sábado, 15 de junio de 2019

AROMAS DEL MEDITERRÁNEO.

FOTO: Yolanda Alcaraz Orts.

Aún tras los cristales de tus gafas de sol, esa mirada tuya consigue hacerme temblar.
Un delicioso estremecimiento que aumenta al admirar esa imagen de guerrera vikinga que presume de su rizosa melena rubia mientras sonríe al sentirse el centro de mi atención.
Y cuando el recorrido visual me lleva a ese sugerente conjunto rojo que has elegido, en mi cabeza se cuela el recuerdo de aquellas tardes adolescentes en las que las vigilantes de la playa corrían a cámara lenta con sus ajustados bañadores rojos. ¡Dios, mi traviesa mente nunca madurará!
Intento deshacerme de esa imagen, pero ahora eres tú quien corre a cámara lenta por la playa acercándose a este nervioso tipo raro con el que tan bien pareces haber encajado. Y tengo que admitir que me resulta difícil entender que una diosa escultural como tú se haya fijado en este inusual personaje.
Quizás ese sea mi encanto, quizás hayas sabido ver lo ni yo mismo puedo percibir. Sea lo que sea, no queda otra que agradecer a los dioses el afortunado momento en que apareciste por sorpresa. Y desde entonces, mis días se han convertido en una sucesión de asombrosos regalos para mis sentidos.
Aunque a veces se me vaya la cabeza y deba obligarme a centrarme en la deliciosa realidad que supone estar a tu lado, y olvidarme de esas fantasías grabadas en mi cabeza en tardes de verano frente al televisor.
Una tarea que se vuelve extremadamente fácil con esa deslumbrante sonrisa y con esa pícara manera de morderte los labios antes de lanzarme un beso. Y vuelvo a sonreír agradecido sabiendo que eres real, y que tus besos, tus perversas caricias, y sobre todo, ese aroma que el Mediterráneo deja sobre tu sabrosa piel, me llevarán otra vez al paraíso.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 12 de junio de 2019

UNA IMAGEN TUYA.

FOTOS. jd_gallery (David Coto)
MODELO: Estefanía Estevez Gascón.

Más de mil palabras necesitaría para expresar lo que una imagen tuya llega a transmitirme.

Cada curva, cada pliegue, cada poro es un canto a la sensualidad y todos mis sentidos se alteran hipnotizados por la magia que despierta y provoca mis lujuriosos instintos.

Te contemplo y te recorro una y otra vez soñando con rozar tu piel y acercarme para emborracharme con ese delicioso aroma que comienzo a sentir desde la distancia.

Las ganas de saborearte me llevan a imaginar el placer que supondría descubrir cada uno de esos tesoros que tan sutilmente se esconden bajo ese sugerente conjunto de encaje negro.

Me invade una agradable sensación de nerviosismo que recorre mi espalda cuando te giras y veo el brillo de esa penetrante mirada que me atraviesa como si hubieras sentido cada una de esas caricias de mis ojos sobre tu escultural cuerpo, y algo me dice que no es mi piel la única que hierve deseando fundirse sobre la del otro y vibrar en un placentero compás...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

jueves, 6 de junio de 2019

NI EN MIS MEJORES SUEÑOS.

