viernes, 15 de diciembre de 2017

LÍNEA 19 (IV)

Petrificado, totalmente paralizado, parpadeó intentando que solo fuese una imagen creada por su mente y que con eso desapareciera... pero no!!!. Allí estaba Luna, con su hábito blanco, tan asustada e incrédula cómo él...
Toda la algarabía y el bullicio a su alrededor dejaron de existir, y solamente quedaron sus enormes ojos color miel. Buscaba un resquicio de algo que le pudiera dar una pista, una explicación... era evidente que allí no iba a encontrarla, pero no sabía que otra cosa hacer...
Fue ella quien rompió aquel lazo invisible que unía sus miradas. Bajó la vista, posó la caja que acababa de envolver, tomó una bandeja grande de hojaldres y salió del puesto invitando a los curiosos de alrededor a probar, aprovechando para ir acercándose disimuladamente hacia donde él seguía clavado al suelo siguiendo sus movimientos, sorprendido con su manera de sonreír a todo el mundo, sin entender cómo podía actuar con esa aparente tranquilidad.
Cuando la tuvo frente a frente, ofreciéndole un pastelillo con su angelical sonrisa, su corazón latía tan fuerte que casi se le salía del pecho. Alargó una mano temblorosa para tomar uno y ella se aproximó lo suficiente para susurrar en su oído...
--- Entenderás que no es el momento. Tendrás todas las explicaciones que necesites el martes. Ahora, solo puedo pedirte que mantengas la compostura.
Y sin más, se dio media vuelta y siguió ofreciendo sus dulces y su sonrisa a todo el que se cruzaba en su camino de regreso al puesto.
Cuando el resto del grupo volvió riendo y halagando los "maravillosos hojaldres", él aún tenía en su mano el que Luna le había hecho coger...
Reemprendieron la marcha hacia un área recreativa allí al lado donde pretendían comer y planear el resto de la tarde, pero él solo podía seguirlos cómo un autómata, volviendo cada poco la cabeza hacia el puesto con la absurda esperanza de verla salir corriendo hacia él.
Ni siquiera se dio cuenta de que la chica morena de pelo corto se había vuelto a agarrar de su mano mientras se iban colocando alrededor de la gran mesa de madera. Al sentarse, fue consciente de la proximidad de la chica, y cuando la miró y la vio sonreírle, tuvo una extraña sensación de pena... aquella preciosa mujer no se merecía aquello, y se obligó a devolverle la sonrisa y apretar su mano tratando de mostrar normalidad...
--- Oye, estás bien???. Te has quedado blanco y tienes la frente empapada de sudor... a ver si vas a ser alérgico a los hojaldres de las monjitas???
Diosss!!!, si ella supiera!!!. No podía llegar a imaginarse todo lo que la "monjita" podía llegar a provocarle...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados


No hay comentarios:

Publicar un comentario