Sentir que te estremeces y te aprietas contra mí según vas pasando de los brazos de Morfeo a los míos para luego terminar de despertarte con ese íntimo y perverso ritual de los siete besos que tanto te gusta.
Besos largos, ardientes, apasionados, lujuriosos.
El primero, en el cuello, cerca de tu oreja.
El segundo al final de la espalda.
Luego, cada hermosa nalga recibiría el suyo.
Te girarías deseando recibir el siguiente en tu cálido y acogedor escote sabiendo que después llegaría el sexto, cinco dedos por debajo de tu ombligo.
Y antes de darte el séptimo, te miraría a la cara esperando que eligieras si lo quieres en los labios o en la boca.
Y los dos sabríamos que esos siete serían el principio de un inconfesable e inolvidable amanecer entregados a saciarnos el uno del otro.
Lástima que otro día más despertemos en camas distintas y mi boca tengan que seguir soñando con regalarte siete besos, y que tu sabroso cuerpo continúe esperando recibirlos.
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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