jueves, 15 de noviembre de 2018

DOÑA LOLA. (capítulo tercero)

Me convertí en su juguete secreto con la entrega de un alumno ansioso por aprender y descubrir los secretos del placer carnal. Y aquellos lujuriosos juegos que ella ponía en práctica conmigo daban mil vueltas a cualquier otra fantasía que mi mente se hubiera atrevido a imaginar, logrando volverme un adicto a entregarme a mi seductora maestra.
En ocasiones, me podía la pasión romántica, y soñaba con fugarnos juntos y empezar una nueva vida en otro lugar. Pero ella se encargaba de frenar mis alocadas ideas, y con una inquietante frialdad me recordaba sin titubeos que ella nunca dejaría a aquel adorable ser que la había acogido a ella a su hija cuando peor lo estaban pasando. Tenía muy claro que estaría siempre al lado de don Cosme, y que mi papel era exclusivamente el de satisfacer esa parte física con la que su anciano esposo ya hacía tiempo que no podía cumplir.
Y yo me sentía fatal. En parte por el sentimiento de culpa, en parte por reconocer que con ella no existiría nunca algo más que placer por placer... y me prometía no volver a verla, apartarme de aquel lujurioso cuerpo que desvelaba mis noches...
Pero ella regresaba. Se acercaba a mí con aquella mirada lasciva que hacía brotar llamas en mi pecho, llamas que recorrían mi cuerpo en abrasadoras oleadas cuando ella encontraba el momento adecuado para susurrar en mi oído que acababa de comprarse unas braguitas rojas y que estaba deseando que mi boca las estrenara.
Y cual sumiso corderito, acababa por sucumbir una y otra vez a sus deseos y volvía a gozar dejándome guiar por los caminos lujuriosos del sexo más apasionado que jamás podría haber llegado a imaginar...
Mientras, en la librería, don Cosme me daba cada vez más responsabilidades valorando mi trabajo, y eso me hacía entrar en una angustiosa sensación de culpabilidad sabiendo que aquello no estaba bien, y me llevaba a entender que tarde o temprano debería ponerle punto final, aún con la certeza de perder para siempre aquella increíble manera de disfrutar con la que doña Lola regalaba mis sentidos y mi cuerpo.
Pasaban las semanas y los meses, y seguía sin encontrar la manera de no rendirme a sus encantos, y aunque mi intención era fuerte, mi cuerpo era débil. Pero cuando llegó la contestación a una oferta de una editorial en la capital a la que yo había enviado una solicitud de empleo, supe que era el momento, que no tendría otra oportunidad.
Don Cosme se mostró triste por mi partida, pero entendió mis ganas de mejorar mi situación y me animó felicitándome sinceramente por ello. Incluso preparó una carta de recomendación por si pudiera servirme de ayuda, logrando emocionarme, haciendo que me sintiera eternamente agradecido, consiguiendo que aún tuviera más claro que debía alejarme de allí de una vez por todas.
La despedida de doña Lola fue mucho más decepcionante para mí. Con su habitual frialdad, asumió el momento y se limitó a reconocer que siempre recordaría los buenos momentos compartidos, y tras regalarme un ardiente encuentro de despedida, me deseo buena suerte en mi nueva vida.

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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viernes, 2 de noviembre de 2018

DOÑA LOLA. (capitulo segundo)

