viernes, 24 de febrero de 2017

ESCUCHA MIS PLEGARIAS (IX)

Conseguir llegar a casa se convierte en un delicioso triunfo tras la tortuosa experiencia de librar una dura batalla entre sucumbir a las reacciones de mi cuerpo y mantener la compostura ante los demás...
Incluso, subiendo en el ascensor coincido con la vecina del quinto, esa señora cotilla que seguro existe en todas las comunidades, y que siempre aparece en el momento más inoportuno. Esta vez, no sólo tengo que disimular el salvaje estado de excitación bajo mi falda, si no que, además, con los nervios me entra una risa tonta al imaginar cómo se pondría ella si llevase un tanga como el mío.... Tengo que carraspear varias veces para esconder esa risa floja que malamente logro ocultar ante su reprobadora mirada...
Suspiro con alivio al cerrar la puerta de mi casa. Me siento a salvo y liberada como para por fin poder disfrutar cómo se merece del tormentoso regalo que sigue encendiendo mi entrepierna.
Directa a la habitación, en segundos, de pie frente al espejo del armario, sólo con el tanga y la cruz entre la erizada piel mis excitadas tetas. Saboreando la seductora imagen en el espejo, tal y como a ella le gustaría verme, tal y como a mí me gustaría presentarme ante ella....
Rápidamente mis manos se ponen en acción buscando esa mágica tira de perlas, recorriéndola, gozando de como mis cálidos jugos la bañan. Mis dedos rozan cada perla, una a una, despacio, arrancándome un gemido tras otro..
Tanto rato conteniéndome, que en cuanto la yema de mis dedos encuentran mi clítoris, la explosión de placer casi me hace perder el equilibrio y acabo apoyada contra el espejo, besando la imagen de mi boca, gritando y corriéndome salvajemente. No puedo parar, ya no hay freno, mis dedos entran una y otra vez en mi encendido sexo y termino de rodillas en el suelo, con las piernas abiertas, frente al espejo, sin poder apartar la mirada de aquella mujer que goza como una loca al otro lado.
Desencajada, temblando, las sacudidas de mi cuerpo terminan por hacerme caer y quedar tumbada en la alfombra buscando cada ansioso rincón que demanda más caricias. Dándole un respiro a mi sexo, mis dedos siguen el recorrido por las perlas para terminar encontrando el lujurioso placer de jugar en mi culo, logrando que me estremezca arqueándome en busca de más placer. Me relamo jadeando envuelta en un salvaje frenesí, retorciéndome sobre la alfombra, entregada a gozar de mi cuerpo, entregada a hacerme el amor apasionadamente a mi misma, con la maravillosa sensación de descubrirme hembra en celo.
He perdido la cuenta de los vibrantes orgasmos que recorren mi cuerpo por dentro y por fuera cuando ya los gritos y gemidos comienzan a disminuir y mi mente intenta recuperar poco a poco la cordura. Me tiemblan las piernas, me mareo un poco al intentar levantarme, dándome cuenta de que necesito recuperar fuerzas, comer algo, y regalarme una relajante siesta.... llevo tres días bordeando los límites físicos de mi cuerpo, necesito tener un descanso y recuperar la normalidad de mi vida...
En el baño, me quito el torturador tanga con un suspiro de alivio, me envuelvo en el suave albornoz y me voy a la cocina a asaltar la nevera.
Mientras devoro una consistente ensalada, la fría cruz sobre mi pecho me hace recordar la embriagadora imagen de Lucía, y al imprevisible y enigmático Luís, y me doy cuenta de que en todo el rato que he estado entregada al placer de hacerme gozar, ninguno de ellos ha aparecido por mi mente. Esos placenteros orgasmos han sido mios... Ha sido un juego entre mi mente y mi cuerpo donde he hecho el amor conmigo misma sin recurrir a ninguno de ellos...
Sonrío encantada al ser consciente de mi plena libertad para ser mujer y gozar de ello como hacía mucho que no conseguía. Me gusta esa sensación de amarme, quererme y gozarme libremente, disfrutando de mi esencia femenina y de los maravillosos placeres que cada rincón de mi hermoso cuerpo puede llegar a ofrecerme sin depender de nadie...
Es más, esa sensación que solía aparecer, ese poso de sentirme culpable después de masturbarme,  esa idea inculcada desde pequeña de lo pecaminoso que era tocarse... Esa idea, por primera vez, no había aparecido, y me hace sentir liberada y feliz de poder ser mujer y disfrutar de ello sin traumas, sin culpas....
Soy consciente de que volveré a los brazos de ellos, pero ahora mismo, desnuda entre las sábanas, dispuesta a olvidarme del mundo por unas horas, sé que a pesar de su extraña e incomprensible aparición en mi vida, ahora seré yo quien aproveché y disfrute cada encuentro... Qué se preparen!!. Han despertado a la fiera!!. Han convertido a la dulce y tímida princesa en una guerrera dispuesta a tomar las riendas...
Madre mía!!! Qué rico sentirse tan eufórica y segura!!!. Mientras mi piel agradece las caricias de las sábanas y la cruz de plata descansa sobre un todavía erizado pezón, el sopor va invadiendo mi cansado cuerpo en busca de Morfeo, dejando que ahí afuera el mundo siga girando, y yo, en mi universo privado, vuelo relajada hacia un cálido sueño...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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