viernes, 10 de abril de 2020

INTERMINABLE CUARENTENA.

Ocho de la mañana.
Casi un mes de aislamiento. Casi un mes sin poder acariciar y besar tu hermoso cuerpo.
Despierto empapado en sudor buscándote ansiosamente entre las sábanas hasta comprender que vuelve a ser otro sueño alimentado por esas excitantes imágenes y charlas que compartimos cada día través del móvil.
Sugerentes fotos que se mezclan en mi subconsciente con los recuerdos de esos apasionados e inolvidables encuentros vividos. Pero mi cuerpo no entiende de encierros ni de forzosas separaciones y reacciona provocando una erección que palpita reclamando ser calmada.
Cierro los ojos imaginando que es tu mano la que la agarra mientras tu boca baña mi cuerpo con esa deliciosa saliva caliente y tu lengua dibuja excitantes caminos desde mi boca hasta mi vientre antes de hacerme temblar al verte y sentirte gozar cuando tus labios se apoderan de ella provocando mis gemidos.
Mi mano acelera el ritmo cuando en mi cabeza la haces entrar en ese húmedo y ardiente sexo y comienzas a retorcerte sobre ella. Las embestidas de tus caderas me hacen enloquecer y el lujurioso brillo de tu mirada me lleva a explotar entregándome con placer a ser tuyo.
Y me relamo de gusto pensando que ya queda menos para volver a devorarnos, y hasta me fumo el cigarrillo de  después. Luego, en la ducha, vuelvo a echar de menos tu suave piel pegada a la mía entre chorros de agua caliente.
Tengo que esforzarme para volver a pensar que estamos más cerca de ese deseado y necesario reencuentro.
Alargo la ducha con la tranquilidad de seguir con esa extraña sensación de que no hay prisa ni horarios que cumplir, sabiendo que la única urgencia es la de poner mis sábanas a lavar...
¡PUTA CUARENTENA!
¡PUTOS POLÍTICOS!

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

martes, 7 de abril de 2020

TE ECHO DE MENOS.

Podría elegir infinidad de imágenes de esos excitantes encuentros nuestros. Sería fácil relamerme recordando tu tembloroso cuerpo desnudo y esa brillante mirada que te queda después de que la pasión haya estremecido cada centímetro de tu suave piel.

Momentos en la ducha. Momentos incendiarios en el coche antes de llegar a casa. O esos otros en los que me provocas mostrando traviesamente la sugerente lencería elegida para esa noche.

Una deliciosa colección de recuerdos que guardo con absoluta devoción en mi cabeza. Recuerdos que desatan mis ganas de volver a poseerte sabiendo que a esa inquieta y juguetona mente tuya se le ocurrirán nuevas formas de sorprenderme y hacerme gozar al lado del mejor regalo que el universo me haya hecho jamás.

Pero hay uno que se aparece por encima del resto de esos lujuriosos encuentros. Ese pijama de koalas, ese tan usado y cómodo, ese lleno de pelotillas y con la goma del elástico dada de sí.

Ese que te pones sin nada debajo y que me incita a pillarte desprevenida para bajarlo de un tirón y disfrutar de ese hermoso culo.

No dejaré que te deshagas de él nunca. Y ya sé que dices que es más un método anticonceptivo que un pijama seductor, pero para mí, se ha convertido en uno de los más placenteros y divertidos momentos compartidos, uno de esos que provocan esas risas que terminan en apasionados besos mientras mis manos juegan dentro del pantalón que te has vuelto a subir con esa pícara sonrisa con la que me invitas a intentar bajártelo de nuevo.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

jueves, 2 de abril de 2020

ELIXIR.

