domingo, 10 de enero de 2021

QUEDAMOS A LAS SIETE Y MEDIA.

Me extraña un poco no verte al entrar en la cafetería en la que habíamos quedado. Miro el reloj, y si, son las siete y media, y sonrío pensando que por una vez soy yo la puntual.
Imagino que estarás a punto de llegar mosqueado con el tráfico de la tarde y busco mesa para esperarte. Al momento se acerca la camarera de siempre.
 - Buenas tardes. Eres Bega y quedaste con Michel, ¿no?
Contesto que si un poco sorprendida.
 - Estuvo aquí hace un rato. Me dijo que tomaras lo que quisieras, que él llegaría un poco más tarde, y me pidió que te diera este sobre.
El misterioso encargo despierta una nerviosa curiosidad, y mientras espero por el vino que he pedido, observo el acolchado sobre marrón con tu firma como única referencia.
Inquieta, espero impaciente a que la chica me sirva el Albariño sin atreverme a abrirlo delante de ella. Pero en cuanto se vuelve a la barra le doy un buen trago a la copa y mis temblorosos dedos comienzan a despegar el precinto lateral sin poder esperar más.
Miro dentro y sonrío encantada al ver unas preciosas braguitas blancas con encajes, transparencias y tentadores lacitos. Puedo ver sin sacarlas (no es plan hacerlo allí en medio) que son muy bonitas y sugerentes, justo como esas con las que tanto te gusta verme.
Pensar y recordar esas miradas tuyas hace que un ligero cosquilleo recorra mi cuerpo y vuelvo a mirar dentro del sobre descubriendo una nota con tu inconfundible letra.
"Llego tarde. Siento hacerte esperar, pero así tendrás tiempo para ir al baño y cambiarte. Quiero que estrenes tu regalo ya mismo, para que cuando te vea pueda relamerme sabiendo que las llevas puestas. Será un delicioso placer mirarte y comprobar lo bien que te quedan. Guarda las que traes en el sobre para regalármelas. Te deseo Milady"
El cosquilleo se acaba de convertir en sofoco, y el sofoco da paso en un instante a una cálida humedad entre las piernas. ¡Mi perverso demonio y sus excitantes juegos!
Intento disimular el acaloramiento que tu traviesa nota acaba de provocarme con otro trago de vino. Levanto la vista mirando hacia la calle y se me pasa por la cabeza la idea de que eres capaz de estar allí afuera observando mi reacción a través de la cristalera del bar. Pero no parece que sea así. Quizás mi mente empieza a contagiarse y ya se me ocurren ideas tan diabólicas como las tuyas.
Un sorbo a la copa para armarme de valor e ir al baño a cumplir tu maliciosa petición. Y cuando vuelvo a la mesa encendida y excitada, allí estás tú, sonriendo pícaramente, siguiendo mi nervioso caminar con la mirada con cara de estar disfrutando golosamente del momento.
Me tiemblan un poco las piernas al sentarme a tu lado y sentirte tan cerca. Un delicado beso en mis labios acelera aún más mi respiración.
Te guardas el sobre donde he guardado el tanga negro que llevaba puesto y me pides que termine el vino y nos vayamos, que te mueres por llegar a casa y quitarme toda la ropa... menos las nuevas braguitas...
Y obedezco sin que tengas que volver a pedírmelo. Yo también deseo llegar a casa y ser cómplice de esa nueva travesura que has planeado, y dejar que me vuelvas loca una noche más.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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