jueves, 9 de febrero de 2017

ESCUCHA MIS PLEGARIAS (VI)


Es ella quien elige una pequeña trattoria cerca de mi casa, y es ella la primera en llegar y escoger mesa al fondo del comedor, un poco apartada del resto de las mesas. Me cuesta reconocerla sin el tocado de monja, pero esa mirada y esa sonrisa acaban por confirmarme que es ella, y vaya!!!, no había imaginado esa gran melena rubia!!!. Se levanta sonriente para recibirme con un discreto beso cerca de la comisura de mis labios y un cálido abrazo, y eso me permite apreciar lo bien que le sientan los vaqueros y la ajustada camiseta blanca...
---Gracias por venir y permitirme volver a sentirme una chica joven por unas horas. Llevaba mucho tiempo sin salir de mi retiro...
---Gracias a tí!!! Pensaba pasarme la tarde a solas en casa y mira, deliciosa compañía, comida italiana, y hasta has acertado con el vino blanco...
---Pues brindemos por ello...
Entre risas, sin poder apartar la mirada de esos brillantes ojos, saboreo el vino dispuesta a dejarme llevar, intentando que no se note el nerviosismo que recorre mi cuerpo y tratando de calmar el torbellino de preguntas que rebota en mi cabeza.
Elegimos lasaña y pescado, y mientras llega, toma mi mano con delicadeza y es ella quien comienza a hacerme preguntas. Quiere saber todo... sí tengo pareja, sí vivo sola, a qué me dedico, cómo conocí a Luis, cómo llegué a la capilla...
Voy contestando divertida al comprobar su insaciable curiosidad, hasta que tras los postres, pide que nos sirvan los cafés en la terraza para así poder fumar, y una vez a solas en aquel pequeño sofá de mimbre, mis temblorosas manos acarician su hermosa cara acercándola hasta que nuestros labios se unen en un ansioso beso con sabor a tabaco y capuchino.
Me dejo llevar por el deseo que invade mi mente ante el sabroso placer de su boca. La suavidad de la piel de su cuello y de su pecho me encienden de tal manera que es ella quien frena mi mano cuando ya buscaba bajo su camiseta...
---Ufff!!, por favor!!! Espera, yo también quiero sentirte, pero no aquí. Además, aunque no te haya dejado casi hablar, me imagino que tendrás también muchas preguntas. Te parece qué vayamos paseando y te vaya contando todo lo que quieras saber???
---Me parece perfecto. Perdona!!, me pueden las ganas de hacerte mía. Te aseguro que hacía mucho que nadie lograba que mi cuerpo vibrase de esta manera, ni tan siquiera Luís.
---Supongo que el morbo de mis hábitos tenga algo que ver....
---Hombre, está claro. Y tú forma de saludarme de buenas a primeras con un beso en la boca, tus atenciones, los juegos con tu compañera...
---Jajaja... ya!!, la dulce Leny.... En realidad ella no es monja. Mi Señor la acogió cuando él se hizo cargo del caserón familiar para que cuidase de su tío, el párroco de la capilla... Pero bueno, supongo que esa parte de la historia te la contará el mismo. Yo te contaré la mía....
---Tengo muchas ganas de oírla....
Caminamos despacio paseando y ella me cuenta que es huérfana y que la criaron las monjas de un convento en las afueras. Cuando le quedaban dos años para ordenarse, comenzó a salir a ayudar en un comedor social, y a atender esporádicamente la capilla para ayudar a Don Ramón, y esas salidas al mundo exterior sirvieron para hacerla dudar y para que su curiosidad por la vida fuera del convento fuera en aumento.
Había descubierto el placer del sexo con alguna compañera, y no lograba entender como algo tan maravilloso podía ser considerado pecado. La curiosidad iba creciendo al mismo ritmo que sus desacuerdos con la forma de entender la espiritualidad que las rígidas normas religiosas imponían.
En una de las visitas a la capilla, conoció a Luís, sobrino de Don Ramón, y único heredero de una antigua familia dueña de, entre otras muchas cosas, aquella finca donde se levantaba la capilla y el caserón que muchos años atrás había sido la gran mansión de la ilustre familia. Él la entendió rápidamente y las charlas se convirtieron en costumbre, y aunque ella se sentía atraída, él la trataba como a una hermana pequeña. Fue guiándola y convenciéndola poco a poco de que no debería tomar los hábitos si no estaba realmente segura, para terminar proponiéndole un trato.... Le pidió que dure unos meses se fuera de viaje, sola, cómo mujer, no cómo novicia, qué él se ocuparía de sus gastos sin ningún compromiso, y que después ya tomaría la decisión que su corazón le pidiera....
Y así, durante meses viajó por Europa, visitó la India, Estados Unidos, y algunos países de Suramérica, descubriendo otras culturas, otras formas de entender la religión y la espiritualidad. Encontró sobre todo calma, paz y amor en lugares dispares que la hicieron crecer como persona y como mujer, pero que sobre todo, confirmaron que su manera de acercarse a Dios no encajaba con la idea del pecado, la abstinencia, o la hipócrita moralidad de las obsoletas normas religiosas que le habían inculcado cómo únicas e indiscutibles.
Aún así, se sentía a gusto con otras muchas cosas de su Orden, y a su regreso, de nuevo Luís la sorprendió ofreciéndole la posibilidad de quedarse a cargo de aquel lugar atendiendo a su anciano tío, y siendo ella la que marcase las pautas y formas a seguir.
Tiempo después llegó Leny, acogida por Luís, para completar una pequeña familia y darle un encanto especial a su tranquila existencia. Luis las trataba como a sus hermanas pequeñas, cuidándolas, consintiédolas, y sólo se permitía en contadas ocasiones contemplar sus juegos como inspiración para sus relatos. Eran habituales sus viajes, pero su intimidad y su vida privada siempre se mantenía al margen de aquel entorno, y hasta mi aparición en la capilla, ninguna otra mujer había trastocado el solitario retiro de su Señor...
---Y cuando él me pidió que te acompañara, me acerqué a tí medio asustada, pero algo en mí se despertó al tocar tu hombro. Una descarga me recorrió por dentro cómo nunca me había pasado, y probar el sabor de tus labios terminó por descolocarme, y sentí envidia de mi Señor. Cuando te ví desnuda en su cama está mañana, a duras penas conseguí salir de allí mordiéndome los labios para no meterme entre la sábanas contigo....
Embobada, escucho su historia sin ser consciente que estamos ya subiendo en el ascensor hacía mi apartamento, y no puedo hacer otra cosa que agarrar con fuerza su cintura para apretarla contra mi cuerpo y devorar sus labios totalmente entregada a gozar del delicioso regalo que el universo esta poniendo en mi camino....

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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