¡Yo creía qué sabía besar!
Hasta que tu boca se cruzó en mi camino y tus labios se pegaron a los míos.
Entonces comprendí que era solo un principiante, un aprendiz que a partir de ahora dedicará todo su tiempo y sus ganas a estudiar tu perfecta anatomía dejándose guiar por el fuego de esa lengua traviesa y perversa.
Y repetiré materia con sumo placer todas las veces que sea necesario.
No habrá dudas que queden sin resolver.
Me entregaré conscientemente a saborear ese exquisito manjar sabiendo que terminaré por convertirme en un obediente esclavo que necesita alimentarse cada noche de ese adictivo elixir que su dueña y señora le ofrece golosamente.


MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

domingo, 29 de marzo de 2020

LA CABAÑA DE LA MOLINERA. (NOVENA PARTE)

Gloria se fue al mediodía, después de una mañana de sexo salvaje a ritmo frenético sobre la mesa, en la silla, hasta terminar enredados en el suelo dando rienda suelta a instintos casi animales.
Dos cuerpos encendidos, entregados al placer de gozarse sin pensar en nada más.
Luego, aún jadeando, empapados en sudor, ella recogió su ropa y se fue al baño. Se duchó rápidamente y se despidió con un largo beso tras hacerme prometer que si decidía volver algún día, la llamaría a ella antes que a nadie.
Y yo volví a la soledad de ese refugio donde la seguridad y la calma que había encontrado las primeras semanas, empezaba a ser algo difícil de conseguir.
No podía negar que la inesperada visita de Gloria había supuesto una excitante sorpresa, y que descubrir esa parte suya de mujer ardiente y sensual me había permitido soltar la tensión acumulada últimamente. También debía reconocer que si estuviera en otro momento de mi vida, hubiera sido un encuentro digno de repetir, y quién sabe, quizás la posibilidad de algo mucho más sólido y duradero. Pero ahora, su realidad y la mía estaban muy alejadas, y en mi futuro más cercano no aparecía la opción de volver a ese mundo del que tan consciente y satisfactoriamente me había liberado.
Mi momento pasaba por descifrar el enigmático laberinto al que aquellas brujas de ojos verdes me estaban conduciendo.
Pero no hoy. La tarde me la merecía de relax... cerveza fría, buena música, y folios en blanco donde volcar todo lo que bullía en mi cabeza...
Y así, fui pasando las horas, mirando como se acercaba la noche y el momento de meterme en la cama. Tras una cena ligera, viendo que la cabeza ya no me molestaba, cambié los calmantes por un vaso de leche caliente con un buen chorro de coñac que me hizo recordar aquel brebaje que nos daban en las frías noches de guardia en el cuartel de caballería de León.
Puede que se me fuera la mano con el coñac, o que el cansancio del largo y excitante día se apoderase de mi cuerpo. Lo cierto es que meterme entre las sábanas resultó ser una sensación agradable y relajante, pero al ver de nuevo la luna llena a través de la ventana, volvieron a aparecer las imágenes grabadas a fuego en mi mente la noche anterior, y me estremecí pensando que podría volver a tener la misma pesadilla, aunque, quizás por el efecto de aquella mezcla caliente de leche y coñac, una parte de mí deseaba que aquellas perversas criaturas estuvieran de nuevo en mi cama.
Pero no hubo sobresaltos nocturnos. Dormí plácidamente hasta media mañana y me levanté lleno de energía, con ganas de enfrentarme a un nuevo día y disfrutar de las sorpresas que pudieran aparecer.
Tenía mensajes en el móvil de la sargento y de la doctora interesándose por mi estado, y con esa carga de positividad mental salí a la pequeña terraza de atrás con un café dispuesto a dejarme acariciar por el aire fresco del arroyo que bordeaba la cabaña.
Y allí, en el tendal donde colgaba mi ropa a secar, perfectamente colocadas, tres delicadas braguitas de encaje paralizaron mi cuerpo mientras un escalofrío recorría mi espalda.
Una blanca, otra roja y otra negra...

Continurá...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 25 de marzo de 2020

PLEGARIA NOCTURNA.

