tensar todo su cuerpo en un estremecimiento de placer que la lleva de inmediato al borde del orgasmo. Haciendo un gran esfuerzo, consiguió contenerse, pero ella no parecía dispuesta a dejar de gozar salvajemente y sus caderas continuaron embistiéndole, haciendo que la cruz botara una y otra vez entre sus erizados pechos.
Esa furiosa intensidad hizo inútil cualquier otro intento suyo por no unirse a ella en un escandaloso orgasmo... tan rápido, tan brutal, que les dejó exhaustos, jadeantes, derrotados, sin poder articular palabra, sin poder dejar de temblar, sin poder dejar de abrazarse...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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