jueves, 12 de diciembre de 2019

INOLVIDABLES PRIMERAS VECES.

Han pasado ya tres días y aún me escuecen las nalgas cuando me muevo en la silla. Y esa sensación me traslada una y otra vez a esa inolvidable noche a las órdenes de mi señor.

Sigue pareciéndome algo imposible de creer, algo que ni siquiera podría haber imaginado hace apenas unos meses. Pero ese delicioso escozor de mis nalgas todavía enrojecidas me obliga a aceptar la realidad de mi completa fascinación por esos juegos a los que él me ha ido guiando con su exquisita delicadeza y ternura.

Intensos juegos llenos de "primeras veces" que me hacen pensar continuamente en el momento de volver a entregarme a sus perversas manos.

Me sorprendo a mí misma aceptando los retos que su traviesa mente sugiere. Nunca creí ser capaz de acudir a una cita con una corta faldita sin nada más que unas medias a medio muslo bajo ella, y me río nerviosa al recordarme caminado hacia su coche sintiendo una sensación de frío entre las piernas que curiosamente me encendía deliciosamente. Y luego, esas manos suyas tratando de descubrir si había cumplido sus deseos mientras yo esquivaba sus manos y me hacía de rogar diciéndole que esperara a llegar al hotel.

Hasta que, una vez a solas en la habitación, no pude ni quise evitar sus caricias bajo mi falda. Caricias que me hacían suspirar viendo como él disfrutaba de mi entregada obediencia.

Sabía muy bien lo que me hacía estremecer. Conocía perfectamente la manera de llevarme a un punto sin retorno con sus dedos haciendo brotar una imparable humedad que bajaba por mis temblorosos muslos, acelerando mis ganas de ser suya en aquel mismo instante.

No dudé un segundo en complacerle cuando me pidió que me volviera y levantara mi falda. Sentía su mirada y su deseo, y con la primera nalgada, todo mi cuerpo se estremeció haciéndome gemir. Y de repente, sin que yo supiera de dónde había salido, una fusta recorría mis muslos y mis nalgas para luego comenzar a descargar suaves azotes que me llevaban a un punto de excitación al que no recordaba haber llegado en mi vida.

No logro olvidar mi manera de jadear y de suplicar que no parara, que siguiera con aquel delicioso castigo. Una nueva primera vez, otra inolvidable experiencia entregada a la lujuria de mi señor ante la que yo me rendía y temblaba mientras él se desnudaba sin dejar de jugar con la fusta entre mis piernas logrando volverme loca y a punto de llegar a un salvaje orgasmo.

Y cuando me tomó en sus brazos para terminar de desnudarme por completo y tumbarme en la cama, supe que caería en la tentación de ser suya siempre que él me lo pidiera.
Sus labios y su lengua recorrieron mi cuerpo antes de terminar devorando apasionadamente mi empapado sexo. Todo mi cuerpo se estremecía oyéndole pedirme que gozara, que le entregara ese sabroso orgasmo que le pertenecía...
¡Y claro que era suyo!, ¡y claro que se lo entregué sin ningún reparo!

Todos mis orgasmos le pertenecen, incluso cuando él no está y mi mente vuela recordando cada momento compartido y mis dedos tienen que calmar el ardiente infierno que nace entre mis piernas pensando en él. Y termino retorciéndome entre las sábanas reconociendo que necesito volver a ser suya, admitiendo que mis dedos son unos simples aprendices frente a los suyos...
Y su boca...
Y su fusta...
Y su...
¡UFFFFFF!

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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