Si ya disfrutaba de cada día que pasaba en la librería, ahora tenía además el morboso aliciente de soñar con la presencia de doña Lola. Sus visitas comenzaron a ser más constantes, y mostraba un interés especial en mi trabajo, aprovechando para acercarse y regalarme imágenes turbadoras cuando se inclinaba sobre mi escritorio con algún botón de su blusa "accidentalmente" desabrochado... mi voz temblaba tratando de contestar a sus preguntas sin poder apartar la mirada de aquel sugerente escote, y ella sonreía victoriosa gozando de lo que provocaba en mí, para luego marcharse y despedirse con un guiño discreto desde la puerta y tardar unos cuantos días en volver a aparecer...
Y yo, en la soledad de mi cama soñaba con convertirme en un caballero andante que la rescataba de las garras del dragón, fantaseaba con tórridos encuentros donde ella confesaba su entrega y sus deseos de ser mía, y terminaba encendido, tremendamente excitado con aquellas fantasías que irremediablemente guiaban mi mano bajo el pantalón de mi pijama.
Así una y otra noche, hasta que una nueva aparición suya volviera a llenar la tienda con aquel aroma a jazmín. Y sonreía, y me miraba, y mis ojos la seguían por todo el local viéndola entrar en el despacho para subirse la falda y ajustarse las medias dejando descuidadamente la puerta en el ángulo adecuado para que yo no perdiera detalle y pudiera seguir el recorrido de sus manos por sus piernas mientras se colocaba el liguero.
Estaba claro que ella gozaba con aquel delicioso juego. Pasaban las semanas y mi excitación y mis fantasías crecían a pasos agigantados... pero en eso quedaba todo...
Era la mujer de mi jefe, de don Cosme, de aquel que me trataba con respetuosa amabilidad y me había dado la oportunidad de trabajar en algo que me apasionaba. Y eso me llenaba de un doloroso sentimiento de culpa, pero ella regresaba a la librería, tan elegante, tan radiantemente seductora, y se acercaba y apoyaba su mano en mi hombre aprovechando cualquier escusa para felicitarme por mi trabajo con un cálido beso...
Todo un torbellino de sensaciones para un imberbe veinteañero que se moría por descubrir el placer de acariciar los blancos y sedosos muslos de aquella mujer que disfrutaba logrando estremecerme.
Las semanas iban pasando entre libros, lujuriosas fantasías y culpables emociones mientras el deseo se volvía más fuerte.
Don Cosme seguía enfrascado en sus búsquedas, y de repente llegó una carta informándole sobre unos antiguos pergaminos que se pondrían a la venta en una subasta que se iba a celebrar en Barcelona.
Sin dudarlo ni una vez, preparó el viaje y me aleccionó sobre como dirigir la librería en su ausencia. No volvería hasta el domingo a la tarde, y el sábado, doña Lola pasaría a la hora de cerrar para que yo le entregara las llaves después de hacer el cierre y el arqueo semanal.
Aquellos días, entregado a la responsabilidad que don Cosme me había asignado, apenas tuve ocasión para mis románticas fábulas con mi diosa particular, pero la tarde del sábado, a medida que se aproximaba la hora de su llegada, un nervioso tembleque se iba apoderando de mis piernas.
No dejaba de mirar el gran reloj esperando que dieran las ocho de la tarde, pero media hora antes, el teléfono me sobresaltó... era doña Lola diciendo que lo sentía mucho, que se encontraba indispuesta, y me pedía que cuando terminase me acercara a llevarle las llaves a su casa...
Recuerdo claramente que el corazón se me salía del pecho cuando mis nudillos golpeaban la puerta. Ella abrió y yo entré con la mirada clavada en el suelo, sin atreverme a mirarla, sintiendo su presencia y su perfume tras de mí a lo largo del pasillo que llevaba a la cocina, hasta que ella cogió mi brazo guiándome a una pequeña sala... y entonces la vi... con aquella corta y transparente combinación, mostrando su esplendoroso cuerpo desnudo bajo ella...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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viernes, 26 de octubre de 2018

DOÑA LOLA. (capítulo primero)

