viernes, 2 de agosto de 2024

LO QUE ELLA QUERÍA.

Era evidente que aquella mujer tenía muy claro lo que quería. O, al menos, lo que quería de mí, y que lo quería en aquel preciso momento.
Se acercó relamiéndose con su sinuoso caminar con aquella sugerente lencería que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, mostrando con atrevida claridad su desnudez bajo ella.
Sin dejar de sonreír desabrochó mi camisa para dejarla en el suelo y recorrer mi cuerpo sin pudor antes de pegarse a mí y devorar mi boca mientras sus manos agarraban mis nalgas con lujuriosa osadía.
Luego se giró para dirigirse a la mesa de las bebidas dejándome ardiendo y paralizado. De espaldas a mí se sirvió un vaso de whisky que bebió de un trago antes de librarse de la ropa permitiéndome admirar su escultural figura. No tardó en darse la vuelta luciendo con descaro su maravillosa desnudez y su visible estado de excitación.
Volvió, me desnudó por completo y se subió rodeando mi cintura con sus piernas mientras su lengua buscaba enredarse con la mía.
Imposible pensar. Tocaba actuar.
Sujeté sus piernas y contra la pared del fondo del salón nos entregamos al salvaje deseo que nos invadía. Ella gritaba, jadeaba y clavaba sus uñas en mi espalda. Yo, dominado por el instinto animal la embestía una y otra vez.
Ya poco importaba que yo fuese un simple vendedor de aspiradoras y ella la mujer del mafioso más poderoso y temible de la costa norte.
Acababa de convertirme en su esclavo, en su juguete favorito por un tiempo. 
No había marcha atrás, algo me decía que aquella insaciable mujer podía ser más despiadada que su propio marido con quien no lo diese lo que ella quería.

MICHEL GARCÍA
LEGNA LOBO NEGRO

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