No fue difícil para una enrabietada vampira llevar el cuerpo mortal del inconsciente Legna a la bañera después de haberle quitado sus andrajosas ropas. Era tal su estado de inconsciencia, que ni el agua, ni los mimosos cuidados con los que Jana adecentaba su cuerpo lograron hacerle volver de aquel lamentable estado en el que le había encontrado.
Para ella, recorrer de nuevo su musculoso cuerpo, supuso una deliciosa tortura a la vez que un victorioso logro tras tantos meses soñando con poder hacerlo de nuevo, y paladeaba cada centímetro de piel que sus manos acariciaban... pero faltaba lo más importante, no se conformaba con tener su cuerpo... quería que Legna volviera y que de nuevo aquellos fuertes brazos la rodearan haciéndola temblar mientras él penetraba su cuerpo y poseía su mente...
No podía negar la increíble complicidad y pasión que sentía por Prista, y reconocía su ardorosa entrega a su siempre leal hermana de sangre. Tampoco era capaz de negar las mágicas sensaciones descubiertas gracias a la ternura de Bea... pero ningún otro ser la había llevado a los límites de placer a los que Legna la transportaba haciéndola vibrar deseando ser poseída una y otra vez por aquel maravilloso ser con el que era ella en completa plenitud.
El recuerdo de aquellos encuentros, la excitante desnudez de su cuerpo entre sus manos, tuvo un efecto inmediato, y sintió como su piel se erizaba y se acaloraba bajo su ropa, pero no era el momento de dejarse llevar por la lujuria, ya habría tiempo para ello. Ahora, tras sacarlo de la bañera y secarlo delicadamente, acostó su cuerpo en la cama y cubrió con la sábana la turbadora imagen de su virilidad buscando evitar que su mente se desviara del objetivo principal.
Se apresuró en busca de Orión y del elixir, y en cuanto estuvo de nuevo al lado de la cama, tomó la espada en sus manos viendo como esta brillaba intensamente al sacarla de su vaina... estaba claro, la espada de Odin reconocía la presencia del heredero de la Estirpe del Dragón... Dejó la espada junto a su legítimo dueño, y sin pensarlo dos veces, vertió el preparado que la Diosa Blanca le había enviado a través de Prista en la boca de Legna... durante unos interminables segundos, nada ocurría, hasta que su cuerpo comenzó a temblar y a convulsionar...
Legna abrió los ojos de repente y se incorporó de un salto mirándola desde el centro de la habitación con cara de asombro para luego comenzar a retorcerse como si estuviera ardiendo por dentro. Jana, asustada, lo vio salir corriendo a la terraza, y allí, bajo la luz de la luna llena, entre gritos y guturales aullidos, continuaba retorciéndose hasta que un vómito negro salió de su boca... tan negro, tan maloliente, tan ponzoñoso, que las pobres plantas sobre las que cayó quedaron totalmente calcinadas...
Y Legna se incorporó, y sus poderosas alas negras se extendieron brillando bajo la blanca luz de la luna, y avanzó decidido hacia Jana, y ella pudo ver que su mirada era de nuevo la que ella recordaba, la que la hacía sentir única... y la abrazó sin dejar de mirarla...
No hicieron falta palabras. Su pantalón, su camisa, su tanga hechos jirones sobre el suelo de habitación antes de llevarla en volandas a la cama y poseerla sin apartar sus ojos de los suyos con un delicioso ímpetu salvaje que la hizo gritar en una sincera e incontrolable explosión de placer que recorría su cuerpo de arriba abajo sin cesar, mientras él, entre jadeos, no dejaba de repetir que prefería morir a volver a perderla... y ella, presa de la pasión, no puede evitar clavar sus afilados colmillos en su cuello para llenar su boca con el maravilloso sabor de la sangre de dragón, esa tan cálida, tan adictiva, tan añorada por ella... esa que él le regala extasiado antes de gritar inundándola para terminar fundidos en un sincero y brutal orgasmo...!!!
Sudorosos, enredados sobre las empapadas sábanas, sin querer despegarse, sin poder dejar de temblar, hambrientos de recuperar el tiempo perdido, sus bocas seguían buscándose dejando por momentos que el universo se olvidara por un rato de ellos y les permitiera un instante de merecida calma.
Pero el ruido en la calle les vuelve de repente a la realidad y su agudo sentido del oído les permite reconocer rápidamente la situación. Los esbirros de Mithrala han seguido su rastro hasta allí, y aunque esos esclavos de la Bruja Oscura nunca podrían entrar en la casa de un vampiro, ni tendrían jamás la más remota posibilidad enfrentándose a ella, ni mucho menos a un renacido Señor de los Dragones, ambos sabían que Mithrala estaría ya avisada, y para Morlan y sus seguidores en el bosque de Lonjorn las cosas se iban a poner muy difíciles en las próximas horas...
Jana pudo apreciar el intenso deseo de venganza en la mirada de Legna. Supo de inmediato que nada podía frenarle, que necesitaba resarcirse del tormentoso cautiverio en el que le habían mantenido durante aquellos meses, así que tras poner la gema de cristal en la cornisa de la terraza para que a Generosa le llegara la señal convenida, se vistió y salto con las garras y los colmillos afilados tras su dragón, viendo como él descendía delante de ella con sus enormes alas abiertas, blandiendo en su mano a la reluciente Orión, dispuesto a borrar del mapa a los siervos de Mithrala...
La batalla por devolver al elegido al trono que le correspondía empezaba esa noche, lejos de Lonjorn, en la Tierra, y ya no había marcha atrás...
Continuará...
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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