lunes, 15 de febrero de 2021

TENTADORA CONFESIÓN.

Sé que te tocas pensando en mí.
Sé que mis relatos encienden tu imaginación y que después de leerlos, a solas entre las sábanas, te dejas llevar por el ardiente deseo que provoca oleadas de placer que recorren tu cuerpo.
Sé que tus dedos se empapan cuando llegas al inevitable orgasmo al que te conducen mis historias noche tras noche.
Pero no es que yo sea adivino. Lo sé porque tú me lo has confesado a través de esas cartas manuscritas que recibo en mi buzón. Cartas al estilo antiguo, con elegante caligrafía y papel perfumado. Cartas sorprendentes que erizan mi piel en el mismo momento de recogerlas y que provocan escalofríos en mi cuerpo cuando las leo.
Línea a línea vas desnudando tu alma contando con todo lujo de detalles esos momentos íntimos y privados en los que sueñas con meterte en mi cama y pedirme que recorra todo tu cuerpo sin prisa y sin límites.
Me siento halagado, agradecido y excitado ante esas sinceras y naturales confesiones y admito que me he enganchado a ellas y reviso ansioso cada día el buzón esperando encontrar una nueva carta. No puedo negarlo, me encanta este juego morboso al que me has llevado. Un juego placentero y lujurioso que he aceptado libremente y del cual no puedo culparte.
Tentador, adictivo, pura magia. Si no fuera por los veintidós años de diferencia entre nosotros, y sobre todo, si no fueras la hija de mi mejor amigo.
Te he visto crecer desde que eras una adorable bebé. He participado en casi todos los momentos importantes de tu vida, y ahora, desde hace unos cuantos meses, tengo que esquivar tu mirada en cada una de esas reuniones "familiares" a las que tu padre me invita y a las que ya no sé que pretexto poner para escaquearme.
Te has convertido en una mujer atractiva que desprende sensualidad por cada poro de su piel. Una mujer que no se esconde, que presume de sus encantos, que brilla casi con descaro y que lanza miradas abrasadoras que aceleran mi respiración y aumentan mi nerviosismo sin saber donde mirar para que nadie note lo que provocas en mí.
Un juego tortuoso y peligroso del que me prometo una y otra vez salir. Hasta que llega una nueva carta.
Y para hacer más cruel el tormento, has descubierto la fotografía. Ahora te haces fotos y las revelas en la pequeña sala de revelado que te has montado en casa para luego enviarme sugerentes imágenes en las que juegas con las luces, las sombras, los colores, y sobre todo, con ese maravilloso cuerpo de veinteañera seductora.
Un delicioso infierno al que me condenas con toda esa maliciosa travesura que manejas a la perfección.
Y para que tratar de engañarme. Un infierno al que un pecador irremediable como yo caerá sin apenas oponer resistencia.

Continuara...

MICHEL GARCÍA 
LEGNA LOBO NEGRO

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