Imposible no recordar con una agradable nostalgia aquel año trabajando en la vieja librería de don Cosme. Apenas veinte años recién cumplidos y sin encontrar un sitio donde encajar realmente, aquella librería, con sus interminables estantes repletos de antiguas ediciones y ese embriagador aroma a tinta y papel viejo, supuso un maravilloso refugio para un joven enamorado de la lectura.
Don Cosme había heredado el negocio familiar de su padre, y también su pasión por las antigüedades, en especial, por los ejemplares originales de los clásicos de cualquier género, y a pesar de los achaques de su avanzada edad, en cuanto encontraba la pista de alguna obra interesante, sus ojos brillaban y entraba en un estado de eufórica excitación, y yo sonreía imaginándole como a un apasionado buscador de tesoros a punto de encontrar el Santo Grial.
Me sentía muy cómodo entre aquellas montañas de libros. Clasificándolos, seleccionando los que había que apartar a la espera de pasar por las manos del artesano encuadernador, aprovechando para zambullirme en ellos aprendiendo, alimentando mi alma con todo lo que despertara mi imaginación. Disfrutaba de mi trabajo con la pasión de alguien que se desenvolvía mejor entre sueños y fantasías que en la vida real.
Hasta que apareció doña Lola y toda mi atención se concentró en aquella voluptuosa mujer. Sus zapatos de tacón de aguja, sus medias de seda, su ajustada falda de tubo, y aquel perfume con olor a jazmín lograron sacarme de las páginas repletas de historias y hacerme desear cada mañana que apareciese por la librería y lo llenase todo con su impresionante sensualidad.
Era una mujer totalmente diferente. Mi experiencia con las chicas de mi edad había sido bastante escasa, y desde el primer momento, fui consciente que nunca había sentido semejante interés por ninguna.
Pasaban los días y ella no se dejaba ver, pero yo seguía recordando su turbadora imagen y el maravilloso aroma de aquel perfume que lo impregnaba todo a su paso. Y de repente, una tarde, entró por la puerta cargada de bolsas de la compra, enfadada por no encontrar un taxi, pidiéndole a su marido que me enviara a ayudarla a llevar las bolsas a casa... y don Cosme, sin rechistar, cumplió su petición mandándome a acompañarla...
Y yo la seguí a la prudente distancia que me permitía llenarme con el aroma que su melena morena iba dejando en el aire. Apenas cuatro calles después, subía las escaleras tras ella sin poder apartar la mirada de la abertura de su falda que me regalaba por momentos la sugerente imagen del final de sus medias, para luego entrar en su casa y dejar las bolsas sobre la mesa de la cocina...
Ella se acercó sonriendo con un pequeño monedero en la mano dispuesta a darme una propina, y yo, medio ruborizado, me negué a aceptarla tratando de mostrar una falsa seguridad, diciendo que había sido un placer acompañarla y que estaría encantado de estar a su servicio para lo que necesitara...
En cuanto terminé la frase, me di cuenta de lo fatal que había sonado con aquella temblorosa voz, y eso aumento mi mal disimulado nerviosismo y el calor de mis mejillas. Su sonrisa se volvió risa, y se acercó más todavía, logrando que mis piernas comenzaran a temblar, y mientras agarraba mi cara para besarme cerca de la comisura de los labios, sentí su mano dentro del bolsillo de mi pantalón dejando dentro unas monedas.
Luego me acompaño a la puerta y allí se despidió diciendo que ya encontraría la manera de hacerme cumplir ese ofrecimiento de estar a su servicio cuando ella quisiera.
Volví a la librería casi a la carrera, tan nervioso y excitado que temía que don Cosme se sorprendiera al verme llegar en tan evidente estado. Pero no, estaba atendiendo con su habitual amabilidad a una profesora de historia que acudía con asiduidad en busca de material para sus clases, y eso me permitió escabullirme en la trastienda y seguir con el trabajo pendiente.
Pero no lograba borrar de mi cabeza el momento de tener tan cerca el sinuoso cuerpo de aquella diosa con forma de mujer y la sensación de sentir sus labios sobre mi piel. Y no podía entender esa alteración que provocaba en mí una mujer que, aún siendo evidentemente bastante más joven que su marido, estaba cerca de doblar mi edad...
Esa era la realidad. Mi cuerpo seguía alterado, mi respiración acelerada, y si cerraba los ojos, seguía oliendo su perfume, y dentro de mis pantalones, una deliciosa palpitación me hacía seguir soñando con ella...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 17 de octubre de 2018

LYDIA.

Se llamaba Lydia y tenía unas piernas que pedían ser medidas a besos.
Y yo me embarcaba en aquella maravillosa tarea con total concentración, y comenzaba el recorrido con devota parsimonia contando mentalmente mientras mis labios disfrutaban del sabroso manjar de su cálida piel.
Y ella me dejaba hacer, sonriendo, gozando de mi entrega, disfrutando de cada centímetro besado, sintiéndose mujer admirada y deseada. Y me miraba con esos ojos capaces de hablar bajo la delicada máscara de encaje que combinaba a la perfección con el encaje de sus mínimas braguitas.
Y juro que yo intentaba seguir la cuenta. Pero en el instante en que mis labios rozaban el borde de aquellas braguitas, perdía sin remedio la cuenta, y mis ojos se clavaban en aquella tela que se transparentaba por la humedad resaltando sus tentadores labios. Mi boca ya no quería posarse en otro lugar.
Sus jadeos y su manera de retorcerse me invitaban a seguir, y yo no me hacía de rogar aún sabiendo que estaba a punto de desatarse la tormenta que la llevaría a convertirse en una hambrienta fiera apasionada que no tardaría en tomar las riendas y ser ella la que terminaba por poseerme y hacerme rendirme a las deliciosas embestidas de sus caderas.
Y yo no sabía ni quería negarle semejante placer... aunque siguiera sin saber cuantos besos medían sus piernas...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 11 de octubre de 2018

LA HORA SEÑALADA.