FOTO: Conchi Rodriguez Patiño
FOTO: Noelia Fuente
Aquella hermosa rubia de brillante sonrisa y deslumbrante escote llamó rápidamente mi atención. Imposible no fijarse en la alegría que transmitía y en ese punto de misterio que el humo de la cachimba añadía.
A su alrededor se iba formando una mágica nebulosa que crecía en el interior de mi cabeza por el efecto de las cervezas sobre esa miopía que acompaña mi mirada. Una mezcla hipnótica que me impedía apartar la vista entre trago y trago y me hacía recorrer su figura con la fijación de quien se ve sorprendido por el poderoso embrujo de la belleza hecha mujer.
Sin parar de reír se dejaba fotografiar posando con esa alegre naturalidad que da el sentirse a gusto compartiendo el momento con total confianza y seguridad.
Y entonces pude ver a la culpable de esa alegre situación. Otra deliciosa criatura hacía fotos con su móvil mientras disfrutaba también del divertido e improvisado juego.
No podría decidir cuál de las dos atraía más mis miradas, pero el conjunto resultaba tremendamente atractivo para una mente traviesa como la mía.
Pedí otra cerveza y ellas seguían con su alegría y sus fotos. Mis ojos iban de un cuerpo a otro, gozando de cada curva, agradeciendo haber entrado en aquel bar y ser tan afortunado espectador. Mi cabeza se llenaba con las seductoras imágenes de aquellas dos criaturas sonrientes que compartían tan agradable encuentro ajenas al resto del mundo, y sobre todo, ajenas al solitario elemento que las observaba desde la barra.
Mi imaginación comenzó a dispararse hacia otros escenarios en los que ellas posaban y era yo quien hacía las fotos tratando de capturar la seductora sensualidad de sus sinuosos cuerpos. Pero rápidamente hizo su aparición "el otro"...
Esa parte racional y negativa de mi cerebro, esa parte llena de miedos e imposibles que aturdía mi cabeza con esas voces que paralizaban y atenazaban mis impulsos. Voces que repetían una y otra vez que dejase de pensar en rocambolescas fantasías, y me recordaban que lo único que podría conseguir con aquel par de diosas era hacer el ridículo.
Aún así, seguía sin poder dejar de mirarlas. Ellas se reían, se hacían más fotos y comentaban cada una cuchicheando y disfrutando de una envidiable complicidad. Y yo soñaba con la posibilidad de descubrir el sabor y el olor de aquellas pieles de sedosa apariencia.
"El otro" seguía con su habitual cantinela de problemas y racionales sugerencias, pero mi peligrosa imaginación ya no estaba dispuesta a hacerle mucho caso.
Un escalofrío recorrió mi espalda tras un buen trago al descubrir a una de ellas a mi lado en la barra con su sonrisa hechicera. Me preguntaba si podía hacerles alguna foto juntas, y claro, no dude un segundo en aprovechar la sorprendente oportunidad que el universo me estaba regalando. Me temblaban las manos y no podía borrar una sonrisa tonta de mi cara, pero no dejaba de sacar fotos a aquel maravilloso dúo que continuaba con sus risas llevándome a un estado de alegre excitación con sus sugerentes poses.
Más cervezas, más risas. Su naturalidad fue logrando que mi nerviosismo fuera despareciendo y que cada vez me encontrara más cómodo, y que dejara de escuchar "al otro". Y mi fantasía crecía soñando con poder estar en un lugar más tranquilo donde gozar de la mágica sensación de rozar sus desnudos cuerpos. Y las veía acercarse a susurrarse mientras me miraban, y aumentaban mis ganas de tener cerca sus cuellos y llenarme con su aroma antes de clavar mis dientes con fuerza y sentir el sabroso palpitar de esa delicada piel.
La nebulosa que antes las rodeaba a ellas, comenzó a invadir mi mente. Quizás la euforia, quizás la cerveza, quizás demasiado tiempo viviendo ensimismado en mis rutinarias obligaciones. Una mezcla que se fue apoderando de mi percepción de la realidad hasta dejar lagunas en el recuerdo del resto de la noche...

Desconcertado, la mañana me sorprende completamente desnudo y con un terrible dolor de cabeza en una desconocida habitación, en una cama extraña con sábanas empapadas de un inconfundible olor a sexo. Como único saludo, la mirada indiferente de dos gatos que parecen intentar dejar claro que el intruso soy yo.
Intento hacer memoria, pero no consigo recordar más que la parte de atrás de un coche conducido por la más joven, y que la chica rubia me miraba de reojo desde el asiento del copiloto. Me levanto en busca del baño y voy descubriendo dolores por todo mi cuerpo, y las evidentes marcas de haber estado atado o esposado. Luego, frente al espejo, puedo ver algo parecido a mordiscos y chupetones en mi cuello, y varios arañazos en mis brazos y en mi espalda.
Recorro el vacío apartamento tratando de recuperar mi ropa y buscando alguna referencia que me haga recordar. Al pasar frente a la pequeña cocina, veo sobre la mesa un brik de leche, una caja de galletas y una especie de termo con una nota manuscrita al lado. El café, caliente y cargado, ayuda a relajar el dolor de cabeza y a despejar un poco mi cabeza antes de ponerme a leer aquel intrigante trozo de papel...
"Lo primero, pedirte disculpas por dejarte solo, pero tenías cara de necesitar seguir durmiendo. Espero hayas descansado, te lo ganaste con creces esta noche.
Mi amiga se tuvo que ir temprano a su casa, y yo no podía faltar al trabajo. Te dejo esta nota con mi número de teléfono y el sincero agradecimiento de las dos por una noche tan especial e intensa.
Sinceramente, no cambiaría nada de lo ocurrido, y tengo que reconocer que fue un inmenso placer hacer realidad esa lujuriosa fantasía tuya que pedías y suplicabas con tanta insistencia. 
Si quieres quedarte, llegaré a media tarde, pero si decides irte, espero que me llames y podamos vernos de nuevo. Te aseguro que para nosotras has sido un tierno y sorprendente regalito caído del cielo".
Aunque el café va minimizando los efectos de la resaca más salvaje que logro recordar, mi cabeza sigue embotada y con un gran espacio en blanco. La nota no aclara mucho las cosas, y ni siquiera tengo claro cuál de ellas la ha escrito. Lo único positivo es que parece bastante evidente que "el otro" se equivocaba en lo de hacer el ridículo y por lo visto, ha sido una noche memorable, lástima que no pueda recordarla.
Me intriga un poco tanto arañazo, tanto mordisco, tantas magulladuras y esas marcas en mis muñecas. Me gustaría entender a que se refiere con lo de satisfacer mis súplicas, pero el agudo y doloroso escozor que acabo de sentir al sentarme en una silla de la cocina me da una inquietante perspectiva.
Definitivamente, lo de sentarse no es una buena idea. Creo que mi cuerpo y mi cabeza necesitan reposo, y las respuestas no aparecerán hasta que regrese la dueña de ese par de peludos que me miran desconfiados desde la puerta de la cocina.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 30 de mayo de 2019

