jueves, 24 de enero de 2019

ODIO.

Hay noches en las que la tormenta araña con fuerza los cristales de mi ventana y el insomnio resucita demonios que terminan por jugar entre mis sábanas con los fantasmas del pasado.
Juntos, atraen esos recuerdos que intento inútilmente dejar encerrados en mi cabeza bajo siete llaves. Pero es imposible evitar que regresen provocando terremotos que me desgarran por dentro y me obligan a reconocer que mis manos están vacías desde que no acarician su piel, y hacen que acabe odiándome por seguir pensando en alguien que ha decidido desaparecer de mi vida.
Y me odio por recordarla... Y la odio por conseguir que me odie...
Y peleo sin éxito con mis demonios en un cruel combate nocturno que nubla mis pensamientos, y vuelvo a soñar con que algún día volverá a mi lado.
Y esos oscuros pensamientos me llevan a odiarme por ser ese "buen tipo" al que todo el mundo acude cuando necesita algo, ese que puede con todo, ese tan atento y educado que tiene siempre una palabra de ánimo, un consuelo o un consejo para quien lo reclame, y para el que casi nadie tiene un minuto para preguntarle si está bien.
Ese "buen tipo" cansado de escuchar que ojalá hubiese más como él, cansado de que le digan que con él se puede hablar... El mismo que ahora ve pasar las horas dando vueltas en la cama deseando ser uno de esos canallas, uno de esos "malotes" que las cautiva para luego manipularlas, que las vacila y se aprovecha de ellas, pero al que todas vuelven enganchadas a su poderoso atractivo de chico malo.
Y me odio por pensar esas cosas. Me odio, convencido de que no sería yo, sabiendo que nunca podría asumir ese papel.
Y la lluvia sigue golpeando los cristales, y mis demonios siguen desvelándome y haciendo que la recuerde...
La noche será larga, y sé que habrá más noches así, y me rindo admitiendo que por mucho que me odie, seguiré haciendo lo correcto, seguiré respetando su decisión, y me tendré que conformar con recordar su sonrisa hechicera en las imágenes grabadas a fuego en mi cabeza... Y volveré a maldecirme por hacerlo, volveré a odiarme al reconocer que, a pesar de todo, a ella, jamás seré capaz de odiarla...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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