Recorrerlos sin prisa, gozando de cada suspiro, de cada temblor que mis caricias y mis besos te arrancan.
Y mirarte a los ojos.
Ver en ellos el mágico brillo de quien se entrega a compartir el placer del instante en el que dos cuerpos se funden en uno.
Y terminar agradeciendo entre gemidos la suerte de haberme cruzado en tu camino.
MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO
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