TARDE DE VERANO.

FOTO: Vanessa Pérez Nido

Llegan los primeros días de calor y no tardas en aprovechar la ocasión de estrenar bikini y lucir tipazo buscando broncear esa deliciosa piel.
Un rato después, te acercas a la piscina y yo pierdo la concentración y cambio la lectura por admirar tu caminar. Aprovecho para encender un cigarrillo mientras te das un rápido chapuzón y luego disfruto observando como te secas antes de tumbarte de nuevo al sol y comenzar a cubrir tu suave piel con crema protectora.
Lentamente, casi como si de un ritual se tratase, vas extendiendo la crema por tus bonitas piernas, y yo disfruto del espectáculo viéndote sonreír cuando te das cuenta de haber capturado toda mi atención.
Tras cubrir adecuadamente brazos, hombros y pecho, el brillo de tu mirada indica que estás gozando de tenerme hipnotizado. Sonrío cuando te tumbas bocabajo y te quitas la parte de arriba del bikini y con un pícaro guiño me invitas a ayudarte con la espalda.
No necesito que insistas. Me acerco y me coloco a tu lado. Mis manos recorren con delicadeza tu piel cubriéndola con mimo, pero no consigo apartar la vista de esas redondas nalgas que se marcan bajo la aún húmeda tela.
Esa lujosa perspectiva logra que mi traviesa mente comience a soñar con la idea de verte quitarte ese pequeño trozo de tela que cubre tu hermoso culo. Y no sé si los dioses escuchan mis plegarias, o es que puedes leer mi mente (apostaría por lo segundo), pero no pierdo un segundo en pararme a pensarlo cuando dejas a la vista y al alcance de mis manos ese maravilloso lugar donde la espalda pierde su buen nombre.
La excitación se apodera de mi cuerpo y se hace notar bajo mis bermudas justo al mismo instante en que comienzas a moverte para girarte y mostrar esa espléndida desnudez que me hace desear recorrer cada una de tus curvas con mis dedos esperando el momento preciso en el que tu cálida piel reclame las perversas caricias de mi traviesa lengua...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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martes, 28 de mayo de 2019

ELLA BAILA SOLA.

FOTO: Giralde Mamen.

Os puedo asegurar que ella no es de las que necesita que la invites a salir. Ella se arregla, se prepara y elige que ropa ponerse por el placer de sentirse bien consigo misma y disfrutarse y gozar del momento.
Y después te manda una foto para que veas lo que te pierdes si decides no acompañarla. Ella saldrá, y bailará, y se reirá. Y si te apuntas, verás la felicidad reflejada en su rostro, verás ese delgado cuerpo aprovechar cada segundo y seguramente terminarás por contagiarte de su alegría y podrás participar de ese instante de magia que ella es capaz de crear.
No tendrás más que portarte bien y seguir sus pasos hasta que ella decida volver a casa con los pies destrozados, los zapatos en la mano y una deslumbrante sonrisa iluminando su cara.
Y en ese instante, puede que si has sido un digno acompañante, ella te conceda el privilegio de probar el delicioso elixir de sus labios. Y, quién sabe, quizás la diosa fortuna se apiade de ti y obtengas el exclusivo e inigualable placer de hacerla pensar en regalarte el honor de amanecer entre sus brazos.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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domingo, 26 de mayo de 2019

UNA LUNA Y UN LOBO.

