jueves, 15 de febrero de 2024

PRINCESA DE CUENTO.

Me miraste y empezó el problema. Ya no podía mirar a ningún lado sin que el brillo de tus ojos apareciera.
De camino a casa, de vuelta del colegio, soñaba con volver a clase al día siguiente para estar cerca esperando que de nuevo sonrieras al mirarme.
Pero tus amigas siempre te acompañaban. Yo me quedaba embobado sin prestar atención a otra cosa que no fuera esa falda del uniforme colegial, la más corta, la más bonita de todas, sin atreverme a dirigirte la palabra.
Semana tras semana se repetía todo. Mis nervios y tu deslumbrante presencia convirtiendo el colegio en el escenario de ensueño para un tímido e inseguro adolescente.
Hasta que un viernes, volviendo de las clases, recordé no haber recogido un libro para el trabajo del fin de semana. 
Di la vuelta corriendo sabiendo que don Arturo, el conserje, se quedaba un buen rato limpiando. Era un tipo amable, me abriría y me dejaría buscar el libro que necesitaba.
Pero al doblar la esquina dos calles antes del colegio te vi sentada en la moto de un chico mayor, uno de esos de cazadora de cuero y mala fama en el barrio.
No estaban tus amigas. Tenías un cigarrillo en la mano y aquel tipo te besaba en la boca mientras acariciaba tus piernas casi por debajo de la falda.
Me quedé clavado en la acera, pero antes de que me diera la vuelta para escapar corriendo, giraste la cara y me miraste. Ya no fue la misma mirada, ya no hubo brillo deslumbrante. Mi mundo de fantasía se derrumbó de un plumazo.
Por suerte, mis piernas reaccionaron y pude huir angustiado, sintiéndome culpable por haber estado donde no debía estar.
Se hizo difícil volver el lunes a clase sin la tarea y temiendo cruzarme contigo. Pero no apareciste. Ni al día siguiente, ni al otro, ni en toda la semana.
Ya no sabía que pensar cuando los rumores y cotilleos se fueron confirmando. 
Te habías fugado con el chico de la moto. La policía os encontró y tus padres te sacaron del colegio para enviarte a un internado de otra provincia. Uno de esos con fama de duros, especializado en "chicas descarriadas".
Aunque a esas alturas, ya te habías convertido en mi princesa de cuento del reino de las hadas, seducida por un malvado dragón, encerrada en la solitaria torre de un lejano castillo.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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jueves, 10 de agosto de 2023

CENA DE EMPRESA.

Tan aburrida y poco ilusionante como de costumbre, pero esta vez con un condicionante que la volvía aún más insufrible que en otras ocasiones.
Mónica y yo llevábamos tres meses de relación secreta. No había ningún tipo de recomendación o impedimento por parte de la dirección acerca de las relaciones entre compañeros de trabajo, pero ambos teníamos claro que estaríamos mejor alejados de los cotilleos y comentarios que circulaban por los departamentos de la multinacional.
Sin que hubiera premeditación, terminamos sentados uno frente al otro en una de las largas mesas preparadas en el salón del evento. Un placer y a la vez una tortura contemplar aquellos labios carnosos y su sugerente escote que tan bien conocía sabiendo que sería cuestión de tener paciencia durante unas horas antes de acabar la noche siendo poseído por su lujuriosa pasión.
Hubo varios cruces de miradas y cómplices sonrisas que nos obligaban acto seguido a disimular tratando de no levantar sospechas.
Pero todo se complicó cuando llegó el turno de los postres. ¡Ella pidió flan con nata, con mucha nata!
Me estremecí por completo al ver su boca cubierta por la misma nata que la noche anterior habíamos usado como juguete perverso en su apartamento.
Los escalofríos y el calor subían y bajaban por mi cuerpo sin poder apartar la vista. Y viendo como ella se movía saboreando cada cucharada entendí claramente que por su cabeza estaban pasando las mismas escenas ardientes que por la mía.
Cuando terminó se relamió morbosamente y luego se levantó de la mesa en dirección al baño. Pude observar que había más miradas que seguían su contoneante caminar y sonreí complacido al ser consciente de ser el único afortunado que iba a disfrutar otra noche más de aquella escultural mujer de curvas deseables y mente traviesa.
Segundos después, un mensaje suyo en el móvil. Lo abrí con el pulso acelerado y con los dedos temblorosos...
 - ¡No puedo más! El sabor de la nata y tus miradas han empapado mi tanga y erizado mi piel. Voy a decir que algo me ha sentado mal y me voy a casa. Pararé en la gasolinera a comprar nata. ¡NO TARDES!

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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