Oraré pidiendo al rey de los dioses que, de una vez por todas, tu cuerpo desnudo deje de aparecer en mis sueños y se cumpla el ansiado deseo de poder tocarte.
Presentaré gustosa las ofrendas necesarias para que mis plegarias tengan el delicioso resultado de saborear tu cálida piel cada noche.
Rezaré suplicando que terminen mis noches de solitaria lujuria mientras imagino tu perversa lengua abriéndose paso entre la humedad que brota entre mis piernas para llevarme a un inolvidable éxtasis.
Ese que cada noche te regalo, ese que empapa mis sábanas y me lleva despertar cada mañana encendida y con ganas de probar el cielo en tu boca para descender juntos a los infiernos del pecado carnal con tanta pasión y entrega que hasta el mismísimo señor de los dragones se vea obligado a perdonarnos.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados



domingo, 22 de marzo de 2020

LA CABAÑA DE LA MOLINERA. (OCTAVA PARTE)

La ducha y un buen café despejaron un poco mi cabeza y pude revivir las imágenes tratando de analizarlas y encontrar algo que aportara algo de luz a tan desconcertante sueño.
Me vestí, desayuné, salí fuera con otro café y un cigarrillo, aún estaba amaneciendo.
No podía pensar en otra cosa que no fuera recordar cada segundo de aquella pesadilla y trataba de dar marcha atrás mentalmente para repasar con detalle todo lo ocurrido en los últimos días.
Estaba claro que no se trataba de simples coincidencias, que todo estaba relacionado de algún desconcertante modo. Un gran puzle que no terminaba de encajar y que me hacía pensar que algo se me escapaba, o quizás, aún faltaban piezas por descubrir.
No se me ocurría que más podía pasar para que encontrara la clave que completase aquel rompecabezas en el que me había metido sin haberlo buscado.
La cabeza seguía retumbando por el golpe y por la pesadilla, y tras una dosis de calmantes, cerré los ojos en el sofá. El cansancio hizo el resto para llevarme al descanso que mi cuerpo reclamaba.
No podría decir cuento tiempo pasó hasta que el ruido de un coche me devolvió a la realidad. Aún medio mareado, me levanté con cuidado y me acerqué a la puerta pensando que sería la sargento que venía a ver como estaba.
Una nueva e inesperada visita se bajaba de un lujoso coche sorprendiendo mi medio borrosa mirada. Gloria, directora de ventas del departamento comercial, mi jefa directa, la que llevaba semanas mandándome mensajes para que reconsiderase mi decisión de tomarme un tiempo apartado de aquel mundo.
Tan elegante y arreglada como siempre, capaz de resaltar incluso fuera de su entorno habitual, se acercaba sonriendo con esa seguridad con la que conseguía poner a todo el mundo en estado de alerta.
 - Aún sabiendo que venir puede haber sido en vano, no podía resistirme a un último intento y tener al menos el placer de verte.
 - Agradezco tu visita, de verdad. Al menos, tomaremos un café, pero sigo pensando igual que las veces que hablamos por teléfono.
Tras un par de sinceros besos y un cálido abrazo que alejó por un instante los fantasmas de mi cabeza, pasamos dentro. Preparé café mientras ella me hablaba de lo difícil que le estaba resultando mantener las cifras sin contar con su mejor vendedor. Decía que no encontraba un sustituto que mantuviera los resultados, que yo era su tabla de salvación para cerrar el año sin que desde arriba la presionaran.
Me senté a su lado, compartiendo mesa y café como tantas mañanas habíamos hecho. Agradecí sus halagos y la miré a los ojos para recalcar con firmeza que mi vida ya no era aquella, que ahora estaba disfrutando de mi tiempo, de mi realidad, y que me ahogaría si volviese a ese mundo.
Agarré su mano, y por primera vez en muchos años trabajando codo con codo a sus órdenes, vi en su mirada una especie de fragilidad. O estaba realmente preocupada pos su situación, o estaba representando el mejor papel de su vida.
 - Bueno, tenía que intentarlo, y venía preparada para darte lo que pidieras, y mejorarlo incluso, pero creo entender que no estás dispuesto ni a escuchar mis propuestas, así que, disfrutemos del café... buenísimo por cierto...
 - Gracias por comprenderlo. Sería incómodo y pesado que insistieras en algo que tengo tan claro en este momento.
 - Está bien. Brindo por ti, por tus logros, y por el placer de tenerte cerca otra vez.
Terminamos el café. Ella se quitó la chaqueta y pude contemplar claramente como se insinuaba el sujetador bajo su casi transparente camisa negra. Nunca me había parado a mirarla así, era mi superiora, jamás me había fijado en ella físicamente.
Se puso de pie y se levantó la ajustada falda de tubo. Lo suficiente para poder sentarse a horcajadas sobre mí y que yo pudiera admirar el final de sus medias.
 - Visto que no voy a volver a ser tu jefa, deja que al menos haga realidad la fantasía que me asaltaba cada mañana en esas reuniones de trabajo en las que me moría por no poder tocarte a pesar de tenerte tan cerca.
No tuve tiempo ni para sorprenderme. Comenzó a comerme la boca de manera apasionada y salvaje, me quitó la camiseta, mordió mi cuello jadeando... y aquel húmedo calor apretándose contra mi bragueta...
Un cúmulo de ardientes sensaciones que multiplicaron la excitación que mi cuerpo acumulaba tras la noche pasada. Mi mente se quedó en blanco y mi cuerpo tomó el control guiado por el deseo para levantarme de la silla, sentarla sobre la mesa y arrancarle la ropa sin pensar en nada más que en poseer aquel cuerpo encendido que se entregaba con evidentes muestras de querer ver cumplidos sus más inconfesables y pecaminosos sueños.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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martes, 17 de marzo de 2020