La jornada laboral está a punto de terminar. Una única persona en la sala de espera de la consulta del doctor donde trabajo como secretaria y recepcionista. Una chica joven que logró inquietarme cuando entró por la puerta con una deslumbrante mirada y vestida con una ropa idéntica a la que yo llevo bajo la bata blanca.
Algo que posiblemente ella ni había notado, pero algo en lo que yo no había podido evitar fijarme con atención.
Blusa ajustada, falda corta y zapatos de tacón, y en su mano una cazadora de cuero negro del mismo estilo que la que yo había dejado colgada en el perchero. Por si fuera poca coincidencia, una media melena rubia que yo llevo recogida en una discreta cola pero que ella lleva suelta.
Ahora, desde la pequeña mesa de la recepción, puedo ver la sala donde ella espera, y a través del gran espejo de la pared tengo un ángulo perfecto para observarla discretamente. Veo como se entretiene con el móvil, y aprovechando la soledad de la sala, su relajada postura me regala la posibilidad de comprobar que lleva unas braguitas negras de encaje, con transparencias, preciosas e iguales a las que yo llevo.
No puedo evitar un escalofrío ante tanta coincidencia. Y desde mi más firme y absoluta heterosexualidad, tengo que admitir un nervioso cosquilleo que me impide apartar la vista de aquel trozo de sugerente tela que se vislumbra bajo el borde de su falda. Me sorprendo sintiendo un incipiente calor entre las piernas, y por mi cabeza cruza la idea de descubrir como sería rozar esas braguitas con mis dedos.
No me puedo creer lo que me está pasando. Jamás había pensado algo así, ni siquiera en mis solitarias fantasías. Reconozco haber jugado alguna vez frente al espejo, pero esto es algo totalmente distinto, es otra mujer, y aunque el parecido es increíblemente sorprendente, el rubor y el nerviosismo se están apoderando por momentos de mi cuerpo.
Mi desconcertante momento es interrumpido por la aparición del doctor acompañando a la salida al paciente anterior. Luego se dirige a la sala de espera para saludar a "mi gemela" y le oigo disculparse por una inesperada urgencia que le obliga a marcharse. Les veo venir hacía mi mesa y soy consciente del calor en mis mejillas mientras él se despide pidiéndome que le haga un hueco en la agenda de visitas de mañana.
Tras quedarnos a solas, ella me mira sonriendo y yo busco refugio en la pantalla del ordenador esquivando esa mirada que me hace sonrojar. Una vez confirmada la hora de su cita, es ella la que menciona la simpática coincidencia en la ropa, y yo balbuceo que también tengo una cazadora como la suya. Siento arder mi cara y ella sigue sonriendo y comenta en tono divertido que hasta el corte de pelo hace que tengamos un asombroso parecido.
- No sé qué pensarás, pero tengo que confesar que desde aquí, a través del espejo, he podido ver que también llevas unas braguitas iguales las mías.
- ¡Vaya! Eso resulta un tanto extraño e inquietante, pero reconozco que despierta una morbosa curiosidad. Creo que me están entrando ganas de comprobarlo; es más, sería lo justo, tú has visto las mías, me lo debes.
Mi cabeza, a punto de estallar, dice no, pero mi cuerpo reacciona por su cuenta haciendo que me levante y me dirija a la puerta de la calle para cerrarla por dentro. Luego me vuelvo hacia ella y me quito la bata de trabajo, suelto mi melena y sin pararme a pensar, me bajo la falda y me quedo allí de pie viendo como ella se baja la falda también y se acerca.
Con una mano roza delicadamente mi cara, y con la otra acaricia con decisión la ya empapada tela que cubre mi pubis. Temblando como una hoja, imito sus movimientos un segundo antes de que sus labios rocen los míos.
- ¡Dios! ¡Nunca había hecho algo así! Admito que resulta demasiado excitante para pararme a entenderlo.
- La primera vez que beso a una chica. En mi cabeza saltan muchas alarmas, pero mi cuerpo no deja de estremecerse y quiere más.
- No sé si es por el asombroso parecido, pero prefiero no pensar. Espero que bajo estas tentadoras y húmedas braguitas no haya un tatuaje de un lobo.
- ¡Madre mía! Hay un tatuaje, pero no de un lobo, ¡es una luna!
- ¡Uffff! ¡Una luna que va a volver loco a mi lobo!
Mi lengua busca la suya, sus manos desnudan mi cuerpo. Ya no hay palabras, solo suspiros y jadeos.
Admiro su precioso cuerpo tras desnudarla por completo y mis ojos buscan ese pequeño lobo tatuado sobre su depilado pubis y ya no puedo más que pensar en acercarme a saborear ese palpitante y húmedo sexo que "mi gemela" ofrece sin dejar de mirarme con ese brillo en la mirada que invita a la lujuria.
Ya habrá ocasión para descubrir a que se debe tanta casualidad. Ahora nuestros cuerpos piden que nos dejemos llevar, que disfrutemos de ese morboso y excitante placer que supone recorrer y saborear tan idénticas y encendidas pieles y que dejemos que las pasión se apodere de nuestros sentidos.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 8 de mayo de 2019

