martes, 25 de enero de 2022
ESA MANERA DE ESCRIBIR.
viernes, 14 de enero de 2022
martes, 11 de enero de 2022
jueves, 6 de enero de 2022
FRIDJA.
Necesito clases de inglés. He descubierto que mi oxidado nivel no llega ni a oxidado. Así, haciendo caso a la recomendación de una buena amiga, me puse en contacto con una chica islandesa que desde hace unas semanas trabaja en el centro social como monitora de baile tras pasarse diez años viviendo en Manchester, y que se saca un dinero extra con clases particulares en su apartamento.
Tras llamarla y quedar en un café para concretar, no puedo evitar que mi calenturienta mente se imagine una escultural walkiria descendiente de alguna tribu vikinga de las frías tierras del norte.
Se llama Fridja, y ahora que la tengo frente a mí en la cafetería, me doy cuenta de que me he quedado corto imaginándola. Es impresionante estar mirando esos ojos verdes, esa melena rubia, ese cuerpo con curvas en sitios donde otras mujeres no tienen ni sitio. ¡Ufff, cuesta concentrarse en la conversación!
Después de concretar un par de clases semanales, la conversación acaba inevitablemente llevándome a sacar el tema de la cultura vikinga, y con agradable sorpresa, veo como sus ojos brillan más todavía y descubro que toda mi apasionada curiosidad por esa mitología nórdica también se queda corta al lado de su interés y pasión por ese mundo.
Charlamos sin fijarnos en las horas y me cuenta que ha investigado mucho sobre sus orígenes, y que casi puede asegurar que uno de sus antepasados fue jefe de una tribu de guerreros que decía ser descendiente directo de uno de los hijos de Odín. Me dice que hace años viajó al lugar donde había estado esa aldea y encontró algunas runas y algunos adornos escondidos bajo unas piedras donde se suponía que estaba ubicada la cabaña de su antepasado.
Me quedo hipnotizado oyendo su entusiasmado relato, oyendo como asegura que desde que aquel pequeño tesoro está en su poder, su vida había girado de tal manera que todo le salía bien, que se sentía protegida y segura. Me confiesa que nunca le había contado a nadie lo que esas piezas suponían para ella, pero que desde mi llamada, algo en su interior se había despertado y que mi mirada había confirmado esa sensación. Estaba totalmente convencida de que yo me tenía que cruzar en su camino por algo, que yo tenía que ver aquellos antiguos abalorios.
Mi curiosidad no pudo rechazar su ofrecimiento de acompañarla a su apartamento. Acababa de pasar de gozar de la espectacular mujer a un estado de extraña ansiedad por una enigmática historia con la que no podía quedarme a medias. Aunque, ya en el ascensor, por mi cabeza pasó un momento de duda al pensar que también podría tratarse de una chiflada, pero ya no podía dar marcha atrás. Estaba muy intrigado, y por si fuera poco, el pequeño ascensor hizo que estuviéramos tan cerca como para descubrir el embriagador olor de su escultural cuerpo, y ahí supe que estaba rendido a lo que ella quisiera de mí.
Ya sentados en el sofá, me ha dado tiempo a echar un vistazo a lo que se ve de la casa mientras ella fue en busca de su tesoro y no hay nada que me haga sospechar, parece todo muy norma.
Por fin, con un gran nerviosismo, abro una especie de estuche de violín, y dentro de él aparece ante mis ojos una espada vikinga dentro de su vaina, con pinta de tener muchos años a pesar de estar limpia y cuidada. La acompañan unos cuantos colgantes, varias pulseras y anillos, y una bolsita de cuero que ella toma para sacar sobre la mesa unas pequeñas piedras talladas con formas rúnicas que no tengo ni idea que significan pero que ella observa entusiasmada para luego lanzarse a mi cuello y llenarme de besos.
- ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Tú tenías que ver esto! Las runas nunca se equivocan. Sigue buscando, hay algo más que te pertenece.
Su euforia, sus besos, su cuerpo pegado al mío, me llevan a un estado de excitación como hacía mucho que no recordaba. Sin que ella se despegue de mí, me fijo en un gran anillo plateado que llama poderosamente mi atención. Veo que lleva grabado a los lados el mjolnir (el martillo de Thor) y en la parte de arriba el símbolo de la invencibilidad vikinga que tantas veces había visto cada vez que la curiosidad me llevaba a leer sobre esas antiguas leyendas. Cuando lo tomo en mi mano, veo también varias runas, que según Fridja, hablan de la procedencia directa del anillo, pues son las que utilizaba el mismísimo Rey de Dioses, Odín.
Noto como las gotas de sudor empapan mis sienes. Mis dedos tiemblan cuando la oigo decir que solo el auténtico heredero de la estirpe puede ponérselo, y compruebo con cara de pánico como encaja perfectamente en mi dedo.
Un escalofrío recorre mi cuerpo por entero y me entran ganas de salir corriendo de allí y no volver a ver a esa chiflada que me está volviendo loco. Pero no puedo moverme, ni sacarme el anillo.
Respiro aceleradamente cuando ella toma la espada y me la entrega con una mirada tan alucinante que me hace dudar de su condición humana.
- La prueba definitiva mi Rey. Esta espada lleva miles de años sin poder ser desenvainada. Solo puede hacerlo el verdadero descendiente de Odín. Hazlo, convéncete, acepta tu destino, y todas las respuestas te serán dadas y yo podre entregarte mi virginidad tanto tiempo guardada esperando que aparecieras.
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
derechos reservados
jueves, 30 de diciembre de 2021
ÚLTIMA TRAVESURA DEL AÑO.
martes, 28 de diciembre de 2021
TE MIRO.
Acercarme lo suficiente para embriagarme de tu aroma sin despertarte, para que sigas con tus sueños de niña traviesa.
Viéndote así, tan dulce y relajada, se hace difícil imaginarte en esos momentos en los que la lujuria y el deseo se apoderan de ti. Pero yo conozco ese otro lado tuyo, ese en el que dejas salir a la hembra en celo que se retuerce gozando el entregarse a su señor, ese en el que pides y reclamas ser poseída y domada, ese en el que las caricias no son suficientes y buscas el placer de sentir arder tu piel gritando desencajada con cada azote que mi mano descarga sobre tus enrojecidas nalgas.
Y yo, incapaz de negarte nada, obedezco gustoso tus suplicas notando como mis colmillos se van afilando por momentos esperando el delicioso instante en el que te ofreces a saciar mi sed poniendo tu cuello a mi entera disposición para que clave en él mis dientes y te haga estremecer.
Y entonces, esa gatita mimosa que ahora duerme plácidamente sobre las sábanas de mi cama, saca sus garras arañando mi espalda poseída por los salvajes espasmos de un orgasmo entregado y sincero, y grita enloquecida suplicando que no pare.
Y yo, dispuesto a complacerte, sigo devorándote, sigo haciéndote mía, en un acompasado y frenético vaivén hasta vaciarme para ti llenándote con el cálido elixir de mi orgasmo, y tú, con la mirada inyectada de placer, gritas sabiendo que eres la culpable de mi absoluta perdición.
Pero ahora duermes tranquilamente, ajena al calor que recorre mi cuerpo mientras mis ojos se centran en como la suave tela de tus bragas se pierde entre tus redondas nalgas.
Y más tarde, mis dedos recorrerán esa cálida y húmeda tela.
Y te despertarás, o fingirás seguir durmiendo para gozar con traviesa malicia de esos temblores que erizan cada poro de tu sedosa piel.