miércoles, 25 de abril de 2018

LA BODA...

Hacía mucho tiempo que no me invitaban a una boda, y por supuesto, nunca a una tan particular y especial.
Isabel e Irene estaban a punto de darse el "si quiero" en el salón del Ayuntamiento... todo muy normal, salvo un par de pequeños detalles, además de haber tenido ambas una relación conmigo, yo había sido quien las había presentado...
Hace unos tres años, Isabel y yo habíamos mantenido una breve, intensa y casi salvaje aventura. Una sincera y deliciosa locura que terminó sin malos rollos ni rencores, y habíamos seguido en contacto aunque cada uno con caminos distintos. Un tiempo después. conocí a Irene y comenzamos una relación un poco más convencional.
Una noche, volviendo del cine, paramos a tomar unas cervezas y nos encontramos con Isabel. Tras presentarlas, se apuntó a tomar algo con nosotros y pasamos un agradable rato de risas y cervezas, y yo, al verlas juntas, me di cuenta de lo mucho que se parecían y del buen feeling que había entre ellas...
Volvimos a quedar un par de veces, hasta que una noche, sin haberlo planeado, de una manera sorprendentemente natural, terminamos los tres en la cama. Fue algo increíble y delicioso, pero no se volvió a repetir... Irene y yo continuamos nuestra historia, Isabel no daba señales de vida, y todo parecía quedar en una aventura especial de la que casi ni nos atrevíamos a hablar... Pero una noche, cuando llegué a casa del trabajo, Irene me estaba esperando con cara de "tenemos que hablar"...
Me contó que se había vuelto a ver con Isabel, que habían hecho el amor, que se sentía fatal, que no me merecía esto, que ninguna se lo esperaba...pero que habían descubierto algo maravilloso y que se querían ir a vivir juntas...
Y me costó mucho entenderlo, y tardé en superarlo, pero al final comprendí que no se puede retener a quien quiere volar, así que seguí mi vida deseándoles lo mejor sin volver a tener noticias suyas hasta hace dos meses cuando me invitaron a un café para darme la noticia de su boda y pedirme que las acompañara en ese día tan importante para ellas... Y aquí estoy, viendo a dos hermosas mujeres vestidas de novia intercambiarse los anillos entre nerviosas sonrisas que terminan con un apasionado beso y una sincera mirada de complicidad dedicada al tipo solitario de la primera fila, ese que nadie sabe quién es...
Y llega el momento felicitaciones, y las fotos, y el banquete, y yo intento mantener una educada conversación esquivando como puedo las inevitables preguntas de cotilleo de mis compañeros de mesa... Y llega la tarta nupcial, y los brindis, y el baile... y yo me refugio en la barra saboreando un buen ron añejo recordando el lujurioso momento que la perversa mente de Isabel me había hecho vivir unas horas antes de la ceremonia...
Me había llamado pidiendo que fuera a su casa lo más rápido posible. En cuanto llegué, tras quedarnos a solas en la habitación, dejó caer el albornoz mostrándome la preciosa lencería blanca que iba a llevar bajo el vestido de novia. Todo un espectáculo de encaje sobre su escultural cuerpo que yo admiraba embobado temblando asustado al verla quitarse las delicadas braguitas y acercarse para meterlas en el bolsillo de mi pantalón...
--- Quiero que vayas a casa de Irene, cojas las suyas y le pongas las mías, y que después, vuelvas aquí a ponerme las suyas...
Ni que decir tiene que cumplí su encargo con toda celeridad, y que Irene estuvo encantada con el sorprendente y lujurioso juego. Y tampoco negaré la deliciosa excitación de ser participe de tan morboso e inesperado momento intimo entre ellas.
Pero ahora, la segunda copa de ron, más los vinos del banquete y el cava de los brindis, va haciendo un peligroso efecto al mezclarse con la música de la orquesta. Empiezo a añorar la comodidad de mi sofá, así que intentaré escabullirme antes de que a alguna de aquellas señoras se le ocurra la terrorífica idea de hacerme bailar...
Y el camarero pone sobre la barra otro vaso con hielo y limón, y mientras sirve más ron, me entrega una cajita de madera tallada de parte de las novias. De nuevo sorprendido por aquel par de deliciosas criaturas, me armo de valor con un buen trago antes de abrir la intrigante cajita para encontrarme con la inconfundible y elegante caligrafía de Irene...
"Sentimos mucho estar tan ocupadas y no poder estar brindando contigo, pero te aseguro que pensamos recompensarte. Imaginamos que entenderás que la noche de bodas es para nosotras, pero mañana volamos a París... tendrás que acompañarnos y traernos nuestras braguitas..."
Y efectivamente, bajo el sobre con el billete de avión a París, las dos blancas braguitas de encaje que me habían encargado intercambiar hace unas horas...
Y efectivamente, nunca me habían invitado a una boda igual...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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2 comentarios:

  1. vaya eso si que es una boda atipica ,pero una conjuncion deliciosa de encuentros asumo que el viaje a Paris sera tan placentero como haber ido a la boda

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    1. Esa parte, la de París la dejo a la imaginación de cada uno...
      💋💋💋

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