Quiero proponerte un reto para que tengas una tarde de goloso placer a solas.
Primero debes elegir el conjunto de lencería con el que te sientas más sensual y provocativa. Luego, antes de ponértelo, busca en ese cajón privado donde guardas "tus juguetes" esas bolas chinas con las que tan buenos ratos hemos pasado. ¡Ya sabrás qué hacer con ellas antes de vestirte! El resto de la ropa queda a tu elección. Estoy seguro de que será algo combinado con esos tacones de vértigo que te encantan.
Una vez preparada sal a la calle. Puedes ir a pasear, a tomar un café o aprovechar para hacer alguna compra. Lo que te apetezca, pero que implique caminar un rato y estar fuera de casa disfrutando de la deliciosa tortura que esas diabólicas bolas van provocándote.
Puedo imaginar que en algún momento comenzarás a arrepentirte de haberme hecho caso, pero también sé que una pícara sonrisa se dibujará en tu cara gozando de ser cómplice de los juegos que mi traviesa mente crea para ti.
En el instante que te sientas terriblemente excitada saboreando esa mágica sensación, puedes volver de regreso.
Una vez a salvo en la intimidad de tu casa, ya no tendrás que preocuparte de disimular y podrás permitirte sentir con total libertad esos temblores y ese calor que nace entre tus piernas incendiando el resto de tu cuerpo.
Déjate llevar, y mientras se llena la bañera, desnúdate lentamente frente al espejo deleitándote con esa sedosa piel erizada, recorriendo cada ardiente centímetro de esas sinuosas curvas.
Ya llegará el momento del agua caliente, la espuma y las aromáticas sales. Será cuando puedas recuperar las bolas chinas y jugar con tus dedos reglándole a tu excitado cuerpo el placer que reclama y se merece. Ese placer intenso que te hace estremecer una y otra vez entregada al deseo imparable mientras imaginas que son mis manos y mis caricias las que te conducen a un orgasmo tras otro.
Tómate el tiempo necesario en la bañera para saciar ese lujurioso apetito y cuando hayas tenido suficiente, una vez hayas secado esa sabrosa piel tuya, sírvete una copa de vino y saboréalo desnuda en el sofá repasando mentalmente cada segundo de ese embriagador desafío al que te has dejado guiar con maliciosa perversión.
Busca un bolígrafo y un papel para terminar de complacerme describiendo con detalle lo que tu señor lobo te ha hecho sentir sin haber puesto un dedo sobre tu piel. Será un honor leerlo junto a ti antes de repetirlo paso a paso con el aliciente de sentirme relamiéndome tras de ti.
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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