jueves, 8 de junio de 2017

PUNTO DE ENCUENTRO

El tren por fin se puso en marcha rumbo al norte y la muchacha de grandes ojos negros sintió como cada pequeño traqueteo la estremecía por dentro. Ya no había marcha atrás, dejaba aparcada momentáneamente su monótona vida en busca de conocer en persona a aquel chico con el que llevaba muchos meses hablando prácticamente a diario.
Todo empezó por una página de fotos y relatos que a ella le gustaba revisar de vez en cuando y a la que terminó por engancharse. Fotos sensuales y relatos eróticos aparecían a diario en su móvil o en su portátil, hasta hacerla degustar cada noche cada nueva publicación. Sobre todo, esos intensos relatos que leía dejándose llevar por la magia de sentirse protagonista de cada uno de ellos... Esa deliciosa rutina se convirtió fácilmente en algo cotidiano que le permitía disfrutar de cálidos momentos íntimos en la soledad de su cama, llegando a reconocerse como una ferviente seguidora de la increíble capacidad de aquel hombre para transmitir tanta pasión a través de palabras.
Al principio, solo se atrevía a poner algún comentario en las publicaciones, pero cuando él contestaba para agradecérselo, ella se sentía especial, lo tomaba como una atención personal. Así que, unas semanas después, le envió una solicitud de amistad y él la aceptó... Más tarde, se intercambiaron los números de teléfono para acabar teniendo conversaciones cada vez más cercanas que les llevó a conocerse y acercarse más día a día.
Y llegaron las charlas y los mensajes más privados, más íntimos. Estaba claro que había una gran atracción entre ellos, sobre todo mentalmente hablando, pero también llegó un punto donde la atracción física se volvió algo tan evidente para ambos como para acabar por convertir los encuentros de madrugada en deliciosos juegos eróticos a través de la cámara del portátil...
Ella venció su timidez dejándose guiar por aquel perverso seductor que lograba hacerla sacar su lado más sensual para disfrutar del sexo y de su feminidad como nunca lo había hecho antes con nadie. Ya no eran conversaciones virtuales, eran citas, eran encuentros de amantes dispuestos a regalarse placer a través de una pantalla... y a pesar de la distancia y de la inevitable frialdad del medio del que disponían, ambos admitieron la situación aceptándola con la certeza de que ninguno quería dejar de aprovechar esos placenteros momentos donde el mundo se paraba y solo estaban ellos entregados a compartir esa sincera complicidad y esa desbocada pasión que conseguía por instantes hacer desaparecer la pantalla que les separaba.
Pero faltaba el poder tocarse, el poder besarse, olerse, saborearse. Sus cuerpos necesitaban pegarse y sentir el roce de la piel del otro...
Al final, esa necesidad se volvió tan fuerte que en cuanto ambos consiguieron tener un par de semanas libres, todo se disparó automáticamente... Ella viajaría hacia el norte, y mientras él lo haría hacia el sur en dirección a un punto intermedio, a una pequeña ciudad donde un sencillo hotel rural les esperaría para pasar juntos una semana sin más objetivo que dedicarse a hacer realidad todo ese deseo acumulado en los últimos meses.
Y allí estaba ella, sentada en aquel tren nocturno que la dejaría a la mañana siguiente en los ansiados brazos de aquel perturbador ángel de mirada profunda, con todos los nervios del mundo rugiendo en su estómago ante la excitante locura en la que jamás podría haber imaginado verse envuelta. Vio por la ventanilla como el sol se ponía en el horizonte dando paso a la noche y cerró los ojos pensando en dejarse acunar por el movimiento del tren y así calmar un poco toda esa algarabía de sensaciones que retumbaba en su cabeza y recorría todo su cuerpo... pero en ese momento aparece el revisor pidiendo los billetes...
Con una agradable sonrisa, el amable revisor toma su billete y lo comprueba en su lista, pero su cara cambia de repente y vuelve de nuevo a revisar la lista...
--- Perdóneme señorita, pero parece que hay un pequeño error, este no es el asiento que le corresponde.
--- Cómo???. Un compañero suyo me acompañó en la estación a este asiento después de dejar mi maleta en el vagón de equipajes.
--- Pues parece que no hizo las cosas bien... está muy claro en mi lista. Pero no se preocupe, la solución es sencilla, yo mismo la acompaño y me ocupo de que todo se solucione. Solo tiene que seguirme y en unos minutos estará todo como es debido.
Aquello no ayuda a calmar su nervioso estado, pero la serenidad y la sonrisa del atento revisor consiguen que, aún sorprendida y un poco molesta, le siga sin rechistar y sin pararse a darle más vueltas en su cabeza. Tras pasar tres vagones, llegan a uno distinto, uno de compartimentos (¿el coche cama?), y en la puerta número cuatro, él se detiene para entregarle una llave sonriendo ante la sorprendida expresión de su cara...
--- No entiendo nada, yo tengo un billete de asiento normal, no uno de estos...
--- Tranquila, su maleta ya está adentro, tome su llave y disfrute del resto del viaje...
Sin más explicaciones, se da media vuelta silbando mientras se aleja por el pasillo. No hay otra que abrir la puerta y entrar... para encontrarse de bruces con su ángel, con su demonio, que la espera de pie con una botella de vino en medio de aquel compartimento del coche cama y que sonríe encantado al ver su incrédula cara...
--- No podía esperara a mañana, así que decidí viajar antes para organizar esta pequeña treta y tenerte una noche antes. Te prometo que no habrá más sorpresas, el hotel nos espera como estaba planeado, pero la posibilidad de poder abrazarte antes de lo previsto era algo tan tentador que no me resistí a dejarla pasar...
No hay otra respuesta posible que lanzarse a sus brazos y cubrirle de apasionados besos, y él se encarga de contestarlos mostrando abiertamente las incontenibles ganas de entregarse a ella con todo su ser...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

2 comentarios:

  1. Un relato precioso,entre lo cotidiano y el morbo de lo desconocido,excelente narrativa.

    Rocío Avilés

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