miércoles, 3 de abril de 2019

VIERNES NOCHE.

FOTO: Conchi Rodriguez Patiño.

Un poco de música en directo en el pub de un viejo amigo siempre es una agradable forma de desconectar durante unas horas del monótono y repetitivo ritmo de vida que acompaña mis días durante los últimos meses.
A pesar de llevar tiempo sin perderme por allí, no tardaron en hacerme sentir otra vez en casa. Desde mi rincón favorito al final de la barra tenía una vista privilegiada del escenario y la tranquilidad necesaria para disfrutar de mi cerveza y del concierto apartado del bullicio en la solitaria calma en la que tan cómodo me siento últimamente.
Cuando el grupo comenzó a tocar, enseguida pude apreciar que la calidad del sonido demostraba sus tablas y profesionalidad, y cuando la espectacular cantante hizo su aparición, toda mi atención se volvió hacia aquella hermosa mujer de potente voz. Poco a poco, su presencia fue adueñándose del escenario hasta hacer desaparecer todo lo demás. Sus movimientos, su manera de interpretar y sentir las canciones, me llevo a comprender que estaba ante una de esas mujeres con poesía en las venas y rock en el corazón.
Tampoco pude dejar de fijarme en su sinuosa figura y en aquellas maravillosas piernas, y con la segunda cerveza comencé a soñar con despertar entrelazado entre ellas.
Canción a canción, su magia fue apoderándose de mi traviesa mente para llevarme a imaginar inconfesables momentos donde mis manos y mis labios recorrían la piel de sus muslos con la lujuria y la devoción que tan deseable mujer se merecía.
El buen show repleto de versiones de grandes clásicos, correctamente adaptados a su armoniosa voz, fue animando al pequeño grupo de asistentes logrando que el tiempo pareciese volar. Yo ya estaba terminando mi tercera cerveza cuando fui consciente de no haber apartado la vista ni un instante de ella. Y aunque mi cabeza seguía jugando con la deliciosa posibilidad de rodear su cintura con mis manos y descubrir el cálido sabor de sus labios, sabía a ciencia cierta que era bastante improbable que ella se hubiera fijado en mí, que no era más que otra de esas quimeras que mis neuronas crean sin prestar atención a la realidad.
Tras los bises de rigor, se fueron despidiendo agradeciendo los aplausos y yo volví a la cordura del momento. Pedí a la camarera que me cobrase dispuesto a salir al frío de la noche, esperando que el corto paseo hasta mi casa despejara mi alborotada cabeza... Pero además del cambio, me trajo una cerveza y una nota...
"De parte de la cantante"... Y una simple y pícara sonrisa como única explicación.
Ahora sí que estaba totalmente descolocado!!!. Desdoblé el pequeño e intrigante papel y lo leí tras buscar un poco de calma con un buen trago:
"Imposible no sentir tus ojos clavados en mí todo el rato, hacía mucho que no me sentía acariciada por una mirada. No quiero marcharme sin compartir una cerveza contigo y conocer un poco más a quien se esconde tras esa penetrante y enigmática mirada."
No hace mucho, leí en alguna parte que las personas importantes no se buscan, que la vida se encarga de presentártelas. Así que, quién soy yo para llevarle la contraria a la vida, al universo o a los dioses...
Tener cerca a esa dama valiente cuya voz había sido capaz de erizar mi piel y estremecer mis sentidos no podía ser mejor regalo para que este viejo lobo de barba canosa terminara la noche del viernes dando gracias al cielo... o al infierno...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

3 comentarios:

  1. Creo que esa HEROINA representa a muchos sentimientos ocultos en cada una de nosotras.El trazado del relato,no hace falta comentar. Como de costumbre,continuas,como digo yo....! PARA BIIINGOOOO!¡

    ResponderEliminar