ÁNGELES O DEMONIOS.

En las antiguas leyendas se habla muchas veces de personajes que se enfrentan y dan caza a poderosos demonios, y en múltiples ocasiones, en esos antiguos relatos, avisan del riesgo evidente que existe al matar a unos de esos demonios y terminar por convertirse en uno de ellos.
Pero en esas fantásticas historias mitológicas casi nunca nos advierten del mayor de los peligros. En muy pocas se menciona lo que puede ocurrir si te enamoras de uno de esos seres.
Y es que cuando te acercas a una de esas deslumbrantes criaturas y descubres su poderosa fuerza, caes en la cuenta de que las cosas no son tan simples cómo te habían contado. Entiendes que esa dualidad de lo bueno y lo malo no es tan exacta. Y compruebas que todo cambia según el lado desde donde lo miras, y que todos tenemos luces y sombras en nuestra más íntima esencia.
Y entonces, ya no importa si los ángeles son los buenos, o si los demonios los malos... en realidad, no importa si es ángel o demonio...
En el momento en que sientes su turbadora y tentadora presencia, lo único que quieres es seguir disfrutando de las ardientes oleadas que hacen temblar tu piel cuando sus manos la recorren. Deseas que no se aparte de tu lado y no deje de acariciarte con esa mágica pasión que altera tu consciencia y tus sentidos mientras notas como tu alma se estremece.
Y ya da igual que los demás no lo entiendan. De nada sirve que te avisen y te digan lo que ellos ven.
Admites gustosamente tu rendición a seguir disfrutando de esas sensaciones que te hacen sentir vivo al ser abrazado por ese ser que te lleva sin remedio por los intensos caminos de esa lujuriosa pasión que bordea la tenue línea que separa la cordura y la locura.
Reconoces tu entrega, y sonríes compadeciéndote de esos pobres infelices incapaces de ver más allá de la historia que les han querido contar. Agradeces no ser uno de ellos, y te alegras de haber tenido la fortuna de haber coincidido en esta vida con una de esas almas puras cuya naturaleza está por encima del bien y del mal.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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domingo, 21 de abril de 2019

EL TANGA DE SOR MARÍA. (CUARTA PARTE)

