sábado, 24 de febrero de 2018

SUSURROS...

Leer tus maravillosos relatos me transporta a esos lujuriosos escenarios que tú describes con tanta pasión, y me lleva a sentirme protagonista de cada uno de esos encuentros entre almas apasionadas donde el deseo y el placer se apoderan de ardientes seres. Consigues que tus letras transmitan ese fuego y te vas apoderando de mi mente con cada párrafo... Devoro ansiosa las líneas, avanzando en la historia que tu mente construye, notando como mi cuerpo va acalorándose mientras me sumerjo en un delicioso estado de excitación...
Pero cuando por fin podemos vernos, cuando nuestras ajetreadas vidas coinciden y nos dan un respiro para poder olvidarnos del mundo, es entonces cuando mi cuerpo, mi piel, mi alma y todo mi ser vibran aceleradamente sabiendo que me guiarás una vez más a ese jardín prohibido tuyo donde gozamos del deseo carnal.
Y sabes muy bien cómo hacerlo!!!.
Conoces de sobra los resortes que has de tocar para hacerme temblar cómo una hoja!!!.
Tienes la ventaja de saber que me vuelve loca que me vendes los ojos, que amarres mis manos, que vayas desnudándome lentamente, con calma, con extremada paciencia, deteniéndote a contemplar cada centímetro de la erizada piel que vas descubriendo. Y esa lenta y deliciosa tortura, va llevando mi cuerpo a límites insospechados, y provoca en mí reacciones cada vez más intensas... Y me estremezco al percibir el aroma de tu deseo invadiendo la habitación cuando llegas por fin a contemplar mi cuerpo cubierto únicamente por el encaje de mis negras bragas, esas que te encargas de hacerme llegar antes de cada encuentro para que juntos las estrenemos...
Y entonces te acercas, y tu cálido aliento enciende todavía más la piel de mi cuello, y comienzas a susurrar en mi oído, contándome con todo lujo de detalles todo lo que tu perversa mente está pensando hacerme...
Tu voz y tus palabras invaden mi mente rebotando dentro de mi cabeza, y mis muslos tiemblan al sentir la humedad que nace bajo el encaje negro de mis bragas, y sigues susurrando mientras la yema de tus dedos baja por mi espalda con delicadas caricias, y ya no sé si son tus dedos los que me rozan, o las brasas del infierno haciéndome arder enloquecida suspirando y rogando que no se te ocurra parar, que sigas susurrando, que me toques, que tomes sin miramientos mi cuerpo tal y como te pertenece, al igual que mi mente y mi alma... y esta cascada que brota a borbotones entre mis piernas no conoce ni quiere otro dueño que no seas tú, y a ti te lo entrego todo por completo sin condiciones mi Señor Lobo...

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

derechos reservados

2 comentarios: