sábado, 21 de julio de 2018

OTRO DÍA EN LA OFICINA. (SEXTA PARTE)

El espectáculo continuó en el escenario después de que Lady M y sus conejitas lo abandonaran. Otros números con temática BDSM continuaron animando la fiesta y subiendo el nivel de excitación de todos los asistentes, y por supuesto, el de mi adorable Luisa... y yo, intentando asimilar aquel momento revelador. Tenía claro que no podía compartir aquella información con Luisa a unos días de su reunión con la nueva jefa, y esa sensación de tener que ocultarle algo no era muy agradable, pero no podía asegurar que su reacción fuese la más adecuada...
La verdad es que estaba radiante. La excitación era visible en sus grandes ojos marrones, y entre copa y copa, cada vez se acercaba más a mí con movimientos sinuosos, y un rato más tarde, nos besábamos apasionadamente en el asiento de atrás del taxi que nos llevaba a su apartamento.
No hicieron falta muchas palabras. Su cuerpo era un volcán y mis manos lo recorrían buscando su erupción, y mi boca se apoderaba de su cuello haciéndola gemir antes de tumbarla en la cama y verla retorcerse con los ojos inyectados por un lujurioso deseo que la lleva a buscar en el cajón de su mesita unas esposas y ofrecerse a ser sujetada al cabecero de la cama.
No tuvo que insistir para que lo hiciera y luego la desnudara por completo. Luisa gritaba y gemía pidiendo más, pero yo quería tomar el control, así que busqué en el cajón un pañuelo para amordazarla... Eso, tal y como suponía, logró encenderla aún más, y yo pude volver al cajón con la intención de encontrar alguno de aquellos juguetes con los que ella solía jugar a solas.
Una fusta de cuero de pequeño tamaño que no recordaba haber visto en otras ocasiones, y su bala vibradora, esa con la que tanto le gustaba jugar, llamaron mi atención y tras colocarme entre sus piernas, comencé a recorrer lenta y suavemente la suave piel de sus muslos, intercalando pequeños golpes. La veía temblar y estremecerse, sentía su olor llenando la habitación, y seguía acercando cada vez más la fusta a aquellos labios depilados que se empapaban por momentos.
Aún con el pañuelo en la boca, podía oír perfectamente sus gemidos y sus súplicas pidiendo que la poseyera, que no podía esperar más... Pero yo quería seguir con aquel juego lento y morboso, para terminar por acercar el pequeño vibrador a su pubis, logrando que su cuerpo se tensara agarrándose a los barrotes metálicos del cabecero, y cuando la pequeña bala recorrió el camino hasta colocarse sobre su clítoris, ya no pudo más que dejarse llevar por un entregado orgasmo del que yo disfruté casi tanto como ella.
Sabía de sobra que para ella aquello no era más que el principio, que quería más, que acababa de abrir la caja de los truenos. Me desnudé mientras ella seguía jadeando y la hice colocarse boca abajo. Su postura favorita, esa en la que ella se sentía tan poseída y entregada a gozar buscando placer por placer con aquel en quien confiaba, con aquel que conocía el momento justo que la llevaba a volverse loca, con aquel canoso lobo negro que la agarraba por el pelo y la llenaba haciéndola vibrar por dentro... aquel con el que tantas noches compartía la apasionada entrega de lujuriosos juegos donde los roles se intercambiaban sin más condición que la de complacerse mutuamente...
Un sudoroso lobo que ahora trata de recuperar el aliento tumbado en la cama mientras ella está en el baño, y que descubre que su mente vuelve al escenario del club a contemplar la impactante imagen de Lady M en un ensoñamiento nebuloso que acaba por llevarle a aquel viejo sofá donde un tembloroso adolescente descubría por primera vez el placer del sexo de la mano de la joven Marta.
Las imágenes de la fiesta, el olor de las sábanas, la imagen de Luisa gozando allí atada, el recuerdo de Marta, logran rápidamente una sorprendente consecuencia bajo la sábana que me cubre de cintura para abajo. Mi cuerpo vuelve a estar erizado y disfruto de esa sensación imaginando lo que podría ocurrir si Marta me reconociese, y eso hace crecer mi excitación claramente, justo en el momento en que Luisa vuelve a entrar en la habitación y se acerca a la cama sonriendo lujuriosamente, casi relamiéndose, encantada con la idea de colocarse sobre mí y ser ella quien tome el mando...
Y quién se puede negar a ese voluptuoso cuerpo que ahora cabalga sobre el mío mirándome con ojos de deseo!!!

Continuará...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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