EN LA DISTANCIA...

El incontrolable temblor que eriza su piel cuando mis dedos la rozan atraviesa mi piel para estremecer cada célula de mi cuerpo.

Una sensación compartida que se transforma en fuego abrasador cuando sus manos devuelven las caricias.

El pecho se agita, la respiración se acelera cuando nuestros labios se rozan y las lenguas se buscan.

La pasión crece, y ahora mis manos ya no acarician, ahora agarran con fuerza esas redondas nalgas que agradecen cada apretón convirtiéndolos en suspiros que se mezclan con los míos.

El tiempo se detiene. Nos comemos la boca, nos arrancamos la ropa, y una apasionada locura nos invade incrementando el deseo de entregarnos el uno al otro y dar rienda suelta a esas ganas acumuladas durante las semanas alejados por la obligatoria cuarentena.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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domingo, 15 de marzo de 2020

DESEO...

Deseo convertirme en el artista que pinta con sus dedos sobre el lienzo de tu piel. Sueño con escribir ardientes poemas con mis labios en ese sabroso vientre tuyo.

Y mirarte...

Y relamerme contemplando tu cuerpo desnudo sobre mi cama mientras recorres con tus manos cada delicioso rincón hasta ser dominada por ese deseo incontrolable que te lleva a gozar sin pudor del placer de sentirte mujer deseada.

Deseo que el juego continúe sin apartar la mirada de esa cara de diosa lujuriosa que se muerde los labios entregada a la pasión entre intensos y sinceros gemidos.

