martes, 29 de mayo de 2018

EL PRIMER LUNES

Nuevo apartamento, nuevas oportunidades en una pequeña ciudad de la costa, con vecinos desconocidos, comenzando la aventura de un nuevo trabajo, de una nueva vida.
Muchas cosas a estrenar, muchos momentos a descubrir con el excitante e inquietante nerviosismo de las primeras veces...
Como este primer lunes de una calurosa tarde de primavera volviendo a casa para encontrarme en el portal con la interesante compañía de una vecina rubia de ojos verdes que camina delante de mí hacia el ascensor tras saludar con una sonrisa. No puedo evitar fijarme en el movimiento de su corta faldita azul... Al levantar su mano para pulsar el botón del ascensor se le caen las llaves y yo me agacho caballerosamente a recogerlas. Mis ojos se van bajo el vuelo de su falda y descubro que no lleva nada debajo, y me levanto cómo un resorte intentando disimular y ella me da las gracias mientras sostiene la puerta para que pase...
Yo al octavo, ella al séptimo. Conversación banal sobre el bochornoso calor. Dentro del pequeño ascensor, la temperatura aumenta y tengo que esforzarme para apartar la vista al notar cómo la humedad va haciendo que su blanca blusa se pegue a su pecho marcando sus pezones...
Cada vez más calor... y el viejo ascensor sube lentamente... y nuestros cuerpos tan cerca...
De repente, un golpe seco, un apagón y una sacudida que la empuja contra mí. La sujeto por la cintura evitando que se caiga. Noto su respiración acelerada y siento como se pega a mí provocando una inevitable excitación, pero ella no se inmuta, al contrario, su mano busca mi nuca y sus cálidos labios buscan los míos.
Todo se acelera. Ella acaricia mi pecho hasta llegar a pellizcar mis erizados pezones mientras su lengua busca la mía dentro de mi boca... sus gemidos, su apasionada manera de apretarse enciende mi lujuria y mis dedos no tardan en buscar bajo su falda ese torrente de humedad que baja por sus muslos.
La tenue luz de la luz de emergencia me basta para ver sus gestos de placer cuando acerco mis empapados dedos a mi boca para saborearlos lascivamente sin dejar de mirarla logrando que ella suspire y se desabroche la blusa y me pida que muerda sus duros pezones y que siga tocándola... y la pequeña cabina se llena de un intenso olor a hembra en celo mientras ella sigue suplicando que la vuelva a tocar...
Pero vuelve la luz. Con un crujido, el ascensor se vuelve a poner en marcha y nos obliga a recolocar  apresuradamente la ropa y disimular cuando se abre la puerta en el cuarto piso y entra una vecina con un pequeño perrito en brazos mirándola por encima del hombro antes de colocarse entre los dos y saludarme queriendo saber a que piso voy. Educadamente, contesto sonriendo que voy al último piso, pero que por favor, que baje ella primero que no tengo prisa.
La señora sigue ignorándola sin ningún tipo de disimulo y se interesa por si soy nuevo en el edificio y se disculpa por el olor del ascensor... según ella, no todos los vecinos son gente normal...
Miro de reojo a mi seductora cómplice y tengo que hacer un esfuerzo para no reírme al ver sus mejillas encendidas y enrojecidas...
Y por fin, la señora se baja y se despide con gesto de enfado al no haber sacado toda la información que le hubiera gustado (incluso el perrito gruñe cuando trato de ser amable y acariciarlo). Y de nuevo a solas, el ascensor empieza a subir y la veo morderse los labios antes de lanzarse a mi cuello y pedirme que no la deje así.
Tremendamente excitado, agarro su pelo, le doy la vuelta apoyándola contra la pared del ascensor y muerdo su nuca al mismo tiempo que mis dedos se abren paso entre sus nalgas...
Ella gime...
Yo jadeo...
El ascensor se detiene en el último piso, en al apartamento del ático al que me acabo de mudar ayer mismo...
Y susurrro en su oído que me muero por hacerla mía en mi nueva cama...

5 comentarios:

  1. Diosssssssssss,deseando subir a un ascensor!!!!

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  2. vaya un buen cambio un buen comienzo y una oportunidad exitante .. placer leerte cielo como siempre

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  3. Buenas noches.
    Muy exitante escrito

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