"Si tienes tantas ganas como yo, dime cuándo y dónde..."
Tras semanas sin noticias de ella, recibir un mensaje tan claro transforma mi rutinaria mañana de jueves. Minutos más tarde ella responde con un escueto ok para confirmar la hora y el lugar, y el nerviosismo se apodera de mi cuerpo ante la expectativa de volver a disfrutar de ese maravilloso aroma suyo, ese que lo impregna todo cuando se mezcla su perfume con el intenso olor a mujer excitada dispuesta dejarse llevar por la lujuria de su increíble mente perversa, relamiéndome al pensar en despertar agarrado a su culo entre revueltas sábanas empapadas por nuestro sudor.
Por si la distancia física no fuera suficiente tortura, sus indiscutibles normas acerca de mantener un absoluto silencio fuera de los encuentros que ella misma decidía, hacían que pasara mucho tiempo soñando con volver a recorrer sus voluptuosas curvas y perderme acariciando y saboreando esa suave y cálida piel que se estremecía con cada uno de mis mordiscos.
Parecía que el tiempo su hubiera detenido, y era todo un reto mantenerse concentrado en algo que no fuese mirar el reloj compulsivamente y recordar los jadeos y susurros de aquella diosa que explotaba en apasionados orgasmos gritando mi nombre y haciéndome tocar el cielo entre sus temblorosos muslos.
Y por fin llegó la hora señalada, y allí, sentada en el sofá del apartamento donde el resto del mundo desaparecía, mi diosa me recibía con su espectacular sonrisa y esos grandes ojos color miel que me miraban con deseo invitándome a abalanzarme sobre aquel sinuoso cuerpo cubierto únicamente por una ajustada chaqueta roja con los botones estratégicamente abrochados para resaltar aún más esas impresionantes curvas que el universo ponía en mi camino una vez más...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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viernes, 21 de septiembre de 2018

PROVOCARTE...

Mis temblorosos dedos recorren lujuriosamente esa piel tuya que desea ser conquistada por manos osadas y valientes que logren hacerla vibrar.
Avanzan bajo la delicada tela de tu falda provocando suspiros que me invitan a seguir subiendo por tus muslos conquistando cálidos territorios.
El brillo de tu mirada acelera mis ganas de lograr que te estremezcas sintiéndote mujer deseada.
Y yo disfruto de esa sensación de conseguir pervertirte, notando como poco a poco tus piernas se van abriendo, permitiendo que mis atrevidos dedos se acerquen al encaje húmedo de tu tanga.
Y en ese instante, veo en tu cara esa expresión tan excitante, y sé que no tardarás en levantarte y pedirme que te siga...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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martes, 4 de septiembre de 2018

DULCE CRIATURA

Sonia es una de esas criaturas que rezuma dulzura por cada poro de su cuerpo. Una ternura que roza la fragilidad bajo esos vaporosos vestidos de alegres estampados que hacen lucir aún más si cabe la intensa mirada de esos grandes ojos que te deslumbran cuando sonríe.
El tiempo se detiene cuando tienes la dichosa suerte de gozar de su presencia compartiendo charlas con aroma a café y acabas por desear rozar su piel y sentir esa mágica vibración que provoca en la yema de tus dedos.
Una experiencia inigualable para cualquier persona. Y una tortura para los sedientos colmillos de un perverso lobo que se muere por volver a saborear cada centímetro de esa adictiva piel sabiendo que bajo la tela de ese vestido se esconde la lujosa y seductora lencería que a ella tanto le gusta y de la que presume orgullosa y provocativa cuando se despierta la hembra apasionada.
Esa hembra capaz de hacer a este lobo suspirar deseando recorrer lentamente la cara interna de sus temblorosos muslos llenándome con ese embriagador y inconfundible aroma hasta acabar rendido a los placeres carnales que esa tierna criatura transformada en fiera insaciable puede regalar al afortunado amante por ella elegido.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 29 de agosto de 2018