Y que cuando alcances ese clímax que provoca temblores dentro de ti, que sea mi boca la que te haga volver a empezar y que te estremezcas una y otra vez entregada a sentir como nuestros cuerpos entrelazados se convierten en sagrada poesía.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 11 de marzo de 2020

LA CABAÑA DE LA MOLINERA. (SÉPTIMA PARTE)

La compañía y la delicada atención de la sargento suponían una dulce y calurosa tentación. Su insistencia en pasar la noche en la cabaña por si me encontraba peor resultó difícil de rechazar, pero me encontraba realmente agotado como para tener tan turbadora presencia cerca de mí.
Con un divertido mohín, fingió pucheros antes de reconocer que lo entendía perfectamente. Volvió a recalcar que no dudase en llamarla en cualquier momento y se despidió con un apretado y sincero abrazo, uno de esos que te recomponen por dentro y consiguen que su olor se quede pegado a tu piel, y luego, con un delicado y casi tímido roce de sus labios sobre los míos, se fue hacia la puerta dejándome disfrutar del contoneo de su precioso culo.
Demasiadas cosas en un día largo y sorprendente. Necesitaba dormir y desconectar.
Un vaso de leche caliente antes de meterme en la cama y cerrar los ojos esperando que los calmantes hicieran efecto y apagaran mi mente. Con la imagen de una espléndida luna a través de mi ventana fui dejándome llevar hacia el refugio de los sueños.
Con la sensación de haber estado un buen rato profundamente dormido, algo me hizo despertar, y cuando traté de levantarme, descubrí con asombro que estaba completamente desnudo y atado de pies y manos a la cama. A punto de entrar en pánico, levanté la cabeza y las vi.
La doctora Amor, Xana y la sargento Noriega estaban a los pies de mi cama. Desnudas, sonrientes, con la pálida luz de la luna iluminando sus jóvenes cuerpos, con sus grandes ojos verdes brillando en la oscuridad de la habitación creando una imagen excitante y casi fantasmagórica.
No sabía si ponerme a gritar pidiendo socorro o disfrutar de tan maravillosa aparición.
Xana y la sargento se tumbaron en un lado de la cama y comenzaron a besarse y a acariciarse sin ningún tipo de pudor, inundando el cuarto con sus jadeos, despertando mi erección.
Casi al mismo instante, la doctora empezó a recorrer mis muslos con sus dedos, y sus uñas erizaron toda mi piel antes de que su cálida lengua siguiera el mismo recorrido para terminar apoderándose golosamente de mi tembloroso miembro y hacerme estremecer entre gemidos.
El pavor inicial se volvió deseo incontenible que creció cuando se fueron turnando para cambiarse de posición y elevar mi excitación a niveles de locura, sabiendo perfectamente controlar el ritmo para mantenerme en ese punto que rozaba la tortura.
Perdí la noción del tiempo sometido a la ardiente lujuria de aquellos tres demonios insaciables. Poseído por sus lascivas bocas, dominado por el intenso placer, solo podía rendirme a ellas y suplicar que me soltaran para poder participar del maravilloso momento.
Pero no hicieron caso de mis continuos ruegos, y de repente, abandonaron la cama para seguir con sus juegos entre ellas en una especie de ritual de besos, caricias y abrazos en el que yo no era más que un simple y privilegiado espectador.
Un ruido al fondo desvió mi atención para descubrir que unos brillantes ojos verdes se acercaban decididamente hacia mi cama. El terror volvió a meterse dentro de mí al ver la imponente figura del gran lobo gris saltar sobre la cama y colocarse entre mis piernas.
Mis apasionadas compañeras se quedaron inmóviles, abrazadas, relamiéndose, mostrando respeto y sumisión a aquella majestuosa fiera. Y entonces comprendí que era la gran jefa de la manada, y pude ver sus poderosos y afilados colmillos tan cerca de mi cuello...
Y me desperté...
Sudando, con la garganta seca y una tremenda y dolorosa erección, pero a solas y sin rastro alguno de que hubiera alguien más. Comenzaba a amanecer y estaba claro que en mi febril estado no iba a volver a dormirme fácilmente, así que me metí en la ducha buscando que el agua fría sacase de mi cabeza las imágenes de aquellas tres esculturales diosas desnudas, pero cada vez que cerraba los ojos, aparecían sus sugerentes cuerpos, veía de nuevo las fauces de la loba y las brillantes miradas que habían invadido mi cuarto y mi mente.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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