miércoles, 19 de diciembre de 2018

QUIZÁS MAÑANA.

Igual que tantas otras noches, Sara se desnuda en la soledad de su cuarto soñando que él desabrocha lentamente su camisa, y que son sus manos las que rozan con delicadeza la erizada piel de sus pequeños y sensibles pechos.
Y vuelve otra vez a dejarse llevar y a fantasear con las caricias de sus dedos sobre unos temblorosos pezones que se endurecen reclamando atención. La misma y recurrente fantasía que la va llevando hacia lujuriosos escenarios donde aquel enigmático personaje deja de ser un simple compañero de trabajo que la trata con fría y educada distancia y se convierte en un apasionado amante que recorre con decisión y destreza cada rincón de su cuerpo.
Imposible parar. Su excitada piel quiere más, y sus dedos conocen perfectamente el camino a recorrer antes de llegar al punto exacto donde arrancar intensos y sinceros suspiros entre los que se escapa el nombre de su deseado amante. Y allí, sobre la desbordante y cálida humedad, sus dedos aceleran el ritmo mientras en su cabeza es él quien la penetra y la hace suya arrancando espasmos en su frágil cuerpo que le hacen gritar su nombre una y otra vez.
Y otra noche más, jadeando, excitada, empapada, se acuesta en aquella enorme y solitaria cama echando de menos su presencia, y termina por cerrar los ojos abrazada desnuda a su almohada.
Quizás algún día reúna el valor suficiente para plantarse frente a él y confesarle sin pudor lo que provocaba en su mente y en su cuerpo. Quizás se atreva a contarle que desde que él llegó a la empresa, sus noches son un lujurioso tormento que ha despertado la parte más ardiente de su femenina condición...
Quizás algún día...
Quizás mañana...
O no...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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