LETRAS MÁGICAS

No había mejor refugio para una solitaria adolescente que encerrarse en su cuarto para escapar de un padrastro borracho y acosador. Allí, viajando a través de las páginas del viejo libro que su abuela le había regalado, su oscuro cuarto se transformaba en los aposentos privados de una princesa que liberaba su espíritu en el mundo de la magia y la fantasía.
Nunca entendió porqué su madre se había rendido tan fácilmente a un tipo que la despreciaba y maltrataba sin oponer más resistencia ni más remedio que esconderse día tras día dentro de botellas de alcohol barato. Ni siquiera las quejas de su atemorizada hija le habían servido de estímulo para enfrentarse a una situación tan degradante.
Todo se complicó cuando habían prohibido a la abuela seguir visitándola. Estaba decidida a escaparse en su busca, pero esa noche, tras caer rendida de tanto llorar, una presencia la hizo despertar sobresaltada... La habitación olía a su abuela, y a su lado, sobre la almohada, un antiguo medallón y una nota donde su abuela le pedía un poco de calma, que esperase a ser mayor de edad, que ese día encontraría un regalo en su ventana y que entonces lo entendería todo. Le pedía que llevase siempre el medallón bajo la ropa, en contacto con su piel, y que no dejase que nadie lo viera...
Y ese día llegó, y apareció el viejo libro con tapas de plata, con aquella extraña cerradura donde el medallón encajaba a la perfección haciendo de llave secreta.
No pudo despegarse de aquellas hojas manuscritas en toda la noche. Poco a poco fue comprendiendo que su abuela no vivía a solas en el bosque por casualidad, y comenzó a sentir una asombrosa complicidad con aquellas historias donde la magia convertía a dulces abuelitas en ardientes amantes que se entregaban bajo la luz de la luna a unos seres que no resultaban tan feroces y salvajes como los presentaban.
Encontró hechizos, pócimas mágicas, conjuros... y descubrió con pasmosa facilidad que todo aquello le resultaba tan familiar como si fuera parte de ella. Las piezas iban encajando llevándola a la inquietante confirmación de ser descendiente de una antigua estirpe, y que la abuela era algo más que una dulce anciana que horneaba sabrosas galletas.
A partir de aquel momento revelador, las horas encerrada en la habitación fueron aumentando, y cada nueva lectura aportaba nuevas pistas sobre aquella herencia recibida. Fue aceptando su papel, sabiendo que pronto tendría que ir en busca de su abuela, y debía prepararse a conciencia para encontrarse con un destino que la llevaría a convertirse en otra de esas mujeres que bailan con lobos a la luz de la luna, apartadas de una sociedad que a fuerza de no entenderlas, terminaba por temerlas...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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viernes, 24 de agosto de 2018

