martes, 5 de marzo de 2019

EL TANGA DE SOR MARÍA. (TERCERA PARTE)

Fue inevitable explotar en un incontenible orgasmo compartido dando rienda suelta a las ganas acumuladas por dos seres apasionados deseosos de reencontrarse.
Tan inevitable como terminar después jadeando fundidos en un intenso abrazo, sin dejar de acariciarnos, sin poder parar de besarnos, dejando que nuestras manos recorrieran cada centímetro de piel erizada al ritmo adecuado, convirtiendo cada temblor en una perfecta armonía de lujurioso deseo.
Besos y mimos atrasados, conversaciones pendientes, íntimas confesiones para ponerse al día. Horas y horas de sincera entrega que vuelven a incendiar esos hambrientos cuerpos desnudos incapaces de dejar de rozarse.
Su sabor, su olor, vuelven a enloquecerme despertando mi sed y solo podía pensar en saciarla con el sabroso néctar que brotaba de su palpitante y húmedo sexo... y no hizo falta suplicar para que ella terminase retorciéndose sentada sobre mi cara gozando sin pudor de alimentar a su insaciable lobo...
Aunque parecía que para nosotros el tiempo se había detenido, la oscuridad de la noche nos sorprendió a través de la ventana, y tras tanta apasionada lujuria, nuestros cuerpos comenzaron a reclamar reponer fuerzas. Tras una rápida ducha por separado (ella adoraba el agua fría, y mi cuerpo no terminaba de acostumbrarse a esa tortura tan placentera para ella), decidimos salir a disfrutar de una plácida cena con la tranquilidad de no ser reconocidos por nadie.
Pero cuando salió del baño preparada para salir con aquel espectacular y ajustado vestido de cuero, supe que aunque la probabilidad de que alguien pudiera conocernos era casi imposible, también iba a ser muy difícil pasar desapercibidos... nadie podría apartar la mirada de la deslumbrante monja pecadora que había decidido vestirse de mujer y disfrutar de serlo, dejando por una noche de esconder su sinuoso cuerpo bajo el hábito del convento...

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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