miércoles, 29 de agosto de 2018

LETRAS MÁGICAS

No había mejor refugio para una solitaria adolescente que encerrarse en su cuarto para escapar de un padrastro borracho y acosador. Allí, viajando a través de las páginas del viejo libro que su abuela le había regalado, su oscuro cuarto se transformaba en los aposentos privados de una princesa que liberaba su espíritu en el mundo de la magia y la fantasía.
Nunca entendió porqué su madre se había rendido tan fácilmente a un tipo que la despreciaba y maltrataba sin oponer más resistencia ni más remedio que esconderse día tras día dentro de botellas de alcohol barato. Ni siquiera las quejas de su atemorizada hija le habían servido de estímulo para enfrentarse a una situación tan degradante.
Todo se complicó cuando habían prohibido a la abuela seguir visitándola. Estaba decidida a escaparse en su busca, pero esa noche, tras caer rendida de tanto llorar, una presencia la hizo despertar sobresaltada... La habitación olía a su abuela, y a su lado, sobre la almohada, un antiguo medallón y una nota donde su abuela le pedía un poco de calma, que esperase a ser mayor de edad, que ese día encontraría un regalo en su ventana y que entonces lo entendería todo. Le pedía que llevase siempre el medallón bajo la ropa, en contacto con su piel, y que no dejase que nadie lo viera...
Y ese día llegó, y apareció el viejo libro con tapas de plata, con aquella extraña cerradura donde el medallón encajaba a la perfección haciendo de llave secreta.
No pudo despegarse de aquellas hojas manuscritas en toda la noche. Poco a poco fue comprendiendo que su abuela no vivía a solas en el bosque por casualidad, y comenzó a sentir una asombrosa complicidad con aquellas historias donde la magia convertía a dulces abuelitas en ardientes amantes que se entregaban bajo la luz de la luna a unos seres que no resultaban tan feroces y salvajes como los presentaban.
Encontró hechizos, pócimas mágicas, conjuros... y descubrió con pasmosa facilidad que todo aquello le resultaba tan familiar como si fuera parte de ella. Las piezas iban encajando llevándola a la inquietante confirmación de ser descendiente de una antigua estirpe, y que la abuela era algo más que una dulce anciana que horneaba sabrosas galletas.
A partir de aquel momento revelador, las horas encerrada en la habitación fueron aumentando, y cada nueva lectura aportaba nuevas pistas sobre aquella herencia recibida. Fue aceptando su papel, sabiendo que pronto tendría que ir en busca de su abuela, y debía prepararse a conciencia para encontrarse con un destino que la llevaría a convertirse en otra de esas mujeres que bailan con lobos a la luz de la luna, apartadas de una sociedad que a fuerza de no entenderlas, terminaba por temerlas...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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