SOBRESALTOS

A Carmen y a Juan les gustaba salir a pasear al atardecer, cuando el calor de las tardes de verano iba despareciendo y la fresca brisa se convertía en un agradable compañero.
Cerca de su casa pasaba un tramo del Camino de Santiago recorriendo una zona tranquila que les acercaba a una pequeña localidad rural cercana a la urbanizada barriada donde vivían.
Caminaban despacio, casi sin hablar, disfrutando de salirse un rato del asfalto cotidiano, con la serenidad de entenderse con la mirada, con el acompasado ritmo que dan los años que llevaban conviviendo y compartiendo su vida. Estaban en esa edad intermedia en la que se agradece la calma y la seguridad, donde lo que para unos puede verse como rutina y aburrimiento, para otros se vuelve la armonía de la ausencia de sobresaltos.
Gozando de la ligera caminata, pendientes el uno del otro, llegaron al área de bancos y mesas de madera donde el Camino seguía su recorrido con indicaciones de los próximos albergues para los peregrinos, y desde donde ellos tomaban un desvío que los acercaba al barrio por una zona más urbana e iluminada.
Siguiendo la costumbre de otros días, aprovecharon para sentarse a compartir un cigarrillo mientras la oscuridad de la noche iba cubriendo todo, dejando a una corta distancia la claridad eléctrica de la ciudad. Un momento para ese vicio que llevaban años dejando y eliminando de forma constante la mayor parte del día... menos de ese instante de solitaria y silenciosa soledad...
Todo parecía igual que otros días, el silencio, la paz, el sabor del tabaco... todo normal, salvo que hoy la luna parecía más brillante que otras veces, y quizás, el lejano ruido de la ciudad sonaba más distante, y no había refrescado, seguía haciendo un sofocante y pegajoso calor.
Un bochorno que hizo que Carmen se quitara la camiseta buscando un poco de frescor al quedarse con el pequeño top deportivo que llevaba normalmente bajo ella.
Juan apagó el cigarrillo y no pudo dejar de mirarla mientras se ataba el pelo en una coleta. Aquel simple gesto que tantas veces la había visto hacer, hoy le pareció algo deliciosamente tentador, y comenzó a recorrer su cuerpo con la mirada con el mismo brillo en los ojos que cuando la había visto por primera vez.
Sintió que la deseaba, que necesitaba abrazarla, y se acercó a ella acariciando suavemente su espalda.
Y ella se estremeció volviéndose sorprendida. Y él se alegró al ver que su mirada era también de deseo.
No hicieron falta palabras, algo en el aire, o en la luna, o en sus cuerpos disparó sus sentidos y les llevó a un apasionado beso... un beso que desató por completo sus ganas y les llevó a entregarse al placer de hacer el amor de manera incontrolada allí mismo, sobre la mesa de madera, con la pálida luz de la diosa Selene como único y silencioso testigo.
Hicieron el amor con auténtica pasión, sintiendo sus cuerpos disfrutar del placer físico con la intensidad del imprevisible y excitante momento, y luego, volvieron a casa caminando en silencio...
Él recogió la cocina mientras ella se duchaba. La rutina cotidiana se completaba de nuevo con ella en la cama eligiendo una serie en la tele y esperando que él volviera del baño... pero cuando volvió y la miró, no pudo evitar un estremecimiento al sentirse admirada y deseada. Sintió sus pezones erizarse bajo la sábana que los cubría hasta que él se acercó y la apartó quedándose allí de pie, recorriéndola con la mirada y haciéndola suspirar...
Definitivamente, aquella noche algo mágico y sorprendente los estaba sobresaltando...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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miércoles, 22 de agosto de 2018

CARTA PARA TI...

Si pudiera estar ahora mismo enroscada entre tus brazos, no estaría escribiendo estas letras que las ganas de volver a verte hacen brotar de forma intensa y alborotada.
Improvisando, sin un orden lógico, el papel se va llenando de frases nacidas desde la pasión y los recuerdos que mi piel y mi mente acumulan. Un caos de líneas motivadas por tórridas escenas de cuerpos enredados entre las sábanas.
Intento que tu ausencia sea menos dura plasmando en palabras lo que mi cuerpo añora, y mientras las hojas en blanco de mi libreta se vuelven un maremágnum de frases y tachones, voy contando las noches en soledad que me quedan antes de volver a poder tenerte desnudo en mi cama.
Un nuevo sorbo de café me recuerda el sabor de tus besos, y mi cabeza vuela a ese momento mágico en el que mis manos te dan placer y te retuerces jadeando, y yo disfruto de lo guapo que te pones cuando te entregas a mi lujuria.
Ni con el aire fresco de la noche que entra por la ventana de mi cuarto logro calmar el calor que recorre mi cuerpo, y mi excitación aumenta, y me muerdo los labios a la vez que mi mano busca la mojada tela de mi tanga, y los temblores hacen que los renglones comiencen a torcerse y casi tengo que soltar el bolígrafo... pero no, me obligo a dejar de tocarme, quiero que sean tus dedos los que jueguen bajo mi tanga, y sigo poniendo en palabras todo lo que provocas en mí con solo pensarte.
Me gustaría ver tu cara cuando recibas y leas esta carta, y sí, ya sé que hay móvil, mensajes, videollamadas, pero qué quieres, adoro el tacto del papel... y sé que lo agradecerás...
Me muero de ganas por volver a sentir esa deliciosa manera tuya de despertarme con mordiscos y besos en las nalgas...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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