Un pequeño y discreto restaurante, una sabrosa cena... el marco perfecto para gozar de la compañía de una incomparable diosa vestida de ajustado cuero. No me había equivocado al suponer que sería el centro de las miradas de los clientes y del personal del local.
Algo totalmente comprensible que me hacía sentir todavía más afortunado, algo que aumentaba el placer del delicioso momento compartido. Se la veía radiante, sonriendo y gozando de algo tan sencillo y mundano, algo tan poco habitual para ella.
Fuimos degustando cada plato, y cuando nos sirvieron los postres, la cucharilla, su boca, el flan y la nata formaron una explosiva y excitante combinación que hipnotizó mis ojos y estremeció cada poro de mi piel. Mi respiración se aceleraba con cada cucharada que veía entrar entre sus carnosos labios, y ella jugaba con su lengua sin dejar de mirarme, siendo totalmente consciente de estar logrando lo que pretendía.
Luego, mientras esperábamos por los cafés, se levantó para cruzar el comedor en dirección al baño con ese seguro y provocativo caminar, sabiéndose observada, admirada y envidiada por la inmensa mayoría de los presentes.
Al rato, la vi volver hacia nuestra mesa con una mirada lujuriosa que me hizo temblar pensando en lo que estaría tramando aquella perversa mente suya. Pasó por detrás de mí, acariciando mi cuello con un dedo para agacharse y plantarme un impresionante beso en la boca, y mientras su lengua buscada la mía, sentí su mano en mi muslo dejando algo sobre mi pantalón, cerca de mi entrepierna... era su húmedo y caliente tanga de perlas, y yo solo acerté a suspirar antes de cogerlo y guardarlo mirando como ella se sentaba sonriendo maliciosamente...
Tras pagar la cuenta, con aquel maravilloso trofeo ardiendo dentro del bolsillo de mi pantalón, salimos del restaurante, y de camino al apartamento, en cada discreto rincón, en cada oscuro portal, nos detuvimos a comernos a besos, a acariciarnos y abrazarnos, tocándonos con la nerviosa ansiedad de dos excitados adolescentes que aprovechan cualquier lugar para dar rienda suelta su incontrolable deseo. Lujuriosos juegos que fueron transformando el recorrido en un lento, delicioso y bien aprovechado regreso.
En cuanto hubimos traspasado la puerta, ella corrió sin parar de reírse hacia el cuarto, y yo, casi inconscientemente, tomé en una mano el precioso tanga y en la otra el móvil con la intención de dejarlo sobre la mesa. Pero sin pararme a pensar, de manera casi automática, comencé a perseguirla haciendo fotos de cada uno de sus movimientos, y ella, encantada con el inesperado juego, se dedicó a posar sin pudor regalándome sugerentes imágenes...
Imágenes que servirían para deleitarnos cuando la distancia nos separara de nuevo. Y aunque no quisiéramos hablar de ella, ambos sabíamos que a la mañana siguiente cada uno volvería a su realidad, y aquel paraíso quedaría vacío a la espera de una nueva oportunidad de reencontrarnos.
Pero mañana aún estaba muy lejos. Ahora tocaba gozar y saciarse. Era el momento de impregnarse del aroma y del sabor del otro dejando que el instinto animal mandase sobre todo lo demás.
Lo único que podíamos asegurar con certeza, eran las ganas y el deseo inconfesable que nos teníamos. Y que haríamos todo lo posible por repetir de nuevo en cuanto fuera posible...
Pero eso, ya será un nuevo episodio en la historia de estos dos apasionados seres que se profesan tan incontrolable y ardiente devoción...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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sábado, 20 de abril de 2019

MI TRAVIESA DIABLILLA SEDUCTORA.

FOTO: Paty Lin.

Podría pasarme horas mirándote subir las escaleras, clavando mis ojos en ese maravilloso culo, saboreando golosamente cada uno de esos provocadores movimientos con los que despiertas mi imaginación para hacerme soñar con descubrir el color del pequeño tanga de encaje que has elegido hoy.
Te veo girar la cabeza para pillarme mirando, sabiendo que tendría que quedarme ciego para no estar haciéndolo. Sonríes y sigues subiendo, acelerando mi respiración con ese contoneante caminar, gustándote, disfrutando de ese momento que te vuelves una traviesa y poderosa diablilla seductora.
Cada escalón se convierte en una deliciosa tortura para mí, y cuando por fin te decides a entrar lanzándome un guiño cómplice y un beso con esos carnosos labios rojos, mi paralizado cuerpo reacciona subiendo los escalones de dos en dos tras de ti.
Te encuentro sentada en la mesa de la cocina y con un gesto de tu dedo me pides que me acerque para ayudarte a quitarte las botas, y yo, que siempre fui un educado caballero, no puedo más que obedecer y arrodillarme entre tus piernas, y comenzar a dejar la cálida piel de tus piernas al alcance de mis labios. Esa sabrosa piel, ese embriagador aroma que brota bajo tu falda, logran encender aún más al hambriento lobo que no se conforma con quitarte las botas, y no se detiene hasta tenerte desnuda y excitada sobre la mesa para hundir mi cabeza entre tus piernas en busca del exquisito manjar que ya empapa tu palpitante sexo.
Y tú, mientras comienzas a estremecerte, agarras mi cabeza y tiras de mi pelo. Buscas placer, quieres gozar ya mismo de ese imparable orgasmo que se apodera de todo tu cuerpo entre jadeos y gemidos.
Y explotas, y tiemblas como una hoja, y aprovechas cada segundo de ese intenso momento. Luego te incorporas y me levantas sin soltar mi pelo y puedo ver tus ojos inyectados por la lujuria y el deseo antes de que tu boca se apodere de la mía y me digas entre suspiros que he sido un lobo malo, que tú me habías pedido que te quitara las botas, que ahora tendrás que darme el